Estadística o casualidad, en todas las familias hay una oveja negra. Alguien al que el término diablillo se le queda muy, muy corto. El clan Mishima de Tekken es la única excepción, ya que en cuatro generaciones no ha salido un solo descendiente medianamente bueno y lo de demonios lo llevan en la sangre. Literalmente. De hecho, de un modo u otro todos han sometido al mundo entero por la fuerza justificando el fin por los medios. A veces motivados por pura ambición y otras por una causa mucho más concreta: matarse los unos a los otros. Juego por juego.
Tekken 8 parte del estallido de un conflicto a escala global y, tras fundir en lava al patriarca del poderoso clan Mishima, promete llevar a nuevos niveles esta alucinante telenovela a base de tollinas apoteósicas. Un culebrón que arrancó hace tres décadas en las recreativas y, pese a que algunos personajes clave dentro de la saga se han quedado por el camino, otros han aparecido de manera completamente inesperada. Siendo el clímax de una sucesión de torneos de lucha colmado de giros dramáticos.
Lo cual nos lleva a una pregunta razonable: ¿qué me he perdido en los siete juegos anteriores? O, al menos, aclarar un poco cómo se ha originado esta cadena de odio que, como deja implícito el logotipo del juego, está llamada a romperse.
Porque tanto el Torneo del Rey del Puño de Hierro (Tekken) como la historia de la saga de videojuegos siempre ha girado en torno a tres figuras en eterno conflicto y destinados a odiarse y destruirse: Heihachi Mishima, Kazuya Mishima y Jin Kazama. Ahora bien, como veremos, el origen de este conflicto viene de mucho antes. Y lo más interesante de todo: con uno de estos tres ejes aparentemente fuera de la ecuación, los otros dos restantes parecen más decididos que nunca resolver de manera definitiva las rencillas de la familia. No haciendo las paces, sino a lo bruto.
Con eso por delante, un matiz: la saga Tekken va más allá de las ocho entregas numeradas: hemos visto spin-off brutales, juegos de cartas muy originales y hasta crossovers imposibles con otras sagas de videojuegos. Cada uno de los personajes cuenta con su propio trasfondo, faltaría más, y la mayoría de celebradísimos personajes invitados han tenido una excusa para colarse en la saga. Otros han sido recibidos con los brazos abiertos y sin hacer demasiadas preguntas. A la hora de ofrecerte una visión completa, nos vamos a centrar en el eje de la saga: el clan Mishima. O lo que queda del mismo.
Y es que al final todo ha girado en torno a las cuatro generaciones del clan Mishima en constante conflicto. De Jinpachi Mishima a Jin Kazama. Lo cual incluye la aparición de algún que otro bastardo y la presencia constante de un gen diabólico que, como veremos, acabará despertando la ambición de todos los que lo portan, lo desean o directamente lo temen. Algo que, de hecho, se extiende hasta la saga Street Fighter de Capcom.
Con eso por delante, ¿qué ha pasado en cada entrega de Tekken hasta la fecha? La respuesta corta es que se han celebrado ocho grandes torneos de artes marciales que han derivado siempre en padres lanzando a sus hijos por acantilados o guerras que tienen lugar a lo largo y ancho del planeta. A veces, y en función de nuestra destreza, se dan ambas resoluciones a la vez. La respuesta no tan escueta seguramente te interese mucho más
Antes de Tekken
Los orígenes del clan Mishima se remontan al período Heian (entre los años 794 a 1185) del actual Japón. Como tantas familias, la familia comenzó siendo una dinastía de poderosos guerreros al servicio del emperador. Siglos después, tras los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, y como tantos clanes nipones, los Mishima convirtieron su talento natural para la guerra en una empresa armamentística de prestigio internacional.
Sin embargo, el patriarca del clan, el poderoso Jinpachi Mishima, continuaba creyendo en el honor de las artes marciales tradicionales. Así, adiestró a su propio hijo Heihachi y a la joven Kazumi Hachijo, descendiente de un temible clan de asesinos, en su propio estilo de kárate. Lo que no había calculado es que ambos acabarían atraídos y, con el tiempo, dando a luz a un hijo destinado a poner el mundo patas arriba: Kazuya Mishima.
Lejos de ser un padre modelo, Heichachi tomó a la fuerza el control del clan Mishima (recluyendo a su propio padre) y fue muy duro con su hijo, al que adiestró en las artes marciales de manera inflexible. Sin embargo, su determinación y ambiciones tenían una doble grieta: Kazumi había adivinado sus intenciones y, como averiguaría más tarde, le transmitió de manera natural el gen demoníaco de su linaje al hijo de ambos. ¿Una maldición? Lo cierto es que aquella herencia terrible también confería de un poder abrumador a sus portadores.
