He derrochado, invertido y extorsionado para conseguir mis propósitos. Al final del día, lo único que importa en GTA Online es cuánto dinero tienes en la cuenta bancaria. Lo gruesa que sea tu cartera determina muchas cosas, desde que si puedes hacerte con un caza con el que aniquilar a jugadores despistados hasta ampliar todavía más tus negocios de dudosa procedencia.
Hasta ahora, he ido rifle en mano sin compasión por nada. Ha sido divertido, pero había una parte de mí que golpeaba con fuerza pidiéndome que hiciese caso al título del juego. Demonios, antes que nada, Rockstar creó una saga centrada en los coches y durante mi regreso al modo multijugador no los he tocado ni con un palo.
Sí, tengo un lamentable Maibatsu Penumbra desde que di mis primeros pasos en Los Santos y me da vergüenza sacarlo a dar una vuelta por la calle. Es feo, lento y solo los hermanos Houser saben por qué sigue en mi garaje. Más allá de que algún día terminará en el desguace, me hice con uno de mis coches favoritos con un objetivo: dejarlo niquelado.
Pintura aquí, pintura allá
¿Cómo? ¿Qué cuál es mi coche preferido de GTA Online? No sé si es el que más me gusta, pero desde luego tiene un lugar especial en mi corazón el Declasse Sabre Turbo. Ya sé que os encontráis 547 por las calles de la ciudad, pero su estética me fascina. Le pido amablemente a un conductor que me preste el suyo y me voy a Los Santos Custom (Customizadores, para los amigos).
Llego al que está cerca de la guarida de Lester y me preparo. Evidentemente, no tengo el nivel suficiente ni he acumulado la cantidad necesaria de carreras como para tener todo lo que me gustaría desbloqueado. No voy a poder poner el mejor motor, la mejor transmisión o los mejores frenos, pero muchas veces se trata, ante todo, de aparentar. Así entré en el taller:
Al igual que John Hammond en Jurassic Park, aquí no vamos a escatimar en gastos. Me puedo permitir perfectamente el lujo de dejarme unos 109.000 dólares en pintarlo todo y dejarlo perfecto. Eso sí, estuve con el número 112 marcado en el móvil porque casi me da un soponcio viendo los precios de las llantas cromadas y los claxon que suenan en bucle.
Existen los golpes en GTA Online y luego está Rockstar intentando que me deje varias decenas de miles de dólares para que al pulsar la bocina comience a sonar la melodía de GTA IV. En cualquier caso, es momento de introducirme en el bajo mundo que se mueve entre las carreras ilegales y las quedadas masivas.
Toca quemar rueda
Ahora que tengo un coche que lucir y del que estar orgulloso, es momento de contestar a una de las incesantes llamadas que recibo en mi móvil. Hao, que se pone más pesado de la cuenta en ocasiones, me cita en un garaje de Vinewood. Quiero probar qué es lo que puede ofrecerme la actualización de Los Santos Tuners, lanzada el año pasado.
Un brutal Grotti Turismo Classic me mira con ojitos y me subo a él. Hao me pone un reto que es poco menos que un chiste: superar su mejor marca recorriendo un tramo de la ciudad. A pesar de que termino sobrado el recorrido, semejante bólido resulta una bestia ingobernable. La dirección es extremadamente precisa y los frenos no me terminan de convencer, así que termino con algún que otro trompo.
¿Sabéis esa situación en la que entráis en una fiesta de disfraces vestidos de emperador romano y nadie va disfrazado? Así me sentí cuando vi lo que se cuece en la nave industrial de Mimi. Deportivos de ultra lujo, luces de neón por debajo de las carrocerías, coches haciendo que la suspensión sea poco menos que un trampolín y humo de colorines. Pues mi coche enciende los faros delanteros...
Aquello parece la mítica reunión en el parking de Fast & Furious Tokyo Drift, clandestinidad a tope. La gente parece sacada de un videoclip de LMFAO y me da la impresión de que todo el mundo me mira, porque estoy fuera de lugar. El cotarro lo dirige la propia Mimi, que me hace pagar 50.000 dólares para hacerme socio. Una vez que ves los precios de Los Santos Custom, ya nada me sorprende.
Pero oye, entiendo esa relación entre lo que veo y lo que juego. Al final, hay que trasladar de alguna forma estas quedadas al propio gameplay y para ello están las carreras, ya sean urbanas o de persecución. No solo hay formatos exclusivos de competiciones, sino que hay descuentos en ropa y modificaciones especiales en el taller. Motivos para volver, oiga, sobre todo cuando tengo una mejora gratis.
Eso sí, no puedo usarla porque no tengo un súper deportivo que rompa todos los límites de velocidad. Eso llegará más adelante, cuando llene piscinas con billetes. Mientras, me doy una vuelta por el aparcamiento y me gusta lo que veo. Con un toque al botón, veo qué coche está expuesto y me lo anoto por si me interesa. Pero me han encantado dos cosas.
La primera es poder conseguir un Pegassi Zentorno por la cara, simplemente completando una misión durante varios días. Un cochazo tremendo por el que ardo en deseos de tener en mi colección. La segunda es que hay coches que se pueden probar. Parecerá una tontería, pero se agradece no tener que hipotecar tu apartamento antes de comprar un coche en Southern San Andreas Super Autos.
Con suerte, hasta mi coche puede llamar la atención de los demás, que los interesados en él le pidan a Hao una réplica y compartir los beneficios. Es un sistema en el que el gusto estético y el incremento de mi cuenta bancaria se relacionan, lo cual me agrada. No sé si mucha gente pedirá un modelito como el mío, aunque yo hice lo que pude. Juzguen ustedes mismos.
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