‘Total War: WARHAMMER III’: consejos y claves para construir un imperio de cero y decidir (solo o acompañado) si negocias o derramas sangre

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Más allá de clásicos como ‘StarCraft’ o ‘Age of Empires’, hay una saga llamada a ocupar un lugar en la historia. ‘Total War: WARHAMMER ’ (2016) y ‘Total War: WARHAMMER II’ (2017) marcaron el tono y estilo de una nueva era. Una llena de éxitos y “valoraciones positivas”. Y su última entrega ha sabido ser más grande, ruidosa y ambiciosa que nunca.

Y es que la escala de este ‘Total War: WARHAMMER III’ es tal que abrumará incluso a los jugadores más versados. La premisa, en apariencia, es la misma de siempre: elegir una facción y llevarla a la victoria antes del colapso del mundo.

Sin embargo, esta vez el estudio desarrollador, Creative Assembly, ha volcado sus recursos en narrar una historia rica en matices, sin la vaga simetría o los atajos de mapas calcados, sino cocinando a fuego lento sus elementos. Cada batalla es única, cada progreso te pertenece y cada posición perdida es solo responsabilidad de tus decisiones. Decisiones que vamos a ayudarte a tomar a través de un puñado de consejos y claves. Aquí tienes nueve puntos esenciales con los que lograrás entender el cosmos de ‘Total War: WARHAMMER III’.

No olvides el prólogo

En ‘Total War: WARHAMMER III’ existen dos tipos de partidas: por turnos y en tiempo real. Las primeras son esenciales para obtener recursos y mejoras. Las batallas en tiempo real son el paso posterior, cuando ya se conocen las dinámicas de cada reino. Recapitulemos: los Kislev, el equivalente a los señores de Invernalia en ‘Juego de Tronos’; La Gran Catai, un imperio de demonios que siempre tienen más sed de sangre, y los Reinos Ogros, con unidades "burrísimas" y difícil de desmoralizar, capaces de reventar muros y provocar terror.

En cuanto al multijugador, cada campaña puede abordarse con hasta ocho jugadores. Y el delirio de ocho personas repartiendo unidades en turnos simultáneos es algo digno de ver. El Reino del Caos, por cierto, se fundamenta en cuatro dioses: Nurgle, Dios de la Plaga; Slaanesh, Dios del Exceso; Tzeentch, el Que Cambia Las Cosas; y Khorne, Dios de la Sangre y la Matanza.

Pero antes de nada existe un peaje que merece la pena pagar: el prólogo. Tan obvio como esencial. Casi toda campaña de prólogo es un tutorial enmascarado, una forma de presentar mecánicas y retos accesibles dentro de un entorno más acotado. ‘The Lost God’ es la perfecta toma de contacto para aprender a gestionar tropas o los rudimentos básicos sobre el mapa, configurar las primeras estrategias para no gastar todos los recursos demasiado rápido y, sobre todo, entender cómo aumentar esos ingresos.

La guerra no es gratis y mantener un buen ejército pasa por mantener un "Favor favorable", valga la redundancia. Ya lo decía Sun Tzu, el mayor enemigo de tu ejército son las propias tropas desanimadas y agotadas.

Una guerra se gana batalla a batalla

A nuestros tiempos ha llegado aquella frase de Escipión que podríamos traducir como "las batallas se ganan con los puños; las guerras, con la cabeza". ¿Significa eso que hay que liarse a cabezazos en ‘Warhammer’? Bueno, no exactamente. Significa que hay que empezar poco a poco, sin excesiva ambición, jugando en single player y eligiendo la campaña que mejor se adapte a tu estilo.

Un gran ejército requiere de un gran líder; si te olvidas de esto, estarás perdido. "Vestirlo" y controlarlo adecuadamente marcará la diferencia entre ganar o perder

Tienes ocho para elegir: Kislev, Grand Cathay, Khorne, Tzeentch, Nurgle, Slaanesh, Daemons of Chaos y Ogre Kingdoms. Todas ellas son únicas y presentan estilos muy personales. Las mejores creaciones son las más complicadas, así que no tengas prisa por probarlo todo desde el principio. De hecho, los early adopters podrán conseguir el DLC de los Ogre Kingdoms totalmente gratis con su compra hasta el 24 de febrero.

Nosotros recomendamos empezar por Kislev, por su mentalidad más arcade, penalizando menos. Es una buena continuación al prólogo. Aunque si vienes de jugar a la anterior entrega y puedes considerarte veterano de los RTS, tal vez sea mejor saltar a una campaña más espectacular. De todos modos, siempre es posible configurar la dificultad y, por tanto, la IA de los enemigos.

Personaliza a tu Señor

Lord

"Vísteme despacio que llevo prisa" es otro dicho asociado a la importancia de prepararse bien antes de lanzarse a la guerra. Una de las principales virtudes de Creative Assembly reside en su profundidad, en las posibilidades de personalización de tu Señor Legendario —el nuevo, el Príncipe Demonio, te encantará gracias a su equilibrio y la capacidad de su hechizos y atributos—, el líder que comandará tus tropas.

Según vayas haciendo ofrendas a los Dioses del Caos, irás desbloqueando modificaciones de aspecto y podrás ir configurando su gloria. Estos héroes son fundamentales para ejecutar deprisa y para cerrar grietas.

¿Hace falta decir más? Sí, algo más: puedes llevártelo a todas partes y jugar con él en el multi. Un gran ejército requiere de un gran líder; si te olvidas de esto, estarás perdido. "Vestirlo" y controlarlo adecuadamente marcará la diferencia entre ganar o perder.

