Me siento como si volviese a tener 16 años. Los mismos que tenía cuando me rendí ante la excelencia rolera del Baldur’s Gate original. A esa partida perfecta de Dragones y Mazmorras que me voló la cabeza a través de su trama, sus inolvidables personajes y esa recreación de los Reinos Olvidados en top-down elaborada de manera casi artesanal.
¿El motivo de mi juventud repentina? Más de dos décadas después, Baldur’s Gate III consigue despertar esas mismas sensaciones y se ha convertido en mi nueva obsesión. El nuevo tema recurrente de mis conversaciones y aquello a lo que le doy vueltas, incluso con el PC apagado.
La tercera entrega de Baldurs’ Gate es rol en estado puro. Lo más parecido a jugar una partida de papel y dados en PC. Una partida escrita con la maestría y la picardía de los verdaderos roleros. Un juegazo.
Ahora bien, su grandeza va más allá de las acertadas mecánicas de juego de las que hace uso para lograr ese hito o su manera de abordar la esencia de la propia fantasía épica. Porque Baldur’s Gate III retiene lo mejor de Dungeons & Dragons y lo adapta con una naturalidad impecable a un RPG de tintes clásicos. Lográndolo con el mismo mimo de los clásicos de BioWare.
Varios aspectos clave que sumados hacen que Baldur’s Gate III suponga una carta de amor a las entregas originales -hoy consideradas juegos de culto- y a aquellos que las disfrutamos en su día, pero también ofrece al jugador actual una experiencia a la altura de los estándares del género.
De entrada por el modo en el que el juego nos traslada a los Reinos Olvidados a través de unos escenarios en los que da gusto perderse y deambular. Lugares habitados por personajes colmados de detalles y trasfondo que, a través de sus diálogos y sus acciones, siempre tienen algo que aportar a la aventura.
A lo que hay que sumar la inclusión de escenas cinemáticas que retienen las emociones por las que pasan nuestros personajes y consiguen encontrar el tono adecuado para cada momento. Todo elaborado con un gusto acertadísimo y con unos detalles que rozan lo artesanal, pese a que -siendo justos- todavía le queda mucho por pulir en cuestión de acabados.
Sin embargo, la mayor diferencia de esta entrega frente a las anteriores no reside en su presentación o el salto visual. Ni siquiera en el propio hecho de que la historia tiene lugar un siglo después de los acontecimientos de Baldur's Gate II: Shadows of Amn. Lo que de verdad dividirá opiniones de esta tercera entrega numerada es que ahora los combates de magia y espadas son por turnos.
Tras varios intentos e insinuaciones a Wizards of the Coast (propietarios de la marca D&D), Larian Studios toma las riendas de la saga con el aval de las dos soberbias entregas de Divinity: Original Sin. Eso sí, aportando su marca personal al conjunto. Trasladando su más que palpable ambición rolera a los Reinos Olvidados. Lo cual, por cierto, es una combinación ganadora.
¿Se trata entonces de una entrega de Divinity: Original Sin ambientada en los Reinos Olvidados? Definitivamente, estamos ante una secuela de los clásicos Baldur's Gate. Las sensaciones de juego son las mismas de los clásicos más allá de los propios combates. La manera de relacionarnos con el resto de nuestros compañeros de aventuras e interactuamos con el mundo que nos rodea, ya bien sea en top-down o girando la cámara para ponerla al gusto.
La verdadera cuestión es si se trata de un juego a la altura de las dos entregas anteriores. Y eso todavía está por ver: Baldur’s Gate III llega en calidad de Acceso Anticipado y de momento solo es posible jugar al primer acto, lo cual son aproximadamente unas 25 horas si vamos a tiro fijo. De hecho, sabemos que actualmente Larian está dando forma al segundo y tercer acto. Pero no se ha apostado por el formato episódico, sino por empezar a pulir la experiencia a través del feedback de los fans. Con lo bueno y lo malo que ello supone.
