Puede que al pensar en Geralt de Rivia nos vengan a la cabeza muchas características específicas del protagonista de The Witcher, desde la magia hasta su humor un tanto huraño, pero especialmente si no hemos pasado por los libros, es probable que su promiscuidad y pasión por el sexo no esté entre todas ellas.
Poco podían imaginar en CD Projekt Red que, tras no olvidarse de sus relaciones íntimas a la hora de intentar representar a el brujo de la forma más fiel posible a lo que aparecía en la historia original de Andrzej Sapkowski, el juego de The Witcher iba a tener un serio problema con el sexo.
El polémico “hazte con todas” de The Witcher
Lo cierto es que, como el resto de brujos de su mundo, Geralt de Rivia es estéril, y la aparición de no pocos nombres de mujeres entre sus aventuras nocturnas lo convierten también en una figura aparentemente promiscua, dándose nombre y apellidos de no pocos encuentros y generando la idea de que se ha acostado con cualquier chica de taberna de cada pueblo que ha visitado.
El problema es que, en una estructura de la historia en la que se salta entre varias décadas, ver repartidos todos esos nombres a lo largo y ancho de 30 años no resulta tan impactante como hacerlo en su primer videojuego, donde puedes mantener relaciones con más de una veintena de mujeres en un lapso de tiempo bastante más escueto.
Sin embargo, el problema contra el que CD Projekt Red se chocó al crear el primer juego de The Witcher no está en la interpretación más o menos acertada de hasta qué punto Geralt es un mujeriego, sino en cómo decidieron representar esas situaciones de la forma más controvertida posible.
Con una idea que luego no saltó a posteriores entregas por razones obvias, los polacos creyeron que la mejor forma de salir del paso era tirando de imágenes estáticas a modo de recuerdo, así que para cada mujer con la que te acostabas, Geralt recibía una carta con una imagen sugerente o directamente explícita. Habían creado un coleccionable a lo “hazte con todas”.
Un problema nacido de otra necesidad
De la mano de declaraciones de Karol Kowalczyk, diseñador narrativo y guionista del primer juego, con el tiempo descubrimos que la intención del estudio era mucho menos retorcida que esa imagen, y que lo que a todas luces público y crítica vieron como una pasada de frenada tremenda, en realidad escondía un secreto mucho más inocente.
“Dentro de la industria es algo bastante conocido que es muy fácil para los animadores crear una escena en la que se abre un portal enorme y varios dragones entran rápido y causan destrucción alrededor de la ciudad. Pero si quieres que dos personajes se besen, bueno, eso puede llevar semanas y aun así ser embarazosas o provocar risas en lugar de crear una atmósfera romántica”.
Para evitar tener que lidiar con todas aquellas escenas y trasladar al juego hasta qué punto Geralt de Rivia podía llegar a ser un mujeriego, durante el último tramo del desarrollo decidieron ventilar el problema creando una serie de cartas que sirvieran como excusa para representar que allí había ocurrido algo.
“Se trata del hecho de que cambias a una mentalidad en la que necesitas recopilarlos todos, ¿verdad? Y en ese contexto, es realmente muy inquietante que el juego te obligue a convertirte en un adicto al sexo sin sentido para conseguir algo de eso. No pudimos apreciarlo, ya que cuando pruebas el juego por centésima vez, empiezas a hacerlo mecánicamente y no sientas realmente esas emociones".
Con siguientes entregas de The Witcher no rebajaron la intención de pintar a Geralt como alguien promiscuo, pero sí optaron por algo más elegante y menos sonrojante ciñéndose a las cinemáticas. Bueno, siempre que tener relaciones sobre un caballo pueda ser considerado más elegante y menos sonrojante.
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