- Anteriormente: Arrasamos un castillo entero y luego derrotamos a uno de los mejores jefes de Elden Ring: Shadow of the Erdtree
El Castillo de Ensis de Elden Ring: Shadow of the Erdtree fue un trago más fácil de lo que esperaba, especialmente gracias a la compañía de mi amigo. Sin embargo, la puerta norte del Patio-Observatorio Lunar de Ensis abrió el camino hacia una realidad que no me apetecía afrontar: la Fortaleza Sombría.
Sabía que Messmer, El Empalador me esperaba en su fortaleza y no me sentía con las fuerzas (menos ganas) de enfrentarme contra ese destino... ni contra cualquiera que implicase un jefe poderoso. Más adelante verás que es imposible escapar de los enfrentamientos en Elden Ring, aunque intentes escapar con todas tus fuerzas.
Quedarme matando una y otra vez a Rellana, Caballera de Luna Gemela junto a otros jugadores fue una de las peores decisiones que tomé durante mi partida. Recuerda que ya venía de estar horas repitiendo al Caballero de la Soledad y la Bestia Divina León Danzante durante una media de 2 a 5 horas cada uno. Tomé la decisión de dejar de hacerlo antes de acabar completamente quemado del DLC.
Un paseo por las Tierras Sombrías: poesía y belleza infinitas
Burlé a mi destino una vez más. Puse rumbo hacia el sur, dejando la Fortaleza Sombría a mi espalda, hasta llegar a la famosa Columna de Contención. Allí se encuentran las famosas palabras que han puesto patas arriba la comunidad de Elden Ring. "El corazón de las Tierras Intermedias. Todas las formas de la Muerte confluyen aquí, solo para ser suprimidas".
Quería ver con mis ojos el enigmático lugar. No es raro que FromSoftware esconda una pieza tan clave para su mundo en un lugar tan remoto y aparentemente desprovisto de toda importancia. En cualquier caso, no tardé demasiado en dejar atrás la ubicación y proseguir mi exploración de las Tierras Sombrías.
Lo malo es que no sé qué hice después. He intentado recordarlo con todas mis fuerzas, pero ni siquiera mis capturas y vídeos han conseguido refrescarme la memoria. Tengo una laguna enorme de exploración. No tengo ni idea de cómo acabé llegando a una de las zonas más bonitas del DLC: la Costa Cerúlea. Perdón por no poder relatar el camino. Lo único que recuerdo es una enorme bajada.
Cuesta describir con palabras cuan preciosa es esta zona de las Tierras Sombrías. Son tierras bañadas por vegetación con luminiscencia y que colorea el paisaje de azul, blanco y con algunos tonos morados. Enormes tumbas salpican el horizonte y se puede escuchar el sonido de la costa.
Ignoré al dragón del valle (demasiados dragones, Miyazaki) y puse rumbo hacia el este, donde había una isla distante con un mausoleo en la zona más alta. Busqué una cueva que pudiese servir de túnel hasta ella y la encontré. No me extrañó lo más mínimo ver qué el jefe que se escondía tras la niebla del mausoleo: la Bailarina de Ranah. No hay mejor jefe en todo el DLC que refleje la belleza infinita de estas tierras azuladas. La derroté fácilmente, tanto que incluso me dio pena.
Continué mi camino al sur, hacia el punto más alejado de las Tierras Sombrías. Encontré una Cruz de Miquella con vistas al cadáver de un enorme dragón. El mensaje de Miquella era: "Abandono aquí mis dudas y vacilaciones". El Empíreo no solo abandonaba su cuerpo, también partes de su ser. "¿Qué quedará al final?", recuerdo preguntarme en un arrebato metafísico. Llovía.
Llegué hasta La Fisura, el punto más al sur de aquellas tierras, descendí por el enorme agujero y encontré justo lo que esperaba: un sello mágico que impedía el acceso a la cueva. "Nos veremos más adelante", pensé. Tras esto, lo más sensato habría sido ir hacia la Fortaleza Sombría, pero volví a evitar mi destino.
Fui hacia el noreste hasta llegar a las Ruinas del Dedo de Rhia, pero no avancé. Sentí que no era el momento. Volví al norte sin mirar demasiado el mapa. Me topé con un Dragón de Magma y el Hombre Dragón Antiguo en una mazmorra. No me dieron demasiados problemas. La katana de este último era muy interesante. Una vez más, no sé cómo llegué al Límite del Foso del Dragón, pero la sensación de que no debía estar allí era enorme.
Y sin duda no debía estar allí. Acabé frente al cadáver de un dragón descomunal y una nueva misión: escalar una montaña enorme y dar muerte a un dragón traidor. El Gran Altar de la Comunión Dragontina era lugar era oscuro y terrorífico, pero pude ver belleza en la decadencia. Sé que suena raro.
Mi afán por evitar a Messmer, El Empalador me llevó a aventurarme en la cruzada más peligrosa de todo el DLC: ascender una montaña llena de dragones en busca de un traidor. ¿Recuerdas que mencioné que quería evitar jefes? Maté a dos dragones enormes, Dragón de Pico Escarpado y Dragón Antiguo Senessax, antes de llegar a mi objetivo final: Bayle El Temible. A todo esto, fui encontrándome a un señor que conocí originalmente cerca de la Columna de Contención. No paraba de gritar y clamar venganza.
Disfruté mucho del ascenso por la montaña porque la ambientación es muy épica y peligrosa debido a los dragones, pero el espíritu de caballero valiente se me acabó cuando llegué a Bayle El Temible. Me destrozó más de una decena de veces. Tardé en comprender que no estaba ni remotamente preparado para ese desafío. Fue un final amargo para un día precioso de exploración.
No me quedó otra que abandonar la exploración por esas zonas y regresar al punto de origen: las tierras cercanas a la Fortaleza Sombría. Estaba dispuesto a seguir burlando mi destino y puse rumbo hacia las Ruinas de Moorth, que me llevarían por un camino largo y lleno de penurias... aunque esa historia la dejo para la siguiente publicación.
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