Pese a la ambición técnica y visual del proyecto, a la actual versión de Baldur’s Gate III le falta todavía un buen pulido: el juego experimenta diferentes tipos de problemas en las cinemáticas, el sistema de cámaras o las animaciones, e incluso veremos que muchas de las texturas tardan en aparecer tras completar la carga.
Lo cual no resta mérito al mayor hito del juego: cómo logra atrapar al jugador. El modo en que lo cautiva para que tenga la cabeza siempre puesta en el desarrollo de la historia y sus tramas secundarias. Como se hace casi inevitable seguir recorriendo el mapa, incluso con el ordenador apagado. Las reflexiones que nacen de nuestros errores y cómo lidiamos a lo largo de la partida con las consecuencias de esa tirada que no salió bien.
Y si bien es posible cargar un punto de guardado, sobra decir que retroceder en la trama por una mala tirada de dados o una línea de diálogo mal escogida es romper la magia de Baldur’s Gate y su gran premisa: que nuestras decisiones y nuestros actos realmente importen. Que nuestros logros y fracasos tengan un peso en la historia que se despliega ante nosotros. En nuestra partida de rol.
Cómo trasladar la experiencia del D&D de papel y dados a un PC en pleno 2020
Una enorme nave Nautiloide atraviesa el cielo a toda velocidad. En su interior, entre engranajes orgánicos y cerebros conservados en frascos, un Ilicido -un ser humanoide de cabeza octopoide- comienza a implantar unos espantosos renacuajos dentados a los desafortunados rehenes que yacen atados y medio conscientes. Nosotros somos los siguientes.
La resistencia es completamente inutil: el azotamentes utiliza sus poderes psiónicos para introducirnos la criatura.
De pronto, unas fuertes turbulencias agitan la sala. Un escuadrón de guerreros montando sobre dragones intentan derribar la nave. Sin embargo, para nosotros ya es muy tarde: la criatura se ha introducido en nuestro cerebro, y tarde o temprano acabará con nuestra voluntad y transformará nuestro cuerpo en una abominación. Por suerte, una oportunidad aparece.
La nave es derribada por los dragones y, con la ayuda de otros rehenes, conseguimos escapar y sobrevivir al aterrizaje. Estamos en una playa arrasada por la propia colisión. Grotescamente decorada con lo que podemos considerar las vísceras de la propia nave. Esquivamos la muerte, sí, pero nos espera un destino todavía peor de no conseguir extraer el renacuajo de nuestra cabeza. Y no podremos lograrlo solos.
Nuestro punto de partida en Baldur’s Gate III, justo antes de emprender la escapada de una nave que se tambalea en el aire, será la creación de nuestro personaje. A nuestra disposición, una generosa selección de razas, subrazas y clases. Desde los clásicos humanos, elfos y medianos hasta razas con un extra de carácter propio como los tieflings o los githzerai.
A partir de ese momento, nuestro personaje es colocado -con gran acierto- en un escenario que retiene la ambientación top-down del clásico, pero cuya cámara podremos ajustar al gusto y con cierta libertad. Lo cual abre interesantes opciones de exploración para el jugador y, lógicamente, da mucho juego a la hora de ocultar detalles, palancas que abren pasadizos y algún que otro cofre que merecerá la pena forzar.
Y, cómo no, las nuevas opciones de diseño de escenario también son una acertada manera para colocar trampas que nos pueden dejar inutilizados en caso de fallar nuestras tiradas de percepción.
Si bien en prácticamente todos los RPGs que usan un sistema de atributos existe una especie de tirada de dados que está más o menos disimulada -o integrada- en cada acción, en Baldur’s Gate III éstas se hacen siempre visibles. A veces, de manera casi automática. Por ejemplo, al posicionamos sobre una trampa veremos el icono sobre las cabezas para ver si conseguimos percibir algo.
Sin embargo, las tiradas que realmente condicionan la historia y la amoldan a nuestras decisiones las deberemos hacer nosotros. Dependiendo la raza y profesión de nuestro personaje tendremos acceso a líneas de diálogo extra, pero a lo largo de nuestra gesta veremos que una mentira descarada respaldada con una buena tirada nos puede ahorrar un combate.
