En lo que va de año he tenido la oportunidad de probar dos veces uno de los juegos más impresionantes de este 2023, uno de esos títulos que ya te imaginas de antemano que va a ser muy bueno, pero cuando te pones a los mandos te encuentras con una experiencia de las que te deja sin palabras. Eso mismo fue exactamente lo que me sucedió en febrero y también en mayo con Final Fantasy XVI.
He de reconocer que he tenido la inmensa suerte de poder disfrutar del que probablemente sea otro de los grandes candidatos a llevarse el GOTY de este año, porque lo que ha conseguido Square Enix con este capítulo de la franquicia es una auténtica locura. Reconozco que he acabado con las manos un poco molidas por su jugabilidad, pero las cosas como son, ha merecido la pena.
Sabiendo que yo también tuve la oportunidad de analizar The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, unos cuantos me han asaltado con la pregunta de "¿cuál de los dos es mejor?". Lo cierto es que de primeras lo único que hacía era resoplar por tener que responder a semejante duda tan complicada, porque ambas son obras por las que no me cansaré de decir que me encanta ser aficionado a los videojuegos, pero es que al mismo tiempo los dos son muy diferentes.
Sea como sea, ha llegado el momento de la verdad, el de pasar a hablar en profundidad de Final Fantasy XVI y de por qué haríais bien en acudir mañana a las tiendas para haceros con él en el caso de que seáis poseedores de una PS5, porque es un título que, sin ninguna duda, no puede faltar en vuestra colección.
A por la destrucción de los Cristales Madre con una historia digna de enmarcar
Una de las últimas noticias que ha salido a la luz estas últimas semanas sobre el juego es una que hacía hincapié precisamente sobre su trama. El propio Naoki Yoshida, su productor, aseguraba que había pedido expresamente a todo su equipo el que viesen Juego de Tronos para obtener una sensación similar. Pues bien, solo hace falta presenciar la primera media hora, más o menos, para darte cuenta de que el objetivo se ha cumplido.
Es más, a medida que ha ido avanzando la historia no he podido evitar acordarme varias veces de estas mismas declaraciones por las similitudes entre el argumento y la popular saga creada por George R.R. Martin. Y es que en él no faltan elementos como la venganza, el amor, las guerras, los líos políticos, las traiciones y multitud de giros argumentales que unos sí te los ves venir y otros en absoluto.
Pero vayamos al grano. La trama nos lleva al mundo mágico de Valisthea, una tierra que goza de la bendición de los llamados Cristales Madre, una especie de montañas que rebosan de éter, que a su vez es lo que permite a la población sacar partido de este recurso para mejorar sus vidas. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, porque el mundo poco a poco se acerca a su ocaso tras la aparición de las tierras estigias que están consumiendo el éter y todo a su paso.
Esta situación se convierte en el desencadenante de una guerra entre las diferentes naciones que planean hacerse con el control de los Cristales Madre. Por otro lado, en medio de todo este embrollo tenemos a Clive Rosefield, nuestro protagonista que es el hijo del rey de Rosaria y a su vez el hermano mayor de Joshua, el Dominante del Fénix.
Precisamente ese es otro de los puntos clave de esta historia, porque un número muy reducido de personas cuentan con el poder de transformarse en Eikons, unos monstruos basados en los distintos elementos, de forma que el Fénix representa el fuego, Titán la tierra o Shiva el hielo. Si bien algunos los emplean para hacer el bien, otros no tardan en utilizar su poder precisamente para inclinar la balanza a su favor en las cruentas guerras en las que toman parte.
La demo que se habilitó recientemente deja una buena muestra de todo esto, dado que narra el prólogo a lo largo de las dos o tres primeras horas. Esto mismo nos permite presenciar un acontecimiento tremendamente trágico que hará que la vida de Clive dé un vuelco y le lleve a plantar cara a otros Eikons y Dominantes con tal de destruir para siempre los Cristales Madre.
Esto no es más que una pequeña parte de la emocionante y épica trama que os planteará la aventura, porque en realidad todo va bastante más lejos de lo indicado. Desde luego no he parado de presenciar momentos que me han dejado boquiabierto por los sucesos que tenían lugar, otros con los que me han dado ganas de levantarme de la silla para aplaudir y tampoco han faltado aquellos que me han mantenido en vilo por temor a que se produjesen ciertos infortunios.
