Esperaba que fuese otra partida más. 20 o 30 minutos de combate con una extracción apresurada... si es que lograba subirme a la nave de extracción. Era un cadete recién salido de las misiones de historia que buscaba emociones en el multijugador. Las misiones se habían reiniciado hace poco, era el momento.
Horda en el planeta Valaka, dificultad normal. "Fortifica las defensas contra una horda implacable. ¿Conseguirás volver con vida?", decía la descripción de la misión. Tenía 2/3 relojes, así que calculé una duración media. ¿20 o 30 mins, quizás? Y hasta 16 jugadores. Según mi experiencia hasta el momento, debía ser una misión rutinaria de Starship Troopers Extermination.
"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais..."
La Cadena Federal me mostró que algunos de mis compañeros ya estaban en Valaka. Pude ver algunas defensas y el C. G. Móvil que debíamos proteger. Las órdenes eran obvias: construir una base fortificada, defender el objetivo a toda costa y derrotar a todas las hordas que se atreviesen a atacarnos. Escogí la clase Guardián y salté al campo de batalla con mi ametralladora pesada.
Era nuevo en Starship Troopers Extermination, así que no quería entorpecer a los veteranos durante la construcción. Eché un vistazo a los alrededores y corrí hacia mi posición favorita de esta defensa mientras aparecían los primeros bichos. Se trata de una escalera situada en la plataforma colindante. Muchos jugadores optan por construir la base en ambas, pero en este caso se limitaron a un par de muros.
La plataforma estaba indefensa, así que desplegué mi parapeto de Guardián y comencé a masacrar a cualquier bicho que se pusiese a tiro. Era sencillo defender ese angosto pasillo. Eran mis Termópilas y yo el espartano espacial que debía contener al enemigo a lo largo de diez hordas. Lo que no sabía es que la defensa se alargaría durante 50 minutos de reloj... y lo mal que se podría la cosa.
Bastaron tres o cuatro oleadas para percatarme de varios problemas: tenía que elegir muy bien el momento de recargar mi ametralladora y era imperativo que entre rondas utilizase mi cuchillo para despedazar los cadáveres de la escalera. Se amontonaban y serían como cobertura para los siguientes bichos. El visor del casco se me manchaba de verde cada vez que un cadáver se rompía en pedazos.
Todo fue bastante rutinario hasta la oleada seis. Me quedé sin munición de la ametralladora pesada y me tuve que conformar con la pistola. Los bichos aprovecharon los numerosos cadáveres de sus aliados y la reducción de potencia de fuego para sobrepasarme, pero conseguí controlar la situación con algo de paciencia.
Y cuando creía que estaba todo controlado y había repuesto munición en un armero que fabriqué anteriormente, apareció un bicho Tigre y se abalanzó sobre mí antes de que pudiese recargar la ametralladora. Ningún compañero respondió a mi llamada de socorro. Estaba solo contra el bicharraco. Hice lo que pude, pero al final mordí el polvo. Me estaba desangrando... hasta que un médico envió su dron y me curó. Aproveché el momento de duda del bicho para coserlo a tiros. Huyó despavorido.
Era obvio que no podía mantener la posición en solitario. Quité los cuerpos de la escalera una vez más mientras pensaba en construir una torreta automática y municiones en las próximas rondas. Y así lo hice tras una oleada siete que pareció una eternidad. Cumplió su función... hasta que el bicho Tigue volvió a atacar mi posición y me hizo morder el polvo una vez más. Esta vez, alguien se molestó en venir en mi ayuda para curarme y ayudarme a proteger el flanco.
Surgió el siguiente problema. Un bicho estaba lanzando bolas de ¿electricidad o plasma? desde un punto ciego de la base. Estaba relativamente cerca de mi posición, aunque debía adentrarme en territorio enemigo. Sabía que era una misión solo de ida, así que fui y lo maté, pero lo pagué con mi vida. Creía que nadie me ayudaría, pero mi ángel guardián volvió a enviar a su dron, permitiéndome volver en una retirada que creía imposible.
Volví a mi posición para reparar la torreta automática, reponer su munición y limpiar las escaleras de enemigos. Era la oleada nueve. Sabía que no podía aguantar el embiste enemigo, pero debía intentarlo. Todo el tiempo que resistiese era tiempo que el resto de jugadores no tenía que preocuparse de un flanco. Sin embargo, rompieron la torreta de un proyectil explosivo. Era hora de replegarse.
Quizás pienses que queda poco de defensa, pero estamos en el minuto 30... y te recuerdo que duró 50 en total. Todo daba igual llegados a ese punto. Todos los flancos eran atacados, aunque uno especialmente se estaba llevando la peor parte... tanto que los bichos lograron romper el muro y entraron en la base. Tuve que volver a mi parapeto inicial a reponer munición porque en la base no quedaba ni una sola caja de municiones. La situación era realmente desesperada.
La oleada 9 acabó. Reparé la torreta automática nuevamente y corrí hacia la base. Había cadáveres por todos lados. Fue gracioso ver cómo la torreta no duró ni un asalto. Rompieron el muro y entraron en la base. Todos mantuvimos posiciones, pero era obvio que casi no quedaban recursos para resistir este último embiste. Estamos en el minuto 40 aproximadamente. Fueron los 10 minutos más largo de mi vida como cadete espacial.
Finalmente, vimos el cartel de misión completada, pero todavía quedaba hacer lo más importante: llegar a la nave de extracción... y había que pasar por una explanada llena de bichos. Por no hablar que el resto asaltarían la base en cuanto nos fuéramos y nos perseguirían. La mayoría de jugadores mueren justo en este momento.
Yo tenía claro el camino a seguir. Varias partidas atrás vi a un jugador tomar un camino seguro haciendo parkour por unas tuberías. No hay enemigos y acaba justo en la zona de extracción. Me puse nervioso y me caí al vacío, así que corrí como un demonio pese al daño por caída. Disparé como un energúmeno una vez estuve dentro de la base. Ya no me tenía que preocupar por la munición.
Juro por mi ametralladora pesada que solté el mando en la mesa y me recosté en la silla mientras salía la pantalla de "Victoria", el recuento de puntos y toda la experiencia ganada. Estaba exhausto. No fui consciente del tiempo que estuve luchando en esa matanza hasta guardar y recortar el vídeo. Subí varios niveles. Era el momento de irse a cenar. Me lo había ganado.
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