Soy un jugador activo de Google Stadia. Lo he dicho unas mil veces a mis compañeros de VidaExtra y al menos una decena lo he dejado por escrito. Es más, desde que Google emprendió esta aventura siempre he sido suscriptor de Stadia Pro. No juego todo lo que quisiera, pero ahí tengo un impresionante biblioteca de juegos. Si sumo los del servicio son 171 videojuegos, nada menos. El próximo 18 de enero de 2023 todos esos títulos, como los grandes momentos y progresos logrados en ellos, se esfumarán como lágrimas en la lluvia. La sentencia está dictada: Google Stadia Chapa.
La sensación que tengo es de genuina pena. Sé que debería sentir coraje o rabia por perder lo logrado y comprado, pero es que la mayoría de los juegos a los que he estado jugando (The Elders Scrolls Online, Overcooked! All You Can Eat, Control Ultimate Edition o Moonlighter) los tengo de un modo u otro en Xbox Series X o Nintendo Switch. En cuestión de días Superhot, el cual probé por primera vez en Stadia, se añade a PS Plus.
Puedo recuperar lo andado y mis propios hitos en Resident Evil 7 biohazard Gold Edition y Metro Exodus simplemente comprando sus respectivos DLCs en otro lado. Porque, por una cosa o por otra, son juegos que le dediqué sus buenas horas en Stadia, también acabé jugando en otros sistemas. Y el desembolso no será un problema: salvo el precio de la suscripción Stadia Pro (opcional para jugar) Google me devolverá todo lo que pagué.
Y, sin embargo, perder mi partida de Celeste o Bloodstained: Ritual of the Night me destroza.
Sinceramente, espero que GYLT encuentre un nuevo hogar: salvo anuncio sorpresa, una vez Stadia cierre servidores el juego de Tequila Works desaparecerá para siempre. ¡Fue su primer exclusivo! Este año los madrileños tienen pendiente sacar Song of Nunu, así que tarde o temprano tendremos noticias de ellos.
Sin embargo, la noticia no nos pilla de nuevas ni tampoco es un jarro de agua fría: el proyecto de Stadia comenzó a tambalearse y a ponerle clavos a su propio ataúd desde el cierre de Stadia Games and Entertainment. Que los nuevos modelos de Chromecast no fuesen compatibles un año después de su lanzamiento fue, además, una señal inequívoca.
Lo cual, sumado, me deja con otra lectura clara: las consecuencias del apagón de servidores son demoledoras, pero resulta paradójico que aquella revolucionaria plataforma de juego en la nube que quiso aniquilar al hardware se vio arrollada por una realidad todavía más rocambolesca: la escasez absoluta de tarjetas gráficas y la absurda distribución de consolas de nueva generación por la alta demanda y problemas de fabricación y distribución.
Qué ironía, ¿no?
La gran diferencia del cierre de Stadia con otras sonadas caídas de la industria del videojuego es cómo Google quiere cerrar las cosas. Quien tuviese grandes planes para Ouya ahora tendrá un pisapapeles muy exclusivo, mientras que el titán online me permitirá afrontar la cuesta de enero y los lanzamientos de 2023 con más holgura de la esperada. Pero eso no quita que el cierre sea un final triste para una iniciativa que quiso ser revolucionaria.
La plataforma de juego en la nube que quiso aniquilar al hardware y se vio arrollada en el intento
Todo se remonta al 19 Marzo de 2019. Curiosamente, un año antes de la pandemia que azotó a todo el mundo, incluyendo la fabricación de las nuevas consolas PlayStation y Xbox. Tras una muy positiva reacción a las pruebas de juego en la nube y con la tecnología a su favor, Google hizo oficial su propia alternativa de juego en la nube. "Una plataforma de videojuegos para todos" que quiso romper las cadenas del hardware. Confieso que tras la presentación estaba genuinamente fascinado con aquella idea.
Las premisa de Stadia: juega a lo que quieras dónde quieras. Compra el videojuego y úsalo en tu ordenador, en tu televisor, en tu móvil o en cualquier aparato con conexión a internet en el que Google esté presente de un modo u otro. Usa los mandos que ya tienes en casa, olvídate de las instalaciones y gástate el dinero en nuevos juegos en vez de en carísimas tarjetas gráficas y ampliaciones de discos duros.
Si quieres jugar a Cyberpunk 2077 o FIFA como en las consolas de nueva generación o con la calidad de carísimo equipos de escritorio preparados para jugar solo necesitas una conexión a internet. Compras el juego y nada más. ¿Quieres jugar en calidad 4K? Suscríbete a Stadia Pro. Así de simple era la idea. Y así ha sido hasta ahora.
La otra realidad llegó justo antes del lanzamiento de Stadia, y es que estaba todo por hacer: funciones anunciadas como saltar a una partida multijugador en curso al vuelo o retomar un videojuego desde un momento específico creado por otro jugador a través de un simple click fueron sonadas ausencias de aquella revolución.
Pero es que tampoco estaban habilitadas cosas tan sencillas como los logros o los mensajes directos entre jugadores; o tan necesarias como que se pudiese usar en cualquier teléfono: sólo los usuarios de los modelos Pixel 2, 2XL, 3, 3XL, 3a, 3a XL, 4 y 4XL pudieron jugar en nube a Stadia en 2019. La llegada de mejoras e innovaciones por parte de Google fue con cuentagotas y siempre a destiempo pero, por lo menos, la calidad de la experiencia de juego siempre jugó a su favor frente a otras alternativas.
