- Anteriormente: "¡Yo te maldigo, Bayle!": nunca una venganza me supo tan a pizza recién hecha como esta de Elden Ring: Shadow of the Erdtree
Tenía muy claro que mi aventura en Elden Ring: Shadow of the Erdtree había terminado después de acabar con Bayle y el jefe final, cuyo nombre omitiré para que esta publicación esté libre de spoilers en lo que respecta a la historia principal. También creía que esta serie de publicaciones estaba cerrada, pero los caminos de FromSoftware son inescrutables.
Hace unos días, viajé de nuevo a las Tierras Sombrías para pasear a lomos de Torrentera y sacar algunas capturas de lugares memorables. Nada que mereciese una publicación como esta. Reparé que había una meseta que estaba demasiado vacía y resultaba extraño porque los mapas de Elden Ring no suelen dejar hueco sin gracia. Además, había un rectángulo enorme. Miyazaki no hace nada porque sí.
El Fuerte de la Reprimenda y unas vistas de infarto en Elden Ring
Nunca llegaré a entender cómo pude pasar por alto esta zona de las Tierras Sombrías. Pasé muy cerca, pero por alguna razón nunca llegué a ir tan al sur. En mi mente ya estaba explorado y lo asemejaba con otra localización diferente. La única explicación es un combo de despiste y olvido, provocado por una distracción llamada Ruinas de Moorth. Entré por esas ruinas y nunca miré atrás.
Era obvio que había algo, así que viajé hasta las ruinas y peiné todo ese vaye en busca de localizaciones nuevas. Encontré una mazmorra al oeste del camino principal y continué hacia el sur en vez de tomar la ruta principal. Acabé sobre la gran meseta, Altus Umbrío. Esa fue la primera gran decisión de esta aventura.
Exploré un poco la zona del lago y me acerqué a un pequeño barranco. Cuando alcé la vista del borde, vi un castillo de piedra oscura levantarse en una estructura natural en forma de olla. La única entrada era la cueva en la que se pierde el camino al llegar a la meseta. Bajé por el barranco de un salto y activé la gracia que había frente a la gran estructura.
"¿Cómo demonios se me ha podido pasar esto por algo?", pregunté de forma retórica a un amigo con el que estaba en llamada en PS5. No sabía de qué hablaba, así que activé el sistema de compartir pantalla para que viese mi partida. No tenía pinta de ser una mazmorra demasiado grande, pero con Miyazaki nunca se sabe. Puedes entrar en el sitio más ordinario y acabar en un descenso de una o dos horas hasta el mismísimo infierno. No sería la primera vez en Elden Ring.
Me dispuse a explorar la fortaleza en busca de nuevas armas, hechizos, amuletos y otros objetos valiosos. Tampoco quiero engañaros: no hay nada que merezca la pena. Ni siquiera hay un jefe como tal. Encuentras un par de enemigos de élite, otros más débiles y al Caballero Negro Edredd, que hace las veces de jefe de la fortaleza. Voló por los aires en menos de 20 segundos con mi gran maza sanguinaria.
El descubrimiento en sí mismo del Fuerte de la Reprimenda fue la verdadera recompensa para mí, porque no recuerdo que nada me hiciese especial ilusión en lo tocante a objetos. Y me hubiese cabreado mucho más de haber enfrentado la locura que hay antes de entrar en la cueva que conduce a la fortaleza.
Quizás lo más interesante fueron un par de Doncellas en los muros exteriores. Estuve tentado a dejarme atrapar por si eran teletransportes, como en el juego base, pero los mensajes del suelo dejaron claro que había demasiados jugadores mentirosos.
Lo más emocionante de esta mini-aventura no fue la fortaleza, sino los dos últimos descubrimientos. Tomé el camino de la cueva para ver si había algo defendiendo la entrada y me encontré con un espectáculo: un dragón peleando con las tropas de un campamento. No tenía cuerpo para peleas, más contra un dragón... otro de los tantos genéricos que hay repartidos por todo el DLC.
Acabé matando al dragón con un poquito de ayuda de los soldados, aunque Miyazaki necesita repasar las prioridades de la IA de Elden Ring. Muchos eligieron atacarme a mí en vez de al dragón. Quizás estoy diciendo una locura, pero a lo mejor el bicharraco debería ser la prioridad de todos los que protagonizan la escena.
Los maté a todos. No quedaron vivos ni los animalillos que corretean por la zona. Lo sé porque recogí un montón de hueso y carne del campo de batalla. Era el momento de centrar mi atención en la localización que realmente me interesaba: una cruz de Miquella en lo alto de una montaña enorme. Subir no fue complicado, aunque admito que la escalada tuvo su miga.
A diferencia que en Fuerte de la Reprimenda, la Cruz de Vista Sombría fue una verdadera recompensa a la exploración. Me atrevería a decir sin miedo a equivocarme que es una de las mejores vistas de todas las Tierras Sombrías. Incluso diría que las mejores. Se puede ver gran parte del mapeado.
Y allí me quedé apreciando las vistas y buscando hasta el más mínimo detalle de cada horizonte durante 10-20 minutos de reloj. Saqué las fotografías que buscaba en un principio, senté a mi personaje y pensé que ese era un buen lugar para acabar mi aventura. Y creo que hice bien, porque no creo que haya otro lugar más bonito en todo el DLC.
Estoy seguro de que todavía me quedan algunas cosillas que ver, pero tengo muy claro que llevaré a mi personaje a ese punto antes de desinstalar el juego. Si nunca lo has visitado, te recomiendo que encuentres esta cruz de Miquella. Créeme que las vistas merecen mucho más la pena que la fortaleza y el encuentro contra el dragón que he mencionado en esta historieta. Ahora sí, doy por zanjadas estas publicaciones de Elden Ring... aunque no descarto algún spin-off.
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