Además, otro detalle por el que me ha recordado tanto a Juego de Tronos ha sido por su ambientación, con ese toque medieval, por sus castillos, majestuosas ciudades, pueblos, campos y mucho más. Aun así, en ningún momento deja de ser un Final Fantasy por la forma en la que trata el tema de la magia, los cristales, la presencia de los Eikons y también por la presencia de ciertas criaturas y jefes finales que resultarán muy familiares a los seguidores de la saga.
Personalmente, a mi me encantó Final Fantasy XV por su trama, pero también soy consciente de que tiene sus detractores. Pues bien, con este capítulo es imposible ponerle pegas porque es sobresaliente de principio a fin, con un ritmo fabuloso y de los que hace que no quieras soltar el mando durante las decenas de horas que dura. Es más, no me tiembla la mano al afirmar que a nivel argumental es uno de los mejores videojuegos que más me ha atrapado en toda mi vida.
Y eso mismo no solo se consigue con el ritmo tan excelente que mantiene, sino también por su amplísimo elenco de personajes. El protagonista indiscutible es Clive, aunque hay decenas de aliados que se sumarán a su causa con sus propias historias, personalidades, motivaciones y formas de ser que hacen que resulte imposible no pillarlos cariño. En este sentido, pese a no hablar, se merece una mención especial Torgal, el perro que nos acompaña en todo momento.
Pero los personajes principales del bando de los héroes no son los únicos que destacan. Esto mismo incluye a los villanos, porque hay un par de ellos, que no voy a nombrar para no hacer spoilers, que me han parecido brillantes. No voy a negar que les habré pillado mucho odio, pero es que precisamente eso es lo que hace inolvidable a un malo en condiciones, que desprenda un gran carisma, pese a ser alguien que deseas machacar con todas tus ganas.
El mayor festival de tajos y magias que os podéis encontrar
Dejando de lado la parte argumental, toca hablar de otro de los pilares fundamentales de Final Fantasy XVI, como es su jugabilidad. Un apartado que ha sido criticado por numerosos usuarios quejándose de cómo es posible que la saga se aleje de los combates por turnos para apostar por un RPG de acción puro y duro. Sin embargo, yo lo considero simplemente evolución y tratar de apostar en otro terreno que no tiene por qué ser necesariamente algo malo.
Es más, no es el primero de la serie que se ha decantado por algo así, dado que Final Fantasy VII Remake o Final Fantasy XV también están más enfocados a la acción directa, pero también hay que reconocer que este inminente título lleva todo esto más lejos todavía. Ahí es cuando se nota que Ryota Suzuki, el responsable del sistema de combate de Devil May Cry 5, está detrás de todo esto por lo frenético e impactante que resulta constantemente.
La estrategia de planear a conciencia cada ataque y movimiento durante los turnos ha quedado de lado para presentarnos un puro machacabotones. Precisamente por eso indicaba al principio del análisis que he terminado con las manos un tanto molidas, porque no paras de presionar los distintos botones para repartir tajos sin ton ni son con todo enemigo que se te ponga por delante.
La jugabilidad es muy sencilla de aprender, porque básicamente se resume en atacar sin parar con un botón para ello, esquivar los impactos con otro, un tercero para disparar bolas de energía desde lejos con la magia y también hay otros destinados a utilizar las habilidades especiales de los Eikon que se van desbloqueando. No obstante, sobre el papel parece todo sencillo, pero llegar a dominar a conciencia las capacidades de Clive es otro cantar.
Y digo solo Clive porque es el único personaje que se controla en todo momento, pese a que en ciertos momentos cuente con la ayuda de otros personajes, sobre todo de su inseparable perro Torgal. Todos ellos es la inteligencia artificial la que se encarga de que actúen por su cuenta, aunque en el caso de Torgal somos nosotros los que podemos darle órdenes para que realice ciertos ataques o incluso nos cure levemente las heridas.
Volviendo a las habilidades de Clive, el motivo por el que el juego obliga a darlo todo a los mandos se debe a que el ponerse a atacar como si no hubiese un mañana sin importar nada más se puede hacer con los enemigos normales. En cambio, con los élite, minijefes o los propios jefes finales, eso supone un auténtico suicidio porque ninguno de ellos se anda con chiquitas y al menor descuido nuestra barra de vida se puede reducir drásticamente.
