Análisis de Mini Motorways: la secuela espiritual de Mini Metro es uno de los juegos más adictivos de Apple Arcade

Análisis de Mini Motorways: la secuela espiritual de Mini Metro es uno de los juegos más adictivos de Apple Arcade

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Pese a lo intrincado y técnico de la ciencia que hay detrás de crear una ciudad, hay algo mágico en ver a vista de pájaro todo ese panal hecho de edificios que ofrece una gran urbe. Una sensación de orden y control que me resulta de lo más placentera. Sin embargo, Mini Motorways está muy lejos de acercarse a esa imagen idílica que sí plasman simuladores como SimCity o, por acudir a algo más reciente, Cities: Skylines.

El trabajo de diseño y arte de Dinosaur Polo Club, también creadores de Mini Metro, se ciñe a reducir ese caos dirigido a su mínima expresión. A visualizar la forma más eficiente de llevar a los ciudadanos de aquí para allá con algo tan simple como edificios y coches pintados a conjunto a través de simples carreteras. 

Por qué los juegos más simples suelen ser los más divertidos

Presentado por sorpresa para Apple Arcade, y sin datos sobre su fecha exacta de llegada a PC -o la posibilidad de verlo en Android o consolas-, ha sido una de las mejores sorpresas que me he llevado gracias al nuevo servicio de suscripción. Su anterior título, centrado en crear redes de metro con el mismo y exquisito gusto por el minimalismo, es uno de esos juegos pequeños pero tremendamente satisfactorios al que acudo cuando no hay nada más a mano. 

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Pese a la locura que acaba produciéndose tras varios minutos en la misma partida, me despierta cierta calma ver sus coloridos vagones moverse de aquí para allá trasladando a pasajeros reducidos a formas geométricas. El trabajo de los neozelandeses me parece uno de esos pequeños grandes logros que, sin la pomposidad o el marketing de un triple A, hacen avanzar la industria del videojuego susurrando con timidez lo que sin duda son grandísimas ideas. 

Mini Motorways, que cambia las estaciones de tren por casas y oficinas, y las vías por carreteras y autopistas, no goza de ese guantazo de asombro que ofrecía el primer juego. De hecho sólo se encarga de darle una buena mano de pintura a la fórmula y cambiar un método de transporte por otro. 

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Lo que en Mini Metro obligaba a llevar triángulos a una estación con un triángulo marcado, arrastrando una línea de color de una zona a otra, aquí supone movernos a base de colores para que los vehículos de la casa roja acaben en la oficina pintada del mismo tono. Por el camino nuevas casas y nuevos colores que obligarán a seguir creando carreteras que cumplan su cometido.

Una vuelta de tuerca igual de adictiva

Con una velocidad que avanza sin ritmo pero sin pausa, lenta e incluso aburrida durante los primeros compases pero extenuante cuando tu ciudad suma decenas de vehículos moviéndose de aquí para allá, un reloj irá marcando el paso de los días mientras nosotros esperamos con ansias la llegada del domingo. 

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Será el momento en el que el juego nos ofrezca 20 nuevas secciones de carreteras y la elección de un regalo adicional. Un puente que permita sortear ríos, un semáforo que controle el tráfico y los atascos de un cruce concurrido o, la joya de la corona, una autopista que lleve de un punto a otro sin importar las carreteras o edificios que haya por el camino. 

Salvo por ese último, ideal cuando todas las casas blancas se acumulan en una esquina pese a estar la oficina correspondiente al otro lado de la ciudad, el resto de añadidos resultan bastante anecdóticos. Más al menos que, sirviéndonos de la evidente comparativa, los añadidos que ofrecía Mini Metro para añadir vagones o nuevas líneas.

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Lo que en el juego de 2014 era un regalo que recibías con los brazos abiertos sin importar lo que fuese, aquí supone un mero trámite a la espera de que esa nueva autopista por fin te permita aliviar un poco más el tráfico central. Es, por así decirlo, una idea menos inspirada de una fórmula a la que se le pueden echar pocas cosas en cara. 

La opinión de VidaExtra

Pese a parecerme un juego por debajo de lo esperado al iniciarlo por primera vez, también debo decir que es el único que me ha mantenido enganchado de principio a fin del catálogo de Apple Arcade. Parte de culpa la tiene su duración, apenas un puñado de ciudades que dan para una tarde, y sin modos a los que agarrarse salvo la idea de subir posiciones en la tabla de puntuación. Sin embargo, de haber tenido cien ciudades disponibles, muy probablemente seguiría jugando en vez de estar escribiendo esto. 

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Como ya lo era Mini Metro, Mini Motorways es absorbente y precioso a un nivel que no suele verse normalmente en el mundo del videojuego. Menos aún en el sector móvil. Es un entrañable heredero de esa fiebre de los juegos flash que demostraban hacer mucho con muy poco, ofreciendo experiencias frescas y divertidas frente a los desarrollos más complejos del sector. 

Es, en definitiva, una razón más para adorar la escena independiente y rendirnos, incluso en un mercado tan controvertido como el del móvil, a esas pequeñas maravillas que demuestran lo lejos que estamos de quedarnos sin ideas. Puede que Mini Metro vaya a seguir instalado en mi móvil, pero confío que el mimo en forma de novedades de Dinosaur Polo Club le auguren a Mini Motorways un futuro similar. 

Mini Motorways

Mini Motorways

Plataformas iOS
Multijugador No
Desarrollador Dinosaur Polo Club
Compañía Dinosaur Polo Club
Lanzamiento Ya disponible
Precio Disponible con Apple Arcade (4,99 euros al mes)

Lo mejor

  • Un trabajo de minimalismo precioso
  • Fórmula tan simple como adictiva
  • Funciona como reto recurrente si intentamos mejorar nuestra puntuación

Lo peor

  • Menos inspirado que Mini Metro
  • Escasos modos y ciudades

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