A día de hoy, hay historias de Red Dead Redemption 2 que muchos fans todavía no han descubierto. E incluso entre quienes las descubren, no todos conocen el final que Rockstar Games planeó para ellas. El hilo de misiones de Marko Dragic sigue siendo motivo de fascinación entre muchas personas y el motivo es muy simple: llegar al final sin mirar guías requiere un fuerte componente de suerte.
Todo comienza en un pequeño lago de Saint Denis. Nosotros, como Arthur Morgan, debemos acercarnos para ver qué trama Marko Dragic, un inventor que dice utilizar ondas invisibles y electricidad para mover pequeños barcos a distancia. Esta misión es una referencia a todas las misiones radiocontrol de Grand Theft Auto.
El personaje de esta historia está inspirado en Nikola Tesla y el pequeño barco radiocontrol es nada más y nada menos que el conocido Teleautomaton (1898), un invento del inventor, ingeniero eléctrico y mecánico. Tras el encuentro, nos invita a que nos pasemos por su laboratorio, ubicado en la zona de Grizzlies.
Allí tiene lugar la misión Un Brillante Saltimbanqui. Dragic consigue dar "vida" a un autómata (conocido como robot en el juego) con ayuda de Arthur Morgan mediante la electricidad. Es un momento emocionante y extraño, dado que se trata de un invento revolucionario para la época.
Si usas la linterna eléctrica, brillará en rojo o naranja a medida que te acerques al robot.
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Si volvemos días después de finalizar la misión, encontramos al inventor muerto sobre un charco de sangre. El autómata no está, así que muchos jugadores piensan que la historia se ha terminado ahí... pero no. Si dejamos pasar un poco de tiempo y viajamos a las montañas nevadas, cerca de Colter, encontramos al robot sentado sobre una cima. Repite "Papá, papá...", como si estuviese arrepentido. La misión acaba definitivamente si decidimos dispararle en la cabeza. Conseguimos el trofeo o logro correspondiente.
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