Sobran los motivos para hacerse con el recién lanzado Final Fantasy VIII Remastered. Sus personajes, su historia e incluso la nostalgia que es capaz de despertar son sus mejores avales. Y claro, su renovado aspecto también resulta un extraordinario aliciente.
Square Enix no se ha limitado a realizar un simple port y ha elaborado una versión que, sin sacrificar un ápice del encanto original, nos evitará lo que nuestro compañero John Tones acuñó como retroroturas ¿La clave? Nuevos modelos y texturas y esas sensaciones que solo pueden emanar los clásicos.
Ahora bien, a la hora de hablar de los escenarios se ha optado por suavizar las imágenes originales. En los tiempos de la primera PlayStation era bastante frecuente usar modelos tridimensionales sobre fondos que, por lo general, habían sido pre-renderizados.
Con lo anterior por delante: ¿Cómo luce esta edición remasterizada? A través de la comparativa entre la versión de Switch y la de PSOne elaborada desde el canal del Analista de Bits el salto visual no tarda en manifestarse.
Merece la pena destacar que, más allá del renovado aspecto del propio juego, las cinemáticas también han recibido una mejora en cuestión de resolución. Más puntos extra para un Final Fantasy imprescindible pese a que la relación de aspecto sigue siendo la que conocimos en 1999.
Además, el juego sumará otras mejoras en forma de ventajas opcionales ideadas para para agilizar los avances, como la posibilidad de acelerar la partida o evitar los combates aleatorios.
Por su parte, Final Fantasy VIII Remastered ya está disponible en digital para Xbox, PS4, la eShop de Nintendo Switch y Steam por 19,99 euros. Si ya tienes las aventuras de Cloud y Yitán, la de Squall es compra obligatoria.
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