Y lo sigue estando.
La incertidumbre con Stadia siempre estuvo ahí, las cosas como son. Google tiene recursos para mantener a flote los proyectos que estime interesantes, pero también es conocida por cortar de raíz aquellos a los que no le vea futuro. A la vista está. Pero el problema con Stadia siempre fue la comunicación: no llegó de los primeros ni de los últimos, pero Stadia vino con demasiadas promesas por cumplir y conforme las fue añadiendo menos relevancia tenía como plataforma.
A día de hoy lo que la hacía diferenciarse de otras alternativas como Xbox Cloud Gaming o GeForce Now era la calidad de la experiencia de juego y su carácter universal en prácticamente cualquier dispositivo capaz de conectarse a internet, incluido el navegador web de Xbox Series X. Porque en lo que respecta a su catálogo de juegos, y como ya comenté, solo hay un título al que echaré de menos GYLT el último reducto de exclusividad de la división de videojuegos de Stadia.
Lo cual no quita que su cierre de servidores sea una faena para una cantidad por determinar de apasionados por los videojuegos. Una cantidad de jugadores activo o compradores que, visto lo visto, no resultaba lo suficientemente rentable para sostener Stadia.
El apagón de servidores y la muerte de una plataforma de juego revolucionaria. ¿Y ahora qué?
No me considero a mi mismo un Early Adopter ni me identifico con quienes tienen la imperiosa necesidad de disponer de tecnología o servicios nada más estar disponibles salvo que tenga muy claro qué estoy comprando y por qué. Mi perspectiva de Google Stadia no ha cambiado, pero hoy tengo sentimientos encontrados: gracias a su formato de juego en la nube probé juegos que no hubiera hecho de otro modo, tal y como también me pasa con el Xbox Game Pass, pero tengo la terrible sensación de que en aquellos en los que más he avanzado he perdido el tiempo.
Porque no es el apagón de servidores lo que me preocupa, sino el modo en el que se esfumarán de la noche a la mañana mis juegos y mis partidas. Mi idea de jugar en cualquier cachivache con pantalla y conexión a internet desde mi cuenta.
¿Qué precio tiene eso?
Pese a todas las carencias que tuvo Stadia como servicio, al que me lancé de cabeza nada más se abrieron las reservas, no me arrepiento en absoluto por apostar por un sistema en el que poder jugar dónde quiero y cómo quiero a lo que me de la gana. Con ratón y teclado desde el PC desde el que te escribo o usando el móvil a modo de mando en la tele de un amigo.
No me arrepiento tampoco de haber pagado desde el día uno y cada mes la suscripción de Stadia Pro. No tenía porqué hacerlo para jugar a los juegos en propiedad, pero todos los meses se sumaba al menos un juego entre la selección de Google que justificaba esos diez euros y que, de un modo u otro, amortizaba en mis ratos libres o fuera de casa. Con Stadia amorticé mi Razer Kishi y celebré la actualización de iOS que añadió la compatibilidad con los mandos inalámbricos de Xbox. Como comenté, he jugado todas las semanas. Si no he jugado más es porque no quise.
Tampoco dejo a nadie atrás. A, al menos, ningún amigo con quien improvisar partidas. Originalmente un puñado de valientes de esta casa, incluidos Jose y Yúbal de Xataka, nos subimos al carro ilusionados y poco a poco me fui quedando solo. Juegazos como Dirt 5 solo me pasé por los modos offline y títulos como The Elders Scrolls Online y Overcoock! All You Can Eat con quien estuviese por ahí.
No quiero ni pensar en las consecuencias de quien haya apostado por jugar al recién estrenado FIFA 23 en Stadia, pero al menos se que se le reembolsará el dinero.
Porque no tengo ni idea de cuántos juegos se habrán vendido en Stadia entre ofertas (mucho mejores y más atractivas que las de consolas) y lanzamientos, pero el desembolso que hará Google para liquidar Stadia puede ser una cantidad astronómica: se ofrecerán reembolsos por todas las compras de hardware de Stadia (incluyendo la Founders Edition y los packs de Google TV) realizadas a través de Google Store y todas las compras de juegos y contenidos adicionales.
Y pese a que quizás Stadia no lograse ponerse a la altura de Nintendo, PlayStation o Xbox, la caída de este agente menor en el mundillo del videojuego supondrá un coste colosal para Google.
Stadia no fue la alternativa al hardware que pudo haber sido. Pero no puedo reprocharle nada. El servicio que pague lo disfruté y lo que compré me será devuelto. Me quedo con mucho más que mi mando y un ChromeCast como recuerdo de la experiencia. Quizás, hasta pueda recuperar mi paracaídas de PUBG.
Y pese a que el tiempo le dio la merecida razón a todos los que opinaron distinto a mi en lo referente a Stadia (un saludo Rubén, que no se equivoca jamás), me conozco y se positivamente que volveré a apostar por aquellas iniciativas en las que tenga fe. Porque si no apoyamos el futuro del videojuego en el que creemos de manera genuina ¿cómo llegaremos hasta allí?
Dicho lo cual, y si me disculpas, tengo solo hasta el 18 de enero de 2023 para ponerme al día en mis 171 juegos de Stadia que se esfumarán. Esta loca idea de Google de hacernos jugar a videojuegos con cualquier cacharro que tengamos a mano tiene los días contados: ¡pasemoslo bien hasta entonces!
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