Uno de los superhéroes más populares es Spider-Man, el personaje que creó Stan Lee en 1962. Durante más de 60 años no ha parado de aparecer en infinidad de cómics, películas y series de televisión muy exitosas, galardonados videojuegos que han pasado por la mayoría de consolas, en productos de merchandising de todo tipo, etc.
Prácticamente cualquier superhéroe puede presumir de estos logros, pero lo que no es tan habitual es que protagonicen su propio musical. Lo normal es que estos espectáculos estén basados en películas o novelas muy conocidas, pero no es tan habitual que estén centrados en un personaje de cómics. Por eso mismo, siendo algo tan novedoso tal vez sus productores debieron de pensar, si Spider-Man es tan popular, ¿por qué no va a triunfar un musical sobre él?
Quizás el superhéroe arácnido habrá conocido el éxito en todos los terrenos. Sin embargo, en este caso en particular no ha sucedido eso en absoluto, aunque tampoco es plan de adelantar todo. Lo mejor es empezar desde el principio y contaros qué fue del desastroso musical Spider-Man: Turn Off the Dark.
El origen de uno de los musicales más caros y complejos de Broadway
Para todo esto hay que remontarse hasta el año 2010 cuando los responsables empezaron a idear todo lo relacionado con este musical, aunque para ello se necesitaba fichar primero al equipo que iba a crearlo. Es ahí cuando se contactó con Julie Taymor para que ejerciera de directora después del gran trabajo que había desempeñado en el musical de El Rey León.
Ella misma fue la que se ocupó del guion junto con Glen Berger, otro conocido escritor estadounidense que ha participado en numerosas series de animación infantiles y que ha recibido dos premios Emmy. La idea era la de contar los orígenes de Spider-Man que se han narrado hasta la saciedad, pero por si alguien no los conocía todavía pues siempre viene bien, además de incluir aspectos de las dos primeras películas de Sam Raimi protagonizadas por Tobey Maguire.
Hasta ahí todo bien, pero cuando ya empieza a chirriar un poco el asunto es cuando consideran que la historia cuente también el mito griego de Aracne. Una mezcla demasiado extraña, pero en la cabeza de ellos debería tener mucho sentido. En cualquier caso, en el musical se iba a presenciar el romance entre Peter Parker y Mary Jane Watson con combates de por medio contra el Duende Verde.
No obstante, no hay que olvidar que estamos hablando de un musical, por lo tanto este tenía que contar con canciones, así que su repertorio corrió a cargo de Bono y The Edge, quienes compusieron unas cuantas canciones para convertirlo en un espectáculo de rock. Claro está, el caché de ellos no era ninguna tontería, así que solo por esto ya se anticipaba que iba a ser bastante cara su producción.
Aun así, creyendo que por el simple hecho de ser Spider-Man se iba a recuperar toda la inversión, se siguió adelante y se quiso tirar la casa por la ventana. Más que nada porque se quería que se incluyesen acrobacias, efectos especiales muy espectaculares, combates aéreos, actores con los disfraces tan icónicos de los personajes y por supuesto nuestro vecino y amigo Spider-Man se iba a columpiar con telarañas.
Por todo ello, durante su producción fue nombrado como el espectáculo más complejo de la historia de Broadway y uno de los más caros, porque ya en aquel momento los costes ascendían hasta los 65 millones de dólares.
En otro orden de cosas, aparte de los personajes mencionados, también aparecían otros como el tío Ben y la tía May y por parte de los villanos el Duende Verde estaba acompañado por Carnage, Electro, Kraven, Lizard, Swarm y Swiss Miss. Este último se trataba de un personaje totalmente inventado que en un conjunto formaban los Seis Siniestros.
La cantidad de problemas de cara a su estreno
El objetivo que se había planteado con el musical era el de llevar a cabo un preestreno en noviembre de 2010. Ya había fecha y todo, con unos costes que iban rondar el millón de dólares a la semana para montar todo lo que requería. El problema es que los actores no habían tenido suficiente preparación y durante los ensayos no paraban de producirse caídas, se enredaban con las cuerdas, se tropezaban con los elementos del escenario y no faltaron las lesiones.
Esta situación tan polémica conllevó que su estreno oficial fijado para diciembre de 2010 se retrasase, porque el equipo estaba muy conmocionado, así que entre la falta de preparación y el tiempo de espera para las recuperaciones, no quedaba más remedio que aplazar la fecha. La inauguración se pospuso hasta febrero de 2011, momento en el que también se fichó al escritor Roberto Aguirre-Sacasa para mejorar el guion reescribiendo ciertas partes.
Como la espera y el tiempo para realizar los cambios no había sido suficientes se aplazó su estreno una vez más hasta marzo del mismo año, ya que Julie Taymor quería establecer un nuevo final. Así una detrás de otra, llegando a posponer su estreno hasta seis veces hasta llegar a verano de 2011, momento en el que los costes habían aumentado más todavía hasta alcanzar los 75 millones de dólares.
Una buena parte de este aumento se debió a las multas por parte de la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional de los Estados Unidos por la cantidad de heridos que hubo durante el rodaje. Y es que uno de los dobles de acción de Spider-Man se rompió las muñecas, otro los pies y hasta hubo uno que se cayó al foso de la orquesta (una caída de más de seis metros) después de que su arnés de seguridad no estuviese bien enganchado, mientras que otra de las actrices tuvo una conmoción cerebral.
El estrepitoso momento de la verdad
Después de las catástrofes que se fueron produciendo una detrás de otra no se auguraba un futuro muy prometedor para el musical de Spider-Man. Los críticos no lo calificaron demasiado bien por las lesiones y los constantes retrasos, aunque todo esto eran opiniones basadas en el preestreno, pero como el tiempo de espera para su estreno oficial se estaba alargando tantísimo no quisieron esperar hasta entonces.
No faltaron las opiniones que consideraban que el hecho de meter el mito clásico de Aracne era un error garrafal y un sinsentido para el argumento, de ahí los cambios en la trama que se produjeron en semanas posteriores. A pesar de todo, el hecho de saber que iba a ser un musical de Spider-Man e iba a contar con canciones de Bono y The Edge hay que reconocer que despertó la curiosidad por parte del público por querer asistir y verlo por su propia cuenta.
Cuando se estrenó en verano los críticos publicaron nuevos artículos y estos contenían opiniones algo mejores en comparación con las de los meses anteriores. Tal era su expectación que solo durante su primera semana llegó a recaudar más de 1,5 millones de dólares, pero no era suficiente, porque en noviembre de 2011 sus productores solo ganaban entre 100.000 y 300.000 dólares, por lo que habría hecho falta que el espectáculo estuviese en lo más alto durante cinco años para recuperar los 75 millones que costó.
Se planteó la opción de incorporar nuevas canciones y escenas con el fin de animar a los espectadores a acudir nuevamente. De todos modos, nada de todo esto fue suficiente, porque con el paso del tiempo las ventas no pararon de disminuir hasta que fue cancelado por completo en enero de 2014 con unas pérdidas que ascendían hasta los 60 millones de dólares, convirtiéndolo en el mayor fracaso de la historia de Broadway.
Como Broadway ya no iba ser más el hogar que iba a acoger a Spider-Man: Turn Off the Dark sus productores intentaron llevarlo a otras ciudades. Se negoció con Las Vegas y hasta con teatros de Europa, considerando Londres y Hamburgo como las opciones principales, pero en todas estas partes les cerraron las puertas por completo, de forma que el musical pasó a mejor vida. Tal vez lo mejor que le pudo ocurrir.
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