Y también todo lo contrario: una verdad irrefutable con una mala tirada incluso le puede costar la vida a un personaje. Incluso a alguien de nuestro equipo.
Lo mismo ocurre con los ataques: si al atacar o ejecutar un conjuro la pifiamos posiblemente habremos perdido un turno. Así que deberemos calcular muy bien nuestras posibilidades de acertar, qué armas o hechizos son más efectivos y cuales dominamos mejor. Ahí no tendremos que tirar dados, claro: el éxito de nuestra acción está representado con un porcentaje que se muestra en pantalla sobre el enemigo.
No es que en Baldur’s Gate III los acontecimientos se decidan a base de suerte. Nuestras habilidades y nuestras ventajas raciales y de clase aumentarán nuestras posibilidades de igualar o superar la tirada de dados adecuada.
Podemos ser cautelosos -o no- con las decisiones que tomemos, pero la mayoría de las veces que tentamos a la suerte (o queremos acabar rápido) saldremos escaldados. Por otro lado, cuando logramos una tirada imposible, por pura cabezonería, se hace inevitable emocionarse.
La trama argumental de Baldur’s Gate III, al menos la del primer acto, parte de una premisa sencilla pero abierta a muchas posibilidades: poco a poco, iremos congregando a un grupo de héroes que deberá colaborar para librarse de una amenaza común. Cada uno de ellos, con su propio trasfondo, sus motivaciones, su pasado y, como iremos descubriendo, sus propios secretos.
En aproximadamente cinco horas, y a base de elegir los diálogos apropiados, habrás reclutado a los cinco héroes que se muestran en la imagen principal de esta entrega. Como en los clásicos, todos ellos tienen un asunto propio entre manos y eso hace que tardemos un poquito más en ganarnos la confianza de algunos. Siendo realmente justos, y pese a que nosotros decidiremos quién entra en nuestra aventura, nosotros también tardaremos un poquito más en fiarnos de otros.
Sobre todo, porque al avanzar en la historia algunos de nuestros compañeros respaldarán nuestras decisiones, otros se mostrarán abiertamente contrarios y, muy posiblemente, tengamos que resolver alguna que otra rencilla entre misión y misión.
Por delante, todo lo que uno espera encontrar en una gesta de fantasía: rescates humildes y bien recompensados, descubrimientos incómodos que requieren ser atendidos de un modo especial, intereses mayores ante los que deberemos posicionarnos y subtramas en los que hay oro y armas encantadas en juego.
Porque en Baldur's Gate III todos los personajes que nos salen al paso tienen algo que aportar. A veces complicándonos un poquito más la aventura y otras haciéndonos avanzar. Y lo mejor es que seremos nosotros quienes llevemos la riendas de la narrativa.
Aunque, lógicamente, no todo lo arreglaremos a base de diálogos.
El sistema de combates: o lo amas o lo odias, pero ha venido par quedarse
Los creadores de la serie Divinity: Original Sin actualizan el sistema de combates de la saga Baldur’s Gate incorporando los turnos y lo aprendido en su trayectoria, y si bien hay matices muy propios de los Tactics, el resultado es puro rol: la libertad que está totalmente presente en la aventura principal se manifiesta durante cada turno aunque, por pura lógica, nuestra capacidad de desplazar a cada personaje no es infinita.
En Baldur’s Gate III, al menos la versión en Early Access, nuestro equipo está compuesto por un máximo cuatro integrantes. Dos menos que en la entrega anterior, desde luego, aunque nuestras capacidad de actuar es mucho mayor: no solo podremos adaptarnos mejor a los escenarios y sacarles más partido en combate, sino que incluso podremos adelantar acontecimientos colocando a determinados aliados de manera estratégica.
A fin de cuentas, un hechicero no debería usarse en combate del mismo modo que un pícaro o un clérigo.