Por eso no hay que perder de vista ni un instante todo lo que sucede en pantalla, aunque también hay que reconocer que los combates son tan increíblemente alucinantes que no lo haréis bajo ningún concepto con tal de no perderos ningún detalle de lo que estáis presenciando. Cada batalla es un espectáculo asombroso por la cantidad de efectos, rayos, explosiones, números, etc., que van desfilando por todas partes. Por todo ello, por mucho que pueda resultar agotador por tener que pulsar tantos botones y por la tensión que nos hace vivir el juego en algunos momentos, siempre te deja con ganas de librar una batalla más.
Podéis tener por seguro que la aventura tiene combates para dar y tomar y estos mismos están muy bien alternados con las partes argumentales para que el ritmo no decaiga y no se centre principalmente en una de estas dos secciones en concreto. De hecho, a veces hasta viene bien y todo para tomar un descanso entre tantísima acción, porque desde luego hacía tiempo que un videojuego no me hacía sudar la gota gorda. No por su dificultad, sino por tener que presionar tantísimos botones y tener que estar tan atento a alternar las distintas habilidades de Clive para triunfar, lo que no quita que en algún que otro enfrentamiento la dificultad da un buen salto.
Eso sobre todo es algo que se nota con los enemigos que no son simples monigotes que están ahí para recibir palos, porque en esos casos más puntuales disponen de una barra secundaria, la barra de ímpetu, que hay que reducir a toda costa para lograr que pasen a un estado de vulnerabilidad. Es en ese instante cuando hay que utilizar nuestras mejores bazas, porque los adversarios quedarán aturdidos brevemente y recibirán más daño de lo normal, pasando a ser una oportunidad que no hay que desaprovechar en absoluto. Ahí debo de insistir en que estos enemigos especiales son huesos muy duros de roer y no tendrán ningún tipo de contemplaciones a la hora de hacernos morder el polvo.
Por lo tanto, el juego también nos invita a aprendernos bien los patrones de los enemigos, porque la esquiva es fundamental para no sufrir demasiado en cualquier encuentro. Es más, en algunos es algo indispensable a tener en cuenta porque determinados enemigos no paran de ejecutar ataques especiales o que recorren casi toda la pantalla, así que hay que prestar atención a cada uno de sus movimientos para buscar la oportunidad perfecta para contraatacar con todas nuestras fuerzas.
De todos modos, si a alguno se le atraganta demasiado la jugabilidad, los desarrolladores han pensado en todo para que el juego pase a ser muy accesible para cualquiera que se ponga a los mandos. Ahí es donde entran en escena los emblemas, unos objetos que se pueden equipar a Clive para aumentar sus estadísticas u otorgarle capacidades extraordinarias, como el hecho de ejecutar ataques especiales automáticamente son solo atacar sin más, el ralentizar la acción cada vez que nos vayan a atacar o que Torgal actúe por su cuenta sin que nosotros le ordenemos nada.
Así, en lugar de establecer distintos niveles de dificultad, cada uno puede adaptar la jugabilidad a lo que prefiera y más se amolde a su estilo o habilidad. En mi caso he de reconocer que el único que utilicé fue el de Torgal para poder centrarme en lo que hacía yo únicamente y dejar a la inteligencia artificial que me echase un cable cuando quisiese, pero lo cierto es que son elementos muy útiles para que así los combates no puedan suponer una barrera para nadie, sin importar su experiencia.
Por otra parte, los que se queden con ganas de más y de un verdadero reto en condiciones, podrán rejugar la aventura con el modo Final Fantasy en el modo New Game Plus, porque ahí los enemigos se vuelven más poderosos, más duros y numerosos, así que supone una forma maravillosa de disfrutar de nuevo de esta aventura.
Un espectáculo audiovisual de los que deja sin palabras
Sobre el apartado gráfico y sonoro quería hablar aparte porque también son otros puntos fundamentales que hacen que el juego se vuelva tan imprescindible. Es cuando te pones a jugar cuando entiendes por qué Final Fantasy XVI solo ha salido a la venta en PS5 y no en la generación anterior, porque lo que se ha conseguido a nivel visual con esta entrega está simplemente a otro nivel. Desde luego exprime al máximo el potencial de la consola de Sony para brindarnos una experiencia que en infinidad de momentos roza el realismo.
No me quiero ni imaginar la cantidad de tiempo que se habrá depositado para lograr algo así, porque gracias a cómo te atrapa el argumento y a lo bestiales que lucen todos los personajes, a veces te olvidas por completo que estás ante un videojuego, porque parece una película y personas de verdad de carne y hueso. Eso sobre todo en las secuencias cinemáticas que son sin duda para quitarse el sombrero.
Y esto hablo únicamente de las partes más relajadas en las que los personajes simplemente están hablando sin más, porque lo de las batallas entre los Eikons es una auténtica locura. Para mí al menos no he visto jamás algo tan brutalísimo como esos encuentros. Ninguna otra serie, película o videojuego que me venga a la mente me ha dejado tan impactado como estas batallas en las que simplemente no daba crédito de todo lo que estaba presenciando y que sobre todo un videojuego fuese capaz de alcanzar ese nivel gráfico tan apoteósico.
Sinceramente, me da igual que en muchos momentos estas batallas estén coreografiadas y se limiten a pulsar botones con quick time events, porque son tan sensacionales que lo único que te importa es limitarte a presenciar el espectáculo tan colosal que te está ofreciendo el juego. Por supuesto la mayor parte del tiempo es uno mismo el que se tiene que sacar las castañas del fuego como un combate normal y corriente, pero los momentos cinemáticos te hacen desear no parpadear para no perderte absolutamente nada de lo que está pasando.
Además, los encuentros contra cada Eikon son completamente diferentes entre ellos. Por si no fuera suficiente, cuando crees que el juego no te puede sorprender más todavía en este aspecto, de repente lleva el espectáculo a un nivel más grande. Por mucho que creas y digas "esto es insuperable", al final algo acaba pasando para que te quedes sin palabras. Por eso doy gracias de que exista la posibilidad de rejugar estos encuentros con el modo Desafío, porque son para volver a disfrutar de ellos una y mil veces.
Asimismo, he de recalcar que en mi caso me he decantado en todo momento por el modo rendimiento, el cual lleva la acción a los 60 fps, mientras que las secuencias cinemáticas se quedan en 30 fps. Ahí va en cuestión de gustos de cada uno, pero el juego luce igualmente tan extraordinario en todo momento que al final prefería priorizar un rendimiento mejor en los encuentros por la descomunal cantidad de efectos que tienen lugar en ellos, sobre todo en unos combates tan frenéticos como los de este título.
Sin embargo, he de avisar que los 60 fps no son constantes. Curiosamente, en las batallas con tantísimas luces, explosiones y demás, es raro que la cifra decaiga, pero cuando pasas a zonas más abiertas es cuando al juego le cuesta demasiado rendir en condiciones y prácticamente la velocidad de la imagen se reduce a la mitad. Es una lástima que la velocidad no sea constante, pero al menos en los momentos más clave no me he topado con este inconveniente, por lo que algo es algo.
Con respecto a la banda sonora, esta acompaña a la perfección todos los momentos de la aventura. Uno de los mejores temazos es el que suena en la primera batalla, con la pelea entre el Fénix y el Eikon de fuego, sobre la que hay que reconocer que es, junto con todo lo que viene después, uno de los arranques más fascinantes que se ha visto en un videojuego en los último años.
Cada una de las melodías que suenan durante las batallas, sea cual sea, es para colocarte los auriculares, subir el volumen y ponerlas en bucle. Hay algunas, como "Find the Flame", que encima suenan en los momentos más épicos de toda la aventura cuando estás con el hype que te desborda y se encargan de ponerle la guinda al pastel para que el espectáculo visual y sonoro sea más impactante si cabe. Lo tenéis justo debajo de estas líneas para comprobarlo.
Es en juegos como este cuando te das cuenta de la inmensa importancia que tiene una buena banda sonora en condiciones, porque sin esos temas que se escuchan de fondo no sería lo mismo en absoluto. Incluso alguno os erizarán la piel y os romperán por completo por los momentos en los que suenan, a lo que hay que sumar que algunas de estas melodías son versiones renovadas de algunas de las más populares de la saga. En resumidas cuentas, otro brillante y sobresaliente trabajo del gran compositor Masayoshi Soken, como en Final Fantasy XIV.
Y no me quiero olvidar tampoco del doblaje, sobre el que hay que resaltar que, aparte de inglés o japonés, también está en Latinoamericano y no en castellano, pero al menos el elenco de actores de doblaje que se ha escogido en inglés es espléndido, con unos subtítulos en castellano para no perder ningún detalle de lo que cuentan.
Unas zonas más cerradas frente a otras más abiertas
Se podría decir que el mundo de Valisthea de Final Fantasy XVI se divide en dos secciones diferentes, porque por un lado a veces tendremos que recorrer unos lugares más cerrados y pasilleros frente a otras zonas más abiertas, sin llegar a ser un mundo abierto. Las primeras se definen como fases y son esas las que podemos rejugar las veces que queramos en el modo Desafío.
En ellas básicamente hay que avanzar por el escenario por el único camino que nos va marcando el juego, con una exploración prácticamente nula, por lo que se resumen en machacar a una horda de enemigos en una sección, avanzar, cinemática, otro grupo de criaturas y monstruos y así sucesivamente. Es aquí también cuando tendrán lugar los momentos más inolvidables del juego, sobre todo por las batallas contra los Eikon u otros jefes finales.
Por su parte, los lugares del mapa que nos sitúan en zonas más abiertas nos ofrecen total libertad para ir por donde queramos, dentro de unos límites que están marcados. El problema que reside aquí es que no se termina de aprovechar bien su diseño, porque son escenarios muy vacíos en los que casi no se puede hacer nada. A veces te encuentras en algún momento con grupos de enemigos o algún cofre para abrir, pero prácticamente hasta ahí se puede leer.
Es una verdadera lástima que estos lugares no ofrezcan una mayor variedad de contenidos, como mazmorras secretas o algo de ese estilo, porque cuando ya llevaba un buen puñado de horas encima se me hicieron un poco bola y lo único que quería era llegar al punto que me marcaba la siguiente misión, pasando de largo de todo lo demás. Que sí, que para disfrutar de los mágicos paisajes que tienes a tu alrededor están muy bien, pero al menos las fases van al grano, a lo que pretenden de verdad que es luchar y luchar, pero aquí es difícil encontrarle una explicación al que no puedas hacer casi nada para tratarse de lugares tan gigantescos.
Más allá de todo esto, en los momentos de descanso podemos acudir a la Guarida, la fortaleza en la que se reúnen los protagonistas para trazar su próximo viaje. Aquí hay tiendas para comprar objetos, mejorar las piezas de equipo y uno de los personajes más interesantes que te sirve para recordar todos los momentos clave que has vivido, por si se te ha pasado algo por alto.
Los otras formas de ser un héroe en Valisthea
El último punto de Final Fantasy XVI sobre el que quiero hablar es a su vez el más polémico y con el que, por desgracia, vuelve a quedar claro una vez más lo mucho que cuesta crear misiones secundarias en condiciones o que realmente te apetezca completar. Lamentablemente, las de esta entrega son demasiado insulsas y en su gran mayoría carecen de interés.
Lo que no puede ser es que intentes ser el héroe de Valisthea, te acabes de enfrentar a un enemigo del tamaño de un rascacielos y lo siguiente que te encuentres sea a alguien diciéndote que ha perdido un objeto muy preciado, que por favor le ayudes a encontrarlo, u otro que está muy atareado como camarero y requiere que le ayudes a servir unos platos de comida. Pero señores, ¿saben ustedes con quién están hablando exactamente? En fin…
Hay otras misiones que sí son más largas y tienen un buen peso argumental, incluyendo una de ellas que te da una de las recompensas más útiles de todo el juego. No obstante, la gran mayoría se centran en pedirte que ejerzas de recadero, lo que a su vez es la excusa que tiene el juego de animarte a patearte de arriba a abajo las zonas más grandes del mapa, porque de lo contrario no las visitarías para nada.