Cuida tu posición

Esto es como la buena postura en clase, cuando el profesor nos decía "siéntate bien" por nuestro propio bien. Si hablamos de estrategia, cada centímetro virtual cuenta. Da igual cuántas tropas hayas amasado, una mala posición en el mapa podría dar lugar a una muerte segura. Al contrario, una correcta lectura del terrero asegurará escaramuzas y victorias in extremis, de esas que hacen palpitar el corazón. Esto no va de estandartes, va de topografía.

Sus desarrolladores son maestros en lo que podríamos denominar "pensar antes de atacar". Sus ‘Total War’ basculan entre el combate más sangriento y la estrategia más táctica

Traducido en una partida, esto es tan sencillo como mantener un esquema interno: una vanguardia de unidades tanque adelante protegiendo a las  unidades móviles rápidas, una caballería que puedas sacar de las filas y mover a los lados para flanquear y, a su vez, proteger a una cadena de arqueros que sigan haciendo daño al rival sin apenas sufrir bajas. Y, tras ellos, podrás colocar otra fila de tropas rápidas: cuando rompas sus defensas, podrás penetrar más rápido en sus dominios.

Existen cientos de estrategias. "¡Qué me vas a contar!", dirá el jugador experto. Pero la clave reside en aprovechar cada debilidad y no centrarse mucho en saborear las pequeñas victorias, sino en estudiar los patrones enemigos y mantenerse alerta para lo que pueda surgir en cada mapa.

¿Para qué estás luchando?

Los desarrolladores de este videojuego son maestros en lo que podríamos denominar "pensar antes de atacar". Sus Total War, a través de las sagas individuales Rome, Shogun, Empire o Medieval, basculan entre el combate más sangriento y la estrategia más táctica.

En cada batalla tendrás que completar una serie de objetivos, tanto offline como online, tanto en las victorias de dominación como de facción, y prestar atención a estos objetivos es esencial. Puedes ignorarlos, pero a cambio también estarás ignorando unas recompensas muy jugosas.

Armas, muchas armas

Total War Warhammer 3 Release Date

Existen dos tipos de jugadores, los que guardan y los que gastan. Los primeros, en un RPG, tienen cien pociones para envenenar un arma que nunca usarán. Los segundos casi nunca tienen pociones, pero envenenan que da gusto. Te invitamos a ser de la segunda estirpe y hacer uso de todo lo que tengas a mano. Esto aplica en dos direcciones: en los atajos de teclado y las macros que puedas programar, incluso en tu ratón, pero también en cómo distribuyas el fuego, para hacer daño masivo y optimizar tu arsenal.

Ser un auténtico señor de la guerra no pasa únicamente por disponer de muchos efectivos, sino por saber llevarlos a la victoria

Y ya no nos referimos únicamente al combate. El Reino del Caos no tiene por qué ser un caos: aprovecha los sobornos para ganar en control del territorio sin tener que sacrificar guarniciones. Khorne y Nurgle no se pueden ganar únicamente de esta manera, debido a sus orografías, pero sí te darán el plus que necesitas para invadir antes que el resto. Lo decíamos en el titular por algo: el negociar, esta vez, es casi tan importante como el combatir.

Por cierto, si lo tuyo no son los altos elfos o los magos —todos recordamos las posibilidades Teclis—, esta tercera entrega ha puesto más cuidado en las tropas de lucha cuerpo a cuerpo, siendo más barato armar una buena troup que plante cara a cualquier rival.

Expándete rápido, repliégate despacio

A cerrar grietas se ha dicho. Si vas demasiado lento, la expansión demoníaca se hará con el control de zonas estratégicas que después te costará gobernar, pero, además, también tendrás que lidiar contra revueltas, traiciones y otras amenazas internas. Y, a partir de ahí, una vez avanzado y posicionado con ventaja, comienza a organizar, gastando turnos, para fortalecer tu posición.

No hay batallón pequeño

Tropas

Todos y cada uno de los asentamientos son importantes. Los minions se encargarán de erigir barricadas y proteger tu imperio. Cuanto mayor sea tu imperio, más recursos demandará, pero nunca dejes morir de hambre a alguien que puede engordar tu ejército. Los edificios son baratos y solo ocupan un espacio, así que aprovecha esta estrategia para tener un goteo constante de tropas que reclutar.

De hecho, los puestos avanzados también sirven para esta máxima, para reclutar a cambio de lealtad y hacerte con tropas que de otra forma no podrías conseguir. Aunque solo sean carne de cañón, ¿quién hace ascos a un par de unidades extra?

Y lee bien las estadísticas

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Las matemáticas rigen el mundo. Más allá de los puntos de vida, la armadura o la velocidad, debes prestar atención a valores indirectos como el liderazgo, el cual mide la moral del ejército, las bonificaciones de daño y carga, la cantidad de munición que te queda, el rango de ataque —ciertos ataques solo merecen la pena a corta distancia, porque de lejos pierden toda su precisión— y otros componentes que marcan tu capacidad.

Al principio puede resultar confuso, pero en apenas dos partidas ya entenderás todo. Ser un auténtico señor de la guerra en ‘Total War: WARHAMMER III’ no pasa únicamente por disponer de muchos efectivos, sino por saber llevarlos a la victoria. Aunque te lo vas a pasar de vicio bregando por el camino. Eso sí que es seguro.

Fotos | Total War

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