Llegará el momento en el que seamos derrotados, con lo que inevitablemente deberemos hacer experimentos de cara sacarle el máximo partido a nuestro equipo. De hecho, se nos invita a que juguemos con la perspectiva y el entorno, de modo que podremos lanzar cajas con magia o aprovechar que nuestros enemigos están pisando mojado (o crear charcos de agua o sustancias flamígeras) para usar hechizos todavía más dañinos.
Hay trampas del entorno también. Algunas exigirán una tirada de percepción automatizada por parte de nuestro personaje para evitar hacerlas saltar y otras podremos usarlas en nuestro favor. Quizás, cortando la cuerda que sostiene un objeto pesado nos ahorremos una tediosa negociación -que posiblemente no lleve a nada- y una muy probable batalla.
¿Se echa de menos el sistema clásico de batalla? Al final es una pregunta que cada uno debe responder. Si bien el estilo original tiene su propio encanto y está completamente atado a la experiencia de hace 20 años, lo cierto es que las nuevas capas de profundidad que se obtienen con el sistema de combate táctico y por turnos me parecen mucho más prometedoras. Y, sobre todo, mucho más próximas a la verdadera experiencia rolera.
Es más, en Baldur’s Gate III incluso podremos activar en cualquier momento, fuera de combate, un modo por turnos en los que podremos estudiar la acción de cada personaje. Si lo ejecutamos bien nos ahorraremos más de un disgusto, aunque no es algo realmente obligatorio.
Por otro lado, la gestión de los hechizos, del inventario y de las acciones hará que los que vienen de Divinity: Original Sin 2 se sientan realmente cómodos. Y lejos de ser algo malo, que no lo es, visto en perspectiva acaba siendo un reclamo añadido para que un nuevo público aborde esta nueva entrega y la propia saga.
Un conjunto de elementos muy bien atados. Ahora bien, a Baldur’s Gate III todavía le queda bastante por pulir de cara a estar realmente acabado.
Baldur’s Gate III: un Early Access en todos los aspectos
El acto inaugural de Baldur’s Gate III es mucho más de un aperitivo de lo que Larian tiene entre manos: es el largamente esperado regreso a la saga que revolucionó el rol en PC y que supuso un punto de inflexión en el generoso legado de Dungeons & Dragons en los videojuegos. Sin embargo, la versión que hoy está disponible a través de Acceso Anticipado también es una experiencia inacabada en cuestión de presentación y contenidos. Una sonda en muchos aspectos.
Si bien se incluyen interesantes opciones como un multijugador online y vía LAN, lo cierto es que los dos parches que han llegado al juego a lo largo de los dos primeros días se han centrado en intentar que la experiencia de juego compartida no sea un desastre total. Es más, si tu intención era emprender la aventura en compañía, posiblemente te toque esperar un poquito más.
En lo relativo a su presentación, salta a la vista que los personajes lucen de escándalo en los planos cortos gracias a la tecnología de escaneo facial del Divinity Engine 4, pero también nos topamos con fallos con relativa frecuencia que incluyen animaciones incorrectas, la ausencia de movilidad facial esporádica durante algunos diálogos o unas texturas, objetos y modelos que tardan más de lo deseado en cargar. Incluso nos hemos topado con algún espasmo loco al fulminar a un enemigo.
¿Lo anterior hace que Baldur’s Gate III sea injugable? En lo referente al multijugador, lo mejor es esperar. Y, los fallos y errores que actualmente tiene el single player son propios de una beta. Pero dentro de todo lo mejorable de la versión actual, que no es poco, la experiencia rolera y la trama argumental se acaban imponiendo a todo lo demás.
Lo cual nos lleva al verdadero punto de interés: los contenidos y las opciones de juego. El Acceso Anticipado de Baldur’s Gate III nos permitirá explorar la versión definitiva -en lo argumental- del primer acto del juego e incluso llevar a nuestros héroes hasta el nivel 4 de experiencia. Sin embargo, muchos de los ajustes previstos para la versión final del juego -o, al menos, la versión 1.0- no están disponibles.