A la larga otro motivo por el que tampoco les encontré mucho sentido es porque Clive acaba volviéndose demasiado poderoso. No necesito seguir subiendo de nivel o ganar dinero cuanto ya tengo en los bolsillos miles y miles de guiles. Y me da igual que también me sirvan para ganar puntos de reputación y de paso premios adicionales, porque tampoco es que fuesen una mejora sustancial, así que cuando ya iba como por la mitad de la historia decidí dejarlas de lado todas las misiones secundarias y centrarme únicamente en la historia principal.
La verdad es que preferiría muy pocas misiones y que estas fuesen de las que merece la pena llevarlas a cabo por su trama a que haya muchas que te dejen con la sensación de estar perdiendo el tiempo. Por lo menos el tablón de anuncios de la Guarida sí que me dejó mejores sensaciones, porque en él te invita a salir de caza a por los monstruos más poderosos de toda la aventura, así que al menos el esfuerzo merece la pena por las recompensas y sobre todo por afrontar todo un reto en condiciones.
La opinión de VidaExtra
Quizás he sido muy duro con el tema de las misiones secundarias o las zonas más abiertas de Valisthea, pero me ha dolido mucho que un juego tan redondo a nivel argumental, en su jugabilidad y en sus apartados gráfico y sonoro, falle de una manera tan grave en esos otros aspectos. No obstante, los otros pesan tantísimo y te dejan con un sabor de boca tan bueno, que al final, por muy negativas que sean las tareas que te proponen o no puedas hacer mucha cosa por los escenarios, no te acabas acordando de ello en un conjunto global.
La historia es de las que te deja con ganas de que sea adaptada a una serie o película, porque se lo merece por lo excelente que es de principio a fin, lo bien conducida que está y lo carismáticos que son todos sus personajes. No paro de pensar en las diversas cinemáticas que he ido presenciando y cómo las batallas contra los Eikon me han hecho pensar en numerosas ocasiones en cómo es posible que un videojuego sea capaz de mostrar algo así.
Al igual que muchos futbolistas destacados han tenido la "mala suerte" de coincidir con Messi y Cristiano Ronaldo en su generación para no llevarse más galardones, o lo mismo en el tenis con Rafa Nadal o Novak Djokovic, se podría decir lo mismo con Final Fantasy XVI de haber salido a la venta en un mismo año que está The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, porque de lo contrario estoy seguro que se habría merecido de lejos llevarse el GOTY.
Puede que no sea perfecto o un juego de diez por ciertos detallitos, pero es una obra maestra de los pies a la cabeza. Una de esas aventuras que hay que vivirlas uno mismo, de las de sentarte delante de pantalla con tus auriculares, evadirte de todo lo demás y disfrutar de esta auténtica maravilla que ha creado Square Enix. que sin duda se podría decir que a nivel gráfico o de espectáculo es lo mejor que se ha desarrollado en la actual generación de consolas.
Precio de Final Fantasy XVI
A la hora de haceros con vuestra propia copia de Final Fantasy XVI tendréis varias opciones por las que os podréis decantar. Si os gusta tener los juegos en físicos lo tenéis disponible en tiendas como Amazon por 79,99 euros. En cambio, si preferís la versión digital, la encontraréis por el mismo precio en PlayStation Store, al igual que también podéis optar por comprar la edición Deluxe con un precio de 99,99 euros.
Final Fantasy XVI Amazon Ed
Duración de Final Fantasy XVI
El pasaros Final Fantasy XVI os llevará su tiempo, porque solo la historia principal tiene una duración aproximada de unas 35-40 horas. Eso sí, los que tratéis de ir a por todos los objetivos adicionales, especialmente las misiones secundarias, es probable que tardéis unas 80 horas en finalizar todas estas actividades. Y eso sin contar su modo New Game Plus que ofrece un desafío adicional durante la segunda partida.
Imprescindible
Final Fantasy XVI
Plataformas | PS5 |
---|---|
Multijugador | No |
Desarrollador | Square Enix |
Compañía | Square Enix |
Lanzamiento | 22 de junio de 2023 |
Lo mejor
- Una historia de las que te atrapan de principio a fin.
- Los combates son todo un espectáculo alucinante.
- Las batallas entre Eikons te dejarán boquiabierto.
- El apartado gráfico y sonoro es simplemente sublime.
Lo peor
- Las zonas más abiertas se podrían haber aprovechado más.
- Las insulsas misiones secundarias.
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