Análisis de Sonic Colors: Ultimate, la celebración de los 30 años de la superestrella de SEGA

El tiempo ha demostrado que la mayor característica de Sonic no es su velocidad supersónica, sino el arrollador carisma que desprende. Ese espíritu atrevido que hace atemporal la identidad de la SEGA de los 90. Y eso no solo es una ventaja, sino también es un arma de doble filo: las expectativas puestas en cada nueva entrega no igualan la excelencia de sus clásicos. Eso sí, hay excepciones y Sonic Colors es una de ellas.

Quizás por ello, y por suerte para todos, SEGA ha decidido ir a lo seguro y recuperar la magia y emoción de Sonic Colors con una versión definitiva (Ultimate) aprovechando la celebración del 30 aniversario de su abanderado. ¿El resultado? Un grato reencuentro en el que los pequeños cambios están al completo servicio del renovado apartado visual.

Algo que puedes ver con más detalle en nuestros 15 minutos de gameplay en el que superamos a velocidades absurdas el primero de los actos del juego.

¿Relanzamiento, remasterización o remake? Es normal que aquellos que jugasen al Sonic Colors original hace más de diez años se encuentren con que casi todo está en el mismo sitio en el que lo dejaron. Pero también es injusto sacar la conclusión precipitada de que el tiempo le ha sentado muy bien al trabajo de Sonic Team: Blind Squirrel Entertainment abrillanta, acicala y firma esta revisión del juego de Wii para los sistemas actuales.

Así, Sonic Colors: Ultimate supone una segunda oportunidad para un juego esencial para entender y disfrutar del legado de Sonic moderno. Una de las pocas entregas realmente celebradas de los últimos años. Pero no es un simple reescalado de resolución y rendimiento: también se han introducido cambios sutiles pensados para hacer la aventura más disfrutable. Incluso, para los nuevos fans del pizpireto erizo de las zapatillas coloradas.

Sonic se deja las suelas en un parque de atracciones interestelar

Tras años de fechorías, el malvado Dr. Eggman ha decidido redimirse con Sonic y sus amigos construyendo un colosal parque de atracciones en el espacio. Los grandes genios siempre piensan a lo grande y, bueno, digamos que el archienemigo de nuestro héroe tiene mucho por lo que pedir perdón.

De hecho, la enorme estación interestelar está repleta de atracciones, loopings imposibles, luces de mil colores y mares de exquisitos dulces. Una cosa así no pasa desapercibida, y tanto Sonic como su fiel amigo Tails deciden adelantarse a la gala de inauguración. La paciencia nunca ha sido una cualidad de nuestro erizo favorito.

Ahora bien, ¿cómo hace Eggman para pagar la luz de ese colosal paraíso de neón y engranajes? Esa es la parte no tan buena de la historia: el parque funciona gracias a la energía que emanan unos pequeños extraterrestres llamados wisps, los cuales -como se intuye- trabajan esclavizados y en cautiverio. Sonic no se quedará de brazos cruzados, sobre todo cuando ya tiene la excusa perfecta para perderse dando vueltas por el parque interestelar.

En lo jugable, Sonic Colors sigue la estela del grueso las entregas protagonizadas por el Sonic moderno: niveles diseñados para recorrerse en un suspiro a través de tramos pasilleros, sobre railes y atravesando loopings a velocidades absurdas; dejando la puerta abierta a la investigación de rutas alternativas y secretos. Y, como en estos, se pierden tanto la verticalidad como las sensaciones laberínticas de los clásicos de Mega Drive en favor del puro espectáculo de ver al propio Sonic corriendo de punta a punta de cada nivel. Eso sí, vaya espectáculo.

Sonic vuelve a lograr que el jugador se quede alucinando cuando alcanza su máxima velocidad, y el modo en el que se desenvuelve entre resortes y tramas desata un vendaval de emociones. Desafortunadamente, la agilidad y versatilidad del Sonic clásico, el que nos enamoró en Mega Drive, se queda por el camino: el nuevo Sonic puede rebotar en las paredes, impulsarse y deslizarse, pero a veces le cuesta más de lo deseado hacer saltos simples en los tramos de scroll lateral.

Sonic Colors: Ultimate replantea el esquema de control de Wii y prescinde de los movimientos por gestos para centrarse en lo que ofrecen los mandos tradicionales. Y, si bien, cuando no va flechado le cuesta desenvolverse con la soltura de su contrapunto pixelado, Blind Squirrel Entertainment se cura en salud permitiendo que el jugador configure cada uno de los botones a su gusto. Aunque, siendo sinceros, las reacciones y físicas del propio Sonic podían haberse pulido bastante más con respecto al juego de 2010.

En total, Sonic Colors: Ultimate se compone de siete variadísimos actos con la forma de un enorme parque de atracciones que, poco a poco, va mostrando sus engranajes y su verdadera naturaleza. Ahora bien, a la acuñada fórmula del Sonic moderno hay que añadirle el toque distintivo de esta entrega: al repertorio de habilidades y movimientos habitual de nuestro héroe se le suma el poder de los propios wisps, los cuales funcionan a modo de Power-Up y añaden nuevas capas de variedad y contenido a cada escenario.

Cada wisp ofrece a Sonic un tipo diferente de poder en función de su color, permitiéndonos llegar a puntos inaccesibles de cada escenario o desenvolvernos de nuevas maneras a lo largo de la propia partida. Por ejemplo, Sonic saldrá disparado en forma de láser con el wisp de color cian, pudiendo colarse en los puntos eléctricos o rebotar en determinadas superficies.