Entre ellos, la posibilidad de iniciar la historia de Baldur’s Gate III con los cinco héroes que vamos reclutando con nuestro personaje creado. Es más, es posible ver sus nombres desde el menú de creación de personajes. Por otro lado, tampoco hay un selector de dificultad. Probablemente, no lo echaremos en falta.
Hay aspectos básicos de los juegos de rol que a estas alturas del desarrollo están en el aire, incluyendo la posibilidad de establecer nuestros puntos de habilidad y destrezas con tiradas de dados (un clásico dentro de las adaptaciones de D&D) o poder cambiar de clase sobre la marcha. Sin embargo, el propósito principal de Larian de cara a esta versión es testar lo que funciona y lo que quieren los fans en lo jugable y, en el proceso, mejorar todo lo que debería funcionar bien.
En muchos aspectos, Baldur’s Gate III se encuentra actualmente a medio camino entre lo que debería ser una beta y un Acceso Anticipado de los primeros compases del juego. Con todo, los cimientos que ha colocado Larian Games son muy prometedores. Más que suficientes para los más impacientes por regresar a los Reinos Olvidados. ¿Y para el resto? Como decía Miguel Ángel Buonarotti, la fecha de lanzamiento de la versión 1.0 llegará cuando esté lista.
Una primera toma de contacto con fallos, y también sensaciones muy positivas
Hacía demasiados años que no regresaba a los Reinos Olvidados. Los de papel y lápiz y los de PC y consolas. Y Baldur’s Gate III es la excusa perfecta para hacerlo: sin eclipsar el encanto de los clásicos, la tercera entrega de la saga de culto partía con el doble reto de ponerse a la altura de los títulos de BioWare y, a su vez, actualizar una fórmula prácticamente impecable. Aspectos que todavía están por cumplir, viendo el estado de su acceso anticipado y lo que hay avanzando, pero está fuera de duda de que Larian va bien encaminada.
Por otro lado, no es necesario estar demasiado puesto en la mitología o conocerse al dedillo la geografía y fauna de la Costa de la Espada. Ni siquiera necesitarás haber tocado el reglamento de la quinta edición de D&D, el cual está muy presente en el juego: Larian ha creado una partida de rol que cualquiera puede abordar. Una aventura que nos invita a tomar nuestras propias decisiones y mide nuestro dominio del acero y la magia frente a toda clase de criaturas y amenazas. Y, a la vez, fomenta constantemente nuestra curiosidad.
Y lo más importante de todo, pese a que la porción de mapa de Baldur’s Gate III que podremos recorrer está limitado a los acontecimientos de su primer acto, es realmente fácil quedarse deslumbrado ante la riqueza de los Reinos Olvidados: el que posiblemente sea el escenario más popular de Dragones y Mazmorras en la actualidad ha sido recreado con el mimo que esperaría encontrar el fan más quisquilloso.
Baldur’s Gate III ha comenzado a desplegarse en un año especialmente singular para el desarrollo de los videojuegos. No sabemos lo que tardaremos en poder jugar a los dos siguientes actos que están siendo desarrollados o qué cambios y ajustes veremos de cara a la versión final. Sin embargo, y pese a sus fallos actuales, al final las sensaciones que transmite son positivas.
Ofrecer la mejor entrega de la trilogía es complicado, pero no imposible. Dependerá de cómo se desarrolle la propia trama y de qué manera evolucionan los contenidos previstos y prometidos. De cómo todo lo que hoy funciona a medias estará corregido de cara a una versión final que no llegará a corto plazo; y -por supuesto-hasta qué punto el feedback obtenido por los jugadores acaba reflejándose en la obra final.
Sin embargo, Baldur’s Gate III parte con lo necesario para convertirse en tu nueva obsesión. Y lo que es mejor: ambiciona a convertirse en uno de los nuevos referentes de las gestas de magia y espadas en los videojuegos. Eso ya son palabras mayores.
- Plataformas: PC y Google Stadia
- Multijugador: Sí (online y LAN)
- Desarrollador: Larian Studios
- Compañía: Larian Studios
- Precio: 59,99 euros
- Lanzamiento: Disponible a través de Acceso Anticipado.
Ver 5 comentarios