Análisis de Prince of Persia: The Lost Crown: Ubisoft regresa por todo lo alto con un metroidvania que ficha para lo mejor de 2024

Una de las épocas doradas de Ubisoft fue a mediados de los 2000 cuando trajo de vuelta a la palestra una de las franquicias de aventuras y plataformas más queridas. Prince of Persia conquistó por completo la generación de los 128 bit con una apuesta por la acción dinámica y una visión rompedora del diseño de niveles, aunque aquel buen hacer se diluyó con el paso del tiempo.

14 años han pasado desde la última entrega de la saga y al fin podemos volver a disfrutar de una de las series que más nostalgia generan en la industria. Prince of Persia: The Lost Crown es la primera apuesta de la compañía francesa -más allá del remake de Las Arenas del Tiempo- para revivir la IP y os lo puedo confirmar: estamos ante una auténtica maravilla.

¿Cómo que es un metroidvania?

Eso mismo pensé yo cuando tuve la oportunidad de jugar por primera vez a la obra y resulta llamativo que Ubisoft Montpellier no se haya preocupado de destacar el género del título. Sí, estamos ante un metroidvania de tomo y lomo, de los que se jacta de poseer un mapa enorme y de que tengamos que recorrerlo varias veces para descubrir nuevas zonas por las que avanzar.

Esto es debido a que visitaremos el extraño monte Qaf, lugar al que ha sido llevado por la fuerza el príncipe Ghassan de Persia y será nuestro deber como miembro de los Inmortales el salvarle. Controlamos a Sargon, el más joven de un grupo que está especializado en diferentes disciplinas y se jacta de defender a la corona con fiereza ante cualquier amenaza. Sin embargo, todo se complica en cuanto ponemos un pie en el escenario principal, ya que podremos comprobar de primera mano que el tiempo no fluye como debería y que las ramificaciones temporales son una constante por cada pasillo.

Ya sea por el Bosque Hircaniano, la Ciudad Alta o los Archivos Sagrados, todas y cada una de las zonas presentan un trabajo excelente en cuanto al equilibrio entre desafío e invitación a explorar. Más de una decena de biomas os aguardan repletos de pinchos, mecanismos mortales, plataformas tramposas y un sinfín de retos a superar haciendo piruetas de todo tipo. Es una delicia moverse con el protagonista entre saltos contra las paredes, esquivando en el último segundo un obstáculo o deslizándonos por debajo de cualquier peligro.

No solo habrá que dominar las acrobacias de Sargon para dirigirnos por el camino principal, sino que podremos hacer lo propio en secciones secundarias con jugosas recompensas. ¿Quieres conseguir esa moneda de Jerjes que se encuentra al final del pasadizo? Pues vas a tener que evitar todas las amenazas sin fallar ni una vez en la ida y en la vuelta, lo cual termina por picar al más pintado porque ves que tienes a tu alcance un premio muy apetecible. Evidentemente, no siempre podremos llevar a cabo estos retos porque no habremos obtenido los poderes necesarios.

Como en todo buen metroidvania que se precie, Prince of Persia: The Lost Crown va regando el progreso de hasta seis poderes temporales. De esta forma podremos usar el doble salto, visualizar objetos de otra dimensión o hacernos con un dash muy valioso (y que es un guiño directo a las carreras por las paredes de hace 20 años). Sin ellos no será posible avanzar hacia nuevos terrenos y en la combinación de todos hallaremos la fórmula del éxito para seguir adelante.

Colócate en la casilla de salida, agárrate a un mástil, sal disparado hacia delante y proyecta una sombra tuya, teletranspórtate a ella en cuanto la trampa la haya superado, agárrate a un soporte en un muro y lanza el chakram para acercar una plataforma más hacia ti. Esta secuencia, y muchas otras, es posible a lo largo de la partida y sin llegar a la frustración de que parezca imposible.

Si aún así resulta demasiado o sencillamente no podemos acceder al cofre que está a la vista, podemos hacer uso de un recurso que brillantemente han implementado los desarrolladores franceses. Los fragmentos de memoria son fotografías que podemos realizar de cualquier lugar que deseemos del mapa, para recordar qué es lo que nos interesa de ese punto y que no podemos llevar a cabo en ese momento. Un auténtico avance en el género que facilita la exploración y no tengamos que tomar notas de en qué lugar nos hemos olvidado un detalle.

Por otro lado, no faltan en la ecuación las misiones secundarias y los secretos perfectamente ocultos. Nos toparemos con muros falsos que esconden algún que otro objeto valioso -o hasta un reto que sí que nos sacará de nuestras casillas- y contaremos con tareas que se deben resolver con el paso de la partida, tales como desvelar una profecía a través de las arenas del tiempo o averiguar qué clase de misterio unifica a todos los biomas.

El arte de dominar el tiempo

Ya podríamos tener suficientes problemas campando a nuestras anchas por Prince of Persia: The Lost Crown como para enfrentarnos a peligros en forma de más de 65 enemigos diferentes. Sí, no se tratan de contricantes al que se les cambia el color, sino monstruos que viven en cada una de las regiones. Es por ello que podemos toparnos arpías en las alturas, medusas eléctricas entre las mareas, insectos venenosos en las profundidades de las alcantarillas y no muertos por doquier. En la variedad está el gusto y todos ellos poseen un arsenal de ataques tremendo que progresivamente iremos interiorizando.

Por no hablar de los nueve jefes principales contra los que luchar y unos cuantos jefes medios en mitad del camino que pondrán a prueba todo lo que hayamos aprendido hasta el momento. Si eres un amante del parry, es necesario que sepas que Ubisoft Montpellier abraza con fuerza la disciplina de bloquear en el momento correcto. Contamos con dos espadas como armas base, junto a un arco con flechas limitadas y el chakram, y estas sirven para defendernos de tres tipos de ataques enemigos.

El primero de ellos es uno sencillo que puede ser bloqueado sin problemas; el segundo muestra en un color rojo que lo que mejor que podemos hacer es esquivar si no queremos comernos un guantazo inevitable, y por por último se halla el que revela una luz amarilla. Si conseguimos hacer parry en ese envite, el juego nos recompensará con una secuencia espectacular en la que Sargon aniquila de un golpe a la criatura o, por lo menos, le provoca un daño realmente grave. Esto sucede también con los jefazos y vale muchísimo la pena intentar parar las embestidas, pues es una delicia ver cómo el protagonista les rompe los morros o realiza un tajo dolorosísimo.

Con todo, lo normal es aniquilar a cualquiera que se ponga delante de nosotros con un festival de combos sin igual. El repertorio de Sargon es extenso y no se basa necesariamente en una combinación de botones compleja como si se tratase de un juego de lucha. La forma de fluir en la batalla es mucho más intuitivo, pudiendo cargar de energía las espadas, repartir flechazos directos al pecho, lanzar al contrincante por los aires o hacer uso del Athra, una energía muy especial. Esta nos permite acceder a 10 habilidades especiales -solo podemos escoger dos en cada momento- de carácter ofensivo o defensivo y que resultan en puestas en escena igualmente remarcables.

Zonas temporales donde curarnos, flechas gigantescas o caídas desde el cielo devastadoras se encuentran entre un repertorio que no obtendremos de forma obligatoria, sino que habrá que explorar cada rincón para hallarnos con una nueva. La selección de cuál queremos llevar encima es tan importante como la de los amuletos que va a portar Sargon. Un collar luce en el pecho del personaje y es ahí donde podemos colocar potenciadores pasivos, tales como aumentar la salud máxima, recibir más energía Athra cuando hacemos parry o añadir un golpe extra al final de cada remate. Es importante buscar hasta debajo de las piedras para hacernos con la mayor cantidad posible de los 38 talismanes disponibles.

Eso sí, a pesar de haber jugado en difícil no me he topado en verdaderos problemas nunca. Es cierto que la dificultad escala poco a poco, pero el jefe que más me ha costado me habrá llevado unos siete intentos antes de derrotarlo. Ni siquiera la batalla definitiva se libra de esta condición, aunque es cierto que el estudio nos permite modificar parámetros como el daño enemigo, el propio y muchos más para que la experiencia sea la mejor posible.

Explora, descubre y desvíate del camino

¿Es una aventura en solitario la de Prince of Persia: The Lost Crown? Desde luego que no podemos jugar con otra persona, pero sí que hallaremos a curiosos aliados a lo largo del viaje. Fariba es una extraña niña que no solo nos proporciona un buen trozo de mapa por unos cuantos cristales, sino que será la figura a la que recurrir cuando no tengamos claro hacia donde dirigirinos. Previo paso por caja, nos regalará una estupenda pista como guía.

La Maga actúa como la mercader que posee toda clase de artículos de gran utilidad. Nuevos amuletos, mejoras para las pócimas curativas, monedas de Jerjes y un buen abanico de amuletos conforman sus ofertas, mientras que Kaheva es una diosa herrera. Su único propósito es potenciar todavía más los sortilegios, el arco o las espadas, por lo que una visita a sus acalorados designios es fundamental. Finalmente, Artaban se alza como el responsable de inculcarnos los fundamentos del combate y es más que recomendable acudir a él. Sus lecciones son sorprendentemente buenas, ya que muestra una perspectiva que jamás se me hubiese ocurrido sobre cómo usar los diferentes poderes de Sargon.

