Las historietas de Ibáñez eran tan buenas que Mortadelo y Filemón consiguieron que jugase al género que no soporto

Las historietas de Ibáñez eran tan buenas que Mortadelo y Filemón consiguieron que jugase al género que no soporto

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Mortadelo Y Filemon Ibáñez

Nos ha dejado el genio del tebeo en España, un faro absoluto para varias generaciones que absorbieron sus historietas con voracidad. Francisco Ibáñez falleció a los 87 años y, como los más grandes, su legado permanecerá para siempre. 13 Rue del Percebe, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, La Familia Trapisonda e infinidad de personajes que se incrustaron en la cultura popular española durante décadas.

En mi caso, la predilección hacia Mortadelo y Filemón siempre se tradujo en un magnetismo irresistible. El Tirano, El Gang del Chicharrón, El Sulfato Atómico, La Gomeztroika y una lista de chaladuras en formato álbum que consumí con fervor, mención aparte de los especiales dedicados a los Juegos Olímpicos y Mundiales de fútbol. Era absolutamente descacharrante ver cómo los inventos de Bacterio fallaban, el Súper intentando organizar la T.I.A, Ofelia ligando con Mortadelo mientras este huía disfrazado de pájaro y Filemón atesorando los dos pelos que le quedaban.

Siendo un crío, toda aquella algarabía y desfachatez repleta de sátira sobre la sociedad española era, sencillamente, divertida. Eran muchos los motivos para consumir cualquier producto que incluyese a los dos agentes más zopencos posibles y así fue como me lancé a la aventura de Mortadelo y Filemón: La Máquina Meteoroloca.

Dos agentes chapuceros

Las incursiones de ambos personajes en el mundo de los videojuegos se habían producido a finales de los 80, gracias a obras como Mortadelo y Filemón​ y Mortadelo y Filemón II: Safari callejero. Fue en los últimos años de la década de los 90 cuando la marca experimentó una explosión de popularidad con el surgimiento de Alcachofa Soft, desarrolladora toledana que se lanzó al género de las aventuras gráficas.

Encontraron un filón en Mortadelo y Filemón, creando hasta ocho videojuegos sobre sus desventuras entre 1998 y el 2002. Adaptaciones que se nutrían de las excelentes viñetas de Ibáñez y supieron plasmar a la perfección cómo era sentirse en el interior de las páginas, pero en las pantallas de nuestras casas. Sin embargo, también existió en 1999 La Máquina Meteoroloca, producción creada por VEGA Creaciones Multimedia y distribuida y editada por Z Multimedia.

Mortadelo y Filemón Ibáñez

Una auténtica rareza, ya que se trata de la única aventura gráfica que no surgió de la factoría Alcachofa Soft. Ese hándicap no le impidió que lo instalase con muchísimo cariño en el Windows 98 de mi padre para gozármelo, pero sin saber lo que me aguardaba. Nada más arrancar comienza la secuencia de créditos iniciales acompañada por la simpática melodía creada por Hugo Gil Colodrón e ilustraciones de los miembros que dieron vida al juego, pero todo se tuerce en un instante.

Tras una escena en la que Mortadelo y Filemón son despertados de su siesta matutina, el juego me da el control de ambos en mitad de la Calle del Pez. Está nevando en pleno verano y los dos quieren volver a entrar en casa para llamar a la T.I.A para decirles que con semejante temporal ellos no van a ningún lado. El problema surge debido a la ineptitud de Mortadelo, el cual se ha dejado las llaves dentro y ahora toca resolver la encrucijada de volver a entrar.

Y allí estoy yo, tierno infante, sin entender prácticamente nada intentando averiguar cómo atravesar esa infranqueable puerta de madera. La desesperación se apoderó de mí, abandoné La Máquina Meteoroloca y pedí ayuda a mi padre, al cual ya le llegaba con habernos enseñado a mi hermana y a mí como arrancar el dichoso PC.

Mortadelo y Filemón Ibáñez

Un rayo de esperanza

Harto de aquel videojuego infernal, varias semanas más tarde me encontraba viendo TPH Club, programa que se emitió en La 2 de RTVE a principios de los 2000. Allí se podían realizar consultas sobre cómo superar fases de videojuegos y por azares del destino, respondieron cómo se resolvía la primera pantalla de Mortadelo y Filemón: La Máquina Meteoroloca. Emocionado por el descubrimiento, retomé la partida y pude descubrir todas las situaciones estrambóticas que me estaba perdiendo.

La propuesta del título es que el Sabio Gambérrez ha decidido poner fin a toda la polución que rodea el mundo y para ello se vale de un extraño aparato capaz de alterar la climatología. Es por ello que a lo largo de las pantallas veremos nieve, tornados en un desgüace y truenos en mitad de una iglesia, por lo que era preciso jugar con los elementos a la hora de resolver los rompecabezas.

Mortadelo y Filemón Ibáñez

La dinámica nos permitía controlar a Filemón, siendo el jefe capaz de entablar conversaciones, mientras que Mortadelo poseía como característica principal recoger los objetos que se guardarían en la caja fuerte, y así usarlos en el futuro. Sin la combinación de sus habilidades no era posible avanzar, si bien el gran peso de la acción se lo llevaba Mortadelo. Incluso había que afrontar misiones en solitario tan difíciles como mantener una cita con Ofelia para que nos proporcionase un mapa con el que llegar a las Montañas Picudas.

Todo ello regado por dibujos y fondos que funcionaban como ilustraciones, repletos de guiños, detalles divertidos y muchísimo cariño en cada pincelada. El laboratorio de Bacteria chisporroteaba, los personajes de fondo realizaban sus tareas y hasta podíamos disfrutar de un "mundo abierto". Muy atrevido referirse así al mapa de La Máquina Meteoroloca, pero lo cierto es que en gran parte de la aventura se podían recorrer las calles de la ciudad, varios locales y salir a las afueras.

Evidentemente, por cada objetivo que cumplíamos a cada capítulo, éramos recompensados con un escena en la que Mortadelo y Filemón castigaban al Súper atándolo a un cactus en mitad del desierto o electrocutaban a Bacterio por hacerles perder el tiempo consiguiendo los materiales que les pedían. Aquel esquema se trasladó en la medida de lo posible hasta Villatocino, tramo final del juego, y donde la sociedad rural también era reflejada en todo su esplendor.

Mortadelo y Filemón Ibáñez

El alcalde Rúpestrez, el charcutero, el panadero... todos eran una caricatura de tantas personas con las que nos hemos cruzado a lo largo de nuestra vida. Finalmente, y tras mucho esfuerzo, allí terminaba el viaje de Mortadelo y Filemón, averiguando el lugar en el que se escondía Gambérrez y poniendo fin a sus maléficos planes. Estoy seguro de que tardé años en dar carpetazo a un título que apenas supera la hora y media de partida.

Hoy en día se me hace muy, pero que muy cuesta arriba jugar a una aventura gráfica. Lo he intentado con auténticas joyas del género como Grim Fandango o Broken Age y ni por esas me acostumbro a la dinámica de los grandes como Tim Schafer o LucasArts. A pesar de ello, estaba tan hechizado por todo lo que me mostró Ibáñez en mi infancia, que consiguió que aquel extraño videojuego de los agentes secretos más patéticos que hayan visto el mundo lo recuerdo con tanto cariño como cualquiera de sus cómics.


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