Eso sí, como buen juego de plataformas, antes de poder acceder al repertorio completo de nuevas habilidades de Sonic deberemos liberar todos los tipos de wisp, incluyendo al nuevo wisp de color jade, creado para esta edición definitiva, que nos permitirá atravesar casi cualquier tipo de pared.  Y ojo, que no es la única novedad que encontraremos en Sonic Colors: Ultimate.

Novedades y detalles que lo hacen más disfrutable

El máximo reclamo de Sonic Colors: Ultimate es el salto de calidad que muestra en pantalla. El juego que llegó a Wii en 2010 ahora luce en flamantes 4K y a unos fluidísimos 60fps en las consolas PlayStation y Xbox. A esto hay que sumar un elemento clave adicional: el sistema de iluminación es completamente nuevo, de modo que los niveles nocturnos y colmados de luces ganan más detalle y nueva vida.

Teniendo en cuenta el ritmo y la velocidad de lo que ocurre en pantalla en Sonic Colors: Ultimate, se trata de cambios que le sienta de escándalo al conjunto. No lo suficiente como para lucir nuevos, pero sí para volver a fascinarnos.

Dicho lo cual, que se trate del mayor atractivo de esta nueva versión no significa que Blind Squirrel Entertainment se haya limitado a pulir el aspecto de Sonic Colors: la visión original del juego de Wii es que fuese un juego que niños pudiesen disfrutar, y se han introducido montones de cambios y ajustes para que esa premisa sea todavía mayor.

• De entrada, ya no existe un límite de vidas ni la frustración de perderlas. Si logramos reunir 100 anillos ganaremos un tiempo de invencibilidad.
• Además, las vidas extra tradicionales se han sustituido por un nuevo objeto de juego (una especie de globo con la forma de Tails) que nos permite regresar al último lugar en el que estuvimos a salvo. Y sí, son acumulables.
• Por otro lado, el recuento de coleccionables en partida y desde el mapa de juego es mucho más visual. Y también se ha buscado señalizar más y mejor la localización de los wisps o los puntos de caída del escenario letales, entre otros aspectos.

El Sonic Colors original no era precisamente difícil, pero esta versión Ultimate busca y logra hacerse más accesible para todos los públicos. Eso sí, también se añaden novedades a las mecánicas de juego realmente interesantes para los fans que desean romper sus propios récords de velocidad, empezando por un nuevo sistema de turbo teledirigido en salto que, ejecutado en el momento clave, recarga nuestra barra de velocidad. Y eso da mucho juego.

Por su parte, Blind Squirrel Entertainment ha aprovechado para añadir dos extras que elevan todavía más la rejugabilidad y duración de Sonic Colors: Ultimate frente al original:

• Obteniendo un nuevo tipo de monedas doradas repartidas por las diferentes escenarios podremos personalizar el aspecto de Sonic, incluyendo sus guantes, zapatillas o la propia estela que deja al correr a toda velocidad. ¿Quisiste tener unos guantes púrpura cromados?¡Esta es la tuya!

• Además, se añade el Rival Rush, un nuevo tipo de desafío en el que podremos desbloquear recompensas a base de medirnos en velocidad con el mismísimo Metal Sonic.

El apartado sonoro Sonic Colors: Ultimate de también recibe una doble alegría. A diferencia del juego de 2010, Sonic, Tails, Eggman y compañía ahora hablan en español, además de otros idiomas. Además, se ha remezclado toda la banda sonora original, incluyendo el tema principal. Pero con un sencillo ajuste recuperaremos las piezas originales.

Si bien, Blind Squirrel Entertainment ha sabido aprovechar la oportunidad de traer de vuelta Sonic Colors y ser respetuoso con el juego original, también ha sabido aderezarlo con montones de pequeños ajustes y detalles que redondean más la experiencia y elevan las horas de juego original. Y eso hace que nos preguntemos, ¿este relanzamiento es la mejor manera de celebrar los 30 años de Sonic?

La opinión de VidaExtra

Regresar a Sonic Colors ha sido reencontrarme con los sentimientos que tuve hace diez años al disfrutarlo en Wii. Quizás, como juego, no iguale la excelencia de la trilogía de Mega Drive o suponga ese golpe sobre la mesa que dio Sonic Adventure en Dreamcast, pero logra impresionar con su espectacular diseño de niveles y retenerte a los mandos hasta completar el acto en el que estás. A repetir el último nivel para subir la puntuación lograda. Incluso, te invita a avanzar un poquito más para ver qué es lo que se cuece en el siguiente.

Aquí ya entran en conflicto el carisma propio de Sonic y lo que hubiese ocurrido si el héroe de la aventura fuese otro. Queda claro que Sonic Colors:Ultimate es mejor que el original en aspectos clave como su renovada presentación o sus acertadas novedades, las pequeñas y las más notorias, pero a nivel de contenidos le falta ese reclamo nuevo que sirva como regalo de aniversario a los que ya lo jugaron.

Si bien Sonic Colors ya era un gran juego hace 10 años, a esta edición definitiva, o Ultimate, se le escapa algo que redondee el reencuentro y lo haga todavía más especial. Al menos, una sorpresa mayor que lo haga digno de ser el videojuego con el que se celebran los 30 años de Sonic.

Sonic Colors Ultimate es una nueva oportunidad para disfrutar de una aventura que no merece ni debe ser olvidada. No es el mejor juego de Sonic, desde luego, pero cumple con su doble cometido de contentar a los segueros de siempre y a esa nueva generación de fans que han descubierto al erizo de zapatillas coloradas en la pequeña y la gran pantalla. Y, si bien, se queda a las puertas de ser la gran celebración del rico legado de Sonic en los videojuegos, sí logra robar una sonrisa a todo el que se lanza a velocidades absurdas hacia ese disparatado parque de atracciones colmado de emociones y color.