- Aviso: Spoilers / Anteriormente: Los llaman Intocables en Elden Ring: Shadow of the Erdtree, pero no superaron la prueba de mi garrote
Suelo ser bastante diligente a la hora de afrontar los videojuegos de FromSoftware, especialmente cuando se trata de Elden Ring. Las misiones de los NPCs pueden ser muy delicadas y cualquier decisión incorrecta las mandan al traste tras horas de seguimiento.
Me gustaría decir que mantuve mi espíritu negociador durante mi paso por las Tierras Sombrías de Shadow of the Erdtree, pero mentiría como un bellaco. Todas mis ganas de evitar conflictos y establecer alianzas en Elden Ring se fueron a tomar por saco con Malenia, más cuando empecé a comprender los planes de Miquella en la Fortaleza Sombría.
Quería matar a todo el mundo, dejar las Tierras Sombrías libres de bestias venidas a más y tiranos con los problemas más serios de megalomanía que he visto en mucho tiempo. Y aunque mantuve este deseo hasta el final, Sir Ansbach consiguió ganarse mi respeto por su insistencia a descubrir la verdad sobre Miquella.
Matar primero y preguntar después
La ruptura de la Gran Runa y la disipación del encantamiento son eventos que marcan un antes y un después en la historia de Elden Ring: Shadow of the Erdtree. El variopinto grupito que sigue a Miquella se ve liberado del embrujo que los une y empiezan a moverse por propia voluntad.
La caballera Leda fue la primera en percatarse y quiso que fuese parte de su conjura para matar a los integrantes del grupo que consideraba se habían desviado del camino. Me mandó a matar al Cornamentado en la Fortaleza Sombría y acepté con la esperanza de poder matarla a ella cuando no quedase nadie. Y así ocurrió: Leda y yo matamos a ese pobre diablo en las murallas de la fortaleza.
Esperaba poder salvar a Sir Ansbach. Fue el responsable de revelar los auténticos planes de Miquella y se los reveló a Freyja de la Melena Roja. Esta no se inmutó mucho y mi relación con ella acabó en el momento que me dijo que se enfrentaría a mí si era preciso. En cuanto al resto, Moore estaba en paradero desconocido y Thiollier se ahogaba de rabia contra mí por haber revelado el secreto de Santa Trina.
Seguro que la caballera Leda sabía que nunca entró en mis planes eso de ayudarla a matar al resto de integrantes... y era más que evidente para cuando llegué a Enir-Ilim. La fortaleza dorada y suspendida en los aires es claramente la recta final del DLC. Había perdido toda esperanza de liquidar a todos los integrantes del grupo... pero entonces Leda me puso mi objetivo en bandeja de plata.
Tras avanzar durante un rato por la fortaleza dorada, llegué a una sala monumental cubierta de arena. La caballera Leda se encontraba en el centro y me dedicó unas palabras mientras entraba:
Ah, pensaba que te vería aquí. Ha pasado algún tiempo. Nunca ha sido Miquella el Cortés, ¿verdad? Fue el Árbol Áureo el que te guio desde el principio. Para que pudieses ascender al señorío. Para empezar, ¿por qué venir a estas tierras?, ¿Será porque eso es lo que su eminencia, o quizás el Árbol Áureo, deseó desde un primer momento? ¿El duelo de los señores favoritos para que uno prevalezca? Quizás así sea. Si insistes en enfrentarte a Miquella el Cortés, te aplastaré, seas quien seas. No pierdas el tiempo.
Las palabras de Leda no eran amistosas, así que aproveché el discurso para tirarme el Arco Rúnico. Sabía que me esperaba gresca. Es una pena que los jugadores no podamos interactuar directamente con los NPCs, porque mis palabras en ese momento hubiesen sido:
"Leda, compañera, yo vine porque creía que Miquella fue raptado, pero resulta que es un megalómano que va controlando a la gente con el poder del amor, ha usado el cadáver de Mohg para fabricarse un consorte (qué asco) y planea convertirse en el dios definitivo. Y aquí el que manda soy yo. Vengo de matar a Messmer y a Bayle el Tembible, y te voy a arrancar la cabeza como vuelvas a soltarme otra chapa".
No pude decir nada, así que me conformé con pensarlo. Aparecieron tres marcas en el suelo. Una para invadir a Leda y dos para invocar a Sir Ansbach y Thiollier como compañeros. Se ve que este último recapacitó y aceptó que Santa Trina solo era un trozo abandonado por Miquella durante su ascensión a dios. Lo último que esperaba es que se formase un coliseo romano o battle royale en esa arena.
Me tomé la poción de Lágrima e invoqué a la Lágrima Mimética mientras aparecía Melena Roja Freyja. La pobre no pudo acabar de soltar su honorable discurso antes de recibir una paliza a garrotazos. Solo fue la primera. Aparecieron cuatro más mientras la leona pronunciaba sus últimas palabras: Moore y Hojaseca Dane como enemigos y Sir Ansbach y Thiollier como aliados.
Moore me lanzó un tarro de putrefacción desde lejos y casi por la espalda, y eso me puso de muy mala leche. Mi Lágrima y yo fuimos a por el cobarde, mientras que mis aliados se enfrentaron a Dane. El caballero pesado utilizaba su enorme escudo para cubrirse y arremeter contra mí. Dejé que mi lágrima lo distrajese y entonces le metí un cañonazo con mi garrote que perdió casi toda la vida. Se curó, pero le sirvió de poco porque murió segundos después a garrotazo limpio.
Leda apareció en la arena de combate. Mi Lágrima y Ansbach se lanzaron hacia ella. "¿Dónde están Dane y Thiollier?", pensé. El maestro marcial había dado esquinazo a mi aliado, así que ahora dirigía sus patadas hacia mí. La caballera también intentaba golpearme, pero mis aliados no dejaban de hostigarla.
Ya derroté una vez a Hojaseca Dane para desbloquear sus artes marciales, así que hice exactamente lo mismo: esperar a que remetiese contra mí para cargar un ataque de mi garrote y pillarlo en el aire. Thiollier le lanzaba sus perfumes, pero con tan poco daño que no lograba atraer la atención de ningún enemigo.
Pasé varios minutos combatiendo contra Dane. Era demasiado rápido para mi garrote y solo se dedicaba a esquivar. Se le acabó el chollo cuando apareció mi Lágrima Mimética para reventarlo por la espalda y aproveché el momento para ponerlo en órbita de dos golpes.
"¿Dónde está la maldita traidora de Leda?", pensé mientras Dane caía a la arena. Estaba deseando machacarla, pero entonces pude ver por el rabillo del ojo que Sir. Ansbach consiguió matarla. Me fastidió no poder luchar contra ella, pero era justo: tenía derecho a vengarse del esbirro de quien lo había arrastrado a este mundo mediante engaños.
Recogí todas sus cosas y avancé por la fortaleza dorada hasta el jefe final del DLC: Radahn, Consorte Prometido. Quiero ser totalmente sincero con respecto al enfrentamiento. Me mató cuatro o cinco veces, eso se lo reconozco, pero no me aguantó ni dos minutos durante la pelea definitiva.
Tuve suerte de que no me atacó al segundo de entrar, así que pude invocar a la Lágrima Mimética sin que me golpease. Su error lo condenó a morir antes de empezar. No exagero al decir que la primera fase duró menos de 30 segundos. Según la grabación que tengo guardada, duró del minuto 1:25 al 1:49, lo que vienen siendo 24 segundos.
Me hirvió la sangre ver al megalómano de Miquella posarse sobre los hombros de Radahn, ahora Consorte de Miquella en vez de Azote de las Estrellas. Hacía tiempo que el guerrero encontró descanso y esto solo una burda copia, un espectro en forma de marioneta que Miquella controlaba como a todo el mundo. También pensé que hubiese sido épico que Ranni se hubiese posado sobre mis hombros del mismo modo que Miquella sobre los de Radahn... al menos para quienes nos convertimos en su consorte durante su final.
La segunda fase fue incluso más corta que la primera. Tomé un vial de Lágrimas Carmesí para recuperar vida y cargué el ataque especial del garrote mientras caminaba hacia Radahn y Miquella. Ellos andaban hacia mí con las espadas alzadas. Corrimos los últimos metros y ambos lanzamos un ataque. Rompí la defensa de Radahn y calló de rodillas a mis pies. La Lágrima Mimética se encargó de darle el golpe crítico. Aproveché para cargar el par de golpes que acabarían con él segundos después.
Según la grabación que he comentado antes, la segunda fase dura desde el minuto 3:15 al 3:21, es decir: seis segundos. Si quitamos las cinemáticas, mi combate contra Radahn y Miquella duró exactamente 30 segundos. Solté el mando en la mesa y suspiré de puro placer. "¡A tomar por saco!", pensé mientras exploraba el área de combate.
FromSoftware rara vez otorga una victoria completa y yo no era la excepción. Volteé la cámara y vi los cadáveres de Sir Ansbach y Thiollier apoyados contra la pared. Cayeron durante el combate contra Radahn y Miquella. Se me resquebrajó un poco el corazón por Ansbach. "No tenías que morir, viejo", dije en voz alta mientras miraba su cadáver. Así que puedo decir que conseguí mi objetivo en la última media hora del DLC, pero ojalá hubiese podido salvar solo a uno.
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