Así que, antes de ser traicionado o superado, Heihachi eliminó a la primera y arrojó a su hijo por un acantilado siendo apenas un niño de cinco años. ¿Una prueba para ver si sería un sucesor digno o una manera de acabar con el gen diabólico? Se podría decir que las dos cosas. En cualquier caso, el líder del clan Mishima jamás toleró la debilidad. Y también es de los que piensan que a grandes males, grandes remedios.
Tekken, una historia de odio que traspasa generaciones
21 años después de haber sobrevivido milagrosamente a su fatal destino, con una enorme cicatriz como recuerdo de la experiencia, Kazuya Mishima reaparece tras un viaje por todo el planeta para vengarse de su padre. De hecho, la única persona que logró torcer su racha de victorias consecutivas fue el estrafalario americano Paul Phoenix.
Dada la tendencia de Heichachi a hacer las cosas a lo grande, decidió darle una gran revancha a su hijo creando un gran torneo de las artes marciales conocido como Tekken (El rey del Puño de Hierro), a sabiendas de que su ego y su habilidad en el combate eran insuperables. Aquello sería a la vez una lección y la deshonra definitiva para Kazuya, pero en esta ocasión las cosas no le salieron según lo planeado.
La final del Tekken enfrentó a padre e hijo en un combate salvaje que debía haberse resuelto por la diferencia entre ambos Mishima, pero justo en el momento de la verdad, el gen demoníaco heredado de Kazumi despertó en Kazuya, para mayor temor de Heihachi, haciéndole morder el suelo en el ring y, posteriormente, haciendo que su vástago le devolviese su propia moneda siendo arrojado a un acantilado.
Así, tras el torneo, Kazuya reclamó y se hizo con el control del clan familiar, el cual comenzó a dirigir con mano de hierro. Heihachi no murió, pero tras sobrevivir a la caída sabía que debía entrenar para detener a su hijo. De modo que, más que una conclusión, este torneo Tekken solo había sido el preludio de todo lo que llegará después y el primer paso de cara a la gran maldición de la familia Mishima.
Tekken 2, la batalla interior del demonio
Dos años después del Torneo del rey del Puño de Hierro la compañía del clan Mishima se había convertido en una verdadera amenaza para el mundo y sus competidores. Con Kazuya al frente, no solo se redobló su ambición, sino también se alentó a la expansión en base a la violencia y la corrupción.
En parte, estos actos estaban provocados por la cada vez mayor influencia del gen diabólico en él. Y pese a que en muchos aspectos éste le nublaba el juicio, Kazuya era capaz de ver que había provocado enormes amenazas que, tarde o temprano, podrían entorpecer su autoridad. Así que decidió hacer como su padre y, tomando el toro por los cuernos, convocó una segunda edición del torneo Tekken.
Al igual que Heihachi, Kazuya parecía tenerlo todo bajo control, pero hubo un elemento con el que no contaba: Jun Kazama, una de las participantes del Tekken, se cruzó en su camino durante las fases eliminatorias y, pese a no salir victoriosa logró despertar el conflicto entre su humanidad y el gen demoníaco. El motivo original de Jun era detener al clan Mishima, pero finalmente desearía salvarlo de su maldición.
Con Jun en mente, y un conflicto en su interior, la final del segundo torneo de Tekken reunió una vez más a Kazuya con su propio padre Heihachi, quien no solo había regresado más fuerte que la última vez, sino que aprovechó la poca influencia del gen demoníaco para resultar vencedor y, finalmente, reclamar una vez más el control del clan Mishima durante los próximos 19 años. El margen que hubo hasta la celebración del nuevo torneo de Tekken
Tekken 3, el auge de un poder ancestral
El clan Mishima devolvió al mundo a una relativa paz, pero a base de fuerza. Tras recuperar el control de la compañía, Heihachi instauró la Tekken Force, una fuerza paramilitar dedicada exclusivamente a proteger su propio imperio de cualquier amenaza. Tenía serias razones para no dar concesiones e infinitos recursos para llevar a cabo operaciones que revalidaban su autoridad mundial. Hasta que un día abrió la caja de pandora.
En una de las excavaciones en México llevadas a cabo por la megacorporación Mishima se despertó un poder ancestral conocido como Ogre. Un poder antinatural que comenzó a cobrarse la vida de poderosos artistas marciales. Lejos de temer a aquel ser o asumir responsabilidades, Heichachi ansió su fuerza y elaboró un retorcido plan para hacerse con ella. Uno en el que, de manera retorcida, estaba implicado su propio nieto y una nueva generación de luchadores.
Nacido poco después del segundo Torneo del Rey del Puño de Hierro, Jin Kazama se ha criado con su madre Jun y ha heredado el talento y la genética de su desaparecido padre Kazuya. Su vida había sido relativamente tranquila hasta que un poderoso ser apareció y tras enfrentarse a él, acabó inconsciente y aparentemente huérfano con apenas 15 años. Sin embargo, Jin sabía que todavía le quedaba alguien en el mundo. Una persona que le ayudaría a cobrar su venganza.
Tras cuatro años de adiestramiento con su abuelo Heihachi, y al verlo preparado, el líder de la megacorporación Mishima convocó el tercer torneo Tekken. Aquello no solo era un espectáculo, sino también un cebo para que se manifestase Ogre, lo cual acaba sucediendo durante las finales. ¿Una masacre? Una vez más, el gen diabólico acabó manifestándose, eliminando aquella criatura y acabando con Heihachi en el fondo de un acantilado.
Tekken 4, la apoteósica batalla de tres generaciones
Dos años han pasado desde la tercera edición de Tekken. Se ha dado a Jin Kazama por desaparecido y todos los esfuerzos de Heihachi por aprovechar la naturaleza de Ogre han sido en vano dada su carencia del gen diabólico.
Ante esto, se le abre una ventana al descubrir que todavía quedan muestras genéticas de su propio hijo, Kazuya, en posesión de la G Corporation. Lo que encontrará al tirar del hilo y seguir esa pista es que éste siguió con vida y regresa desde las sombra más fuerte y más enfadado que nunca.
Viendo cada vez más frentes abiertos y su liderazgo frente al clan Mishima en peligro, Heihachi decide tomar la iniciativa y anunciar una cuarta entrega del torneo Tekken. El ganador pasaría a tener el control de su megacorporación y, con algo de suerte, su hijo y su nieto de destruirían entre sí durante el mismo.
Usando la Tekken Force para interferir en el torneo, y tras proclamarse legítimo vencedor del mismo ante su hijo, Heihachi reúne a Kazuya y a Jin, despertando los genes diabólicos de ambos en una batalla épica entre luchadores y demonios que se resuelve dando a Jin Kazama la victoria. Abandonando a su suerte a su padre y su abuelo, en buena parte conmovido por la piedad que aprendió de su madre. Gran error.
Tekken 5, el espíritu de la venganza encarnado
Heihachi Mishima ha muerto. O, al menos, eso se ha anunciado. Tras los acontecimientos del último torneo del Puño de Hierro, el propio Heihachi y su hijo Kazuya fueron abandonados y posteriormente puestos a merced de un ejército de robots Jack-5 de la G Corporation que les atacaron. En el minuto decisivo, Kazuya logró escapar de una explosión mortal traicionando a su propio padre.
¿Quién traicionó a Kazuya en la G Corporation? Tras hacer sus propias averiguaciones, las pistas le llevan a creer que el mismísimo Jinpachi Mishima, el padre de Heihachi, ha logrado liberarse de su cautiverio de 40 años mientras es poseído por un estremecedor espíritu de venganza. En cualquier caso, pronto obtendrá las respuestas: tras solo dos meses de margen, una nueva edición de Tekken ha sido anunciada.
Con el control de la megacorporación una vez más en juego, y Heihachi dado por muerto, Jin Kazama vuelve a participar en el torneo, llegando a la final gracias a su fuerza heredada del gen diabólico y, en última instancia, enfrentándose a su propio bisabuelo Jinpachi Mishima. Reclamando, finalmente, el control del clan familiar.
Sin embargo, en esta entrega se abre una disyuntiva en la que se deja la puerta abierta a enfrentarse a Ogre y la posibilidad de que su madre Jun estuviese viva. ¿Una historia paralela o una pista de lo que está por venir.
Tekken 6, el resurgir de un demonio
El liderazgo de Jin Kazama al frente de la megacorporación Mishima inició una nueva era de guerra a escala planetaria. Con un poder militar extraordinario, Jin declaró la independencia de la misma del resto de países y anunció que se enfrentaría a cualquier nación que se opusiese a su voluntad, provocando una sucesión de conflictos bélicos a lo largo de todo el planeta.
¿Una fuerza imparable? Su padre Kazuya Mishima, actual líder de la G Corporation, está dispuesto a acabar con él y sus planes. De modo que Jin decide resolver los asuntos familiares de la manera tradicional: anunciando una nueva edición del Torneo del rey del Puño de Hierro. La primera con él al frente. Sin embargo, todavía quedaba una rama del clan Mishima por revelarse.
Lars Alexandersson, quien fuese el líder de la Tekken Force, resultó ser hijo legítimo de Heihachi. Entre otros motivