¿Cuántas veces durante los últimos, digamos, cinco o diez años os habéis sentido sorprendidos por un videojuego? Vale, ahora que más o menos tenéis una cifra en la cabeza, ¿cómo se reparten esos juegos? ¿En la mayoría de casos son indies/juegos con presupuestos modestos o, por el contrario, la balanza se inclina del lado de los triple A?
El planteamiento tiene algo de trampa, claro, porque la respuesta siempre va a depender del tipo de juegos al que cada cual le dedica su tiempo, pero a grandes rasgos, y para quien suela jugar un poco a todo, lo más probable es que se cumplan estos dos puntos:
- Hay pocos juegos capaces de sorprender. No es que deban hacerlo, hay infinidad de juegos buenos que no necesitan dejar a nadie con la boca abierta, sólo es un hecho.
- Los que sí nos han sorprendido son indies o juegos pequeños, no tanto los juegos de presupuestos millonarios. Tiene sentido, en realidad: la libertad creativa suele ser más baja cuanto más dinero, inversores y grandes objetivos sobre beneficios hay sobre la mesa.
Me vienen a la cabeza títulos como el maravilloso Inscryption, el más reciente y no menos fabuloso Balatro, o el juego del que os quería hablar hoy: Animal Well.
Animal Well, el juego imposible
Animal Well es un juego apabullante en todos los sentidos. Un juego que ha nacido fuera de cualquier tiempo. Un juego al que le importa muy poco cuál es la última moda. Un juego que bebe de lo mejor y ofrece algo todavía mejor. Un juego que, sin saberlo, hemos estado esperando durante años, desde mucho antes de darse a conocer su existencia.
Un juego que ha sido diseñado y desarrollado por una sola persona: Billy Basso. Un juego hecho con pocos recursos pero con un mimo y un cariño que, lamentablemente, no es lo más común en el gran esquema de la industria de los videojuegos, donde las hojas de excel con listas de lo que se supone que un juego debe tener para amasar jugadores (dinero) parecen ser la norma.
Últimamente vemos muchos casos de videojuegos tras los cuales sólo hay una persona orquestándolo todo. Y ahora iba a decir que quizás siempre los ha habido y que simplemente reciben mucha más exposición en la actualidad, pero diría que en realidad sí hay más casos por una sencilla razón: nunca antes había habido tantos lenguajes de programación, herramientas y motores específicos de creación de videojuegos gratuitos al alcance de cualquiera que tenga ganas de aprender y crear su propio juego.
Sea cual fuere el caso, la realidad es que Billy Basso lo ha hecho absolutamente todo en Animal Well. Y cuando digo todo significa que incluso ha programado su propio motor gráfico.
Y de gráficos podemos hablar un poco: Animal Well es visualmente único. A estas alturas hemos jugado metroidvanias de todos los colores y sabores, pero ninguno como este. Mirad:
Imagino que el hecho de haber desarrollado su propio motor gráfico para Animal Well habrá supuesto para Basso un control total y absoluto sobre cómo respira todo. Pero independientemente de que hubiera podido conseguir lo mismo con Unity, Godot o cualquier otro motor, la realidad es que es un juego verdaderamente especial a nivel artístico. Desde los niveles hasta los propios animales que pueblan el juego, todo resulta extrañamente placentero. Y, en ocasiones, incluso aterrador.
Dice Basso que una de sus principales influencias a la hora de crear Animal Well es Super Mario Bros. 2. Como os decía al principio, el juego bebe de lo mejor. Por otro lado, un poco más arriba he dejado caer su condición de Metroidvania, así que juntad estos dos elementos y estaréis empezando a entender de qué va todo esto.
El plataformeo es exquisito. Los puzzles, porque este juego va de resolver un montón de ellos, son soberbios. Sencillos, pero muy imaginativos, satisfactorios y divertidos. Puzzles que generan una risotada tras otra. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan genuinamente bien con un juego de este tipo.
Me gustaría destacar otra de las muchas cualidades de las que hace gala Animal Well: no lleva de la mano al jugador. Creo no equivocarme al decir que la gran mayoría de juegos actuales tienen tendencia a explicarlo todo al principio, no vaya a ser que nadie se pierda o no sepa saltar y abandone el juego a los dos minutos. No, Animal Well definitivamente es más inteligente que eso. Te suelta en su chiflado mundo y ya te apañarás. Y funciona. Funciona perfectamente.
Tengo entendido que, más allá de su duración inicial, está tan lleno de secretos que es posible pasarse cientos de horas intentando descubrirlos y llevándose sorpresas por el camino.
Y a mí, eso de que me sorprendan, me gusta mucho.
PD: podéis jugar a Animal Well en PC, Nintendo Switch y PS5, donde además lo tenéis incluido en la suscripción a PS Plus Extra/Premium.
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