Todos ellos los podemos encontrar en el Refugio, un punto intermedio en el mapa donde nada malo nos puede ocurrir. Siempre podremos acudir allí desde un altar de viaje rápido, los cuales están desperdigados por toda la geografía del monte Qaf. Un terreno que he querido pulir de arriba a abajo antes de la clásica batalla final, pues todavía me quedaban tareas por hacer y zonas del mapa que seguían oscurecidas. Es muy habitual perderte entre tantos rincones, pero en el buen sentido, ya que siempre hay un reclamo para desviarte y explorar qué hay más allá.

Hay mucho lore por descubrir en forma de anotaciones en piedra, pergaminos y objetos varios, pero lo cierto es que adolecen de provocar un interés verdadero. Los detalles de trasfondo para Prince of Persia: The Lost Crown no son un motivo de peso para continuar, aunque la trama principal sí que logra que mantengamos la atención. Todos esos coleccionables no sirven para nada, más allá de querer profundizar en relatos sobre el pasado del monte y lo mismo sucede con los propios secundarios, ya que no se profundiza demasiado en ellos. Al menos sí que podremos deleitarnos entre tanto paseo con el genial apartado artístico, el cual es de estilo comiquero y le sienta como anillo al dedo.

Cabe mencionar que el rendimiento a lo largo de mis 18 horas de juego ha sido excelente en la versión de PC. Ni un solo bug, error o fallo, ni el más mínimamente reseñable y siempre fluyendo a una tasa de 60FPS/1440p con los gráficos en Ultra. No hablamos de un título exigente en sus requisitos, pero demuestra lo pulido que llegará al público.

La opinión de VidaExtra

La mejor Ubisoft está de vuelta y, aunque no sabemos cuánto tiempo va a durar esta felicidad, es digno de celebrarse. Prince of Persia: The Lost Crown es un metroidvania como la copa de un pino, excelentemente diseñado, con motivos para perderse en su mundo y, sobre todo, divertido. La compañía francesa se olvida de los pases de batalla, microtransacciones y otras puestas en escena que tan mal le han funcionado en el pasado para volver a sus raíces.

La vuelta de tuerca a la franquicia del príncipe es fenomenal y se siente como un soplo de aire fresco inesperado. Controlar a Sargon es una maravilla, siempre apetece hacer uso de sus habilidades, los combates se valen de cinemáticas brutales y todo funciona como reloj suizo. Seguramente el trasfondo de la trama sea el punto débil de un juego que no se mide por la narrativa, sino por nuestra maestría mientras agarramos el mando.

Cada zona de plataformeo demuestra que en Ubisoft Montpellier ha puesto mucho mimo en que el reto sea desafiante, pero justo. La marea de enemigos que se opondrán a nuestro paso solo se ve solapada por unos jefes finales que sí, son más complicados que sus secuaces, pero están lejos de ser un desafío notorio. Al menos podemos modificar cada pequeño detalle de la dificultad para que los obstáculos sí que supongan un problema, por lo que la experiencia es tan complicada como nosotros queramos.

En cualquier caso, ojalá Ubisoft mantenga esta línea, no solo para el retorno de Las Arenas del Tiempo, sino para el resto de sus proyectos. Lo necesita la compañía de Yves Guillemot y lo estamos esperando todos nosotros. El 2024 no podía empezar de mejor manera.

Precio de Prince of Persia: The Lost Crown

Podéis haceros con Prince of Persia: The Lost Crown en su versión básica para Nintendo Switch, PS4, PS5, Xbox Series X/S y Xbox One por 49,99 euros en su P.V.P., tanto en formato físico como digital. Por el contrario, la Deluxe Edition únicamente se puede conseguir en formato digital por 59,99 euros en todas las plataformas.

Duración de Prince of Persia: The Lost Crown

En mi caso he tardado 18 horas y 34 minutos en ver los créditos de Prince of Persia: The Lost Crown con un 79,02% del juego completado. Cabe señalar que Ubisoft apunta a una duración de entre 20 y 25 horas para la trama principal, pero yo llegué hasta el último combate a las 15 horas de juego, aproximadamente. Sea como sea, todavía me ha quedado alguna que otra tarea por completar, por lo que para el 100% probablemente haya que acercarse a las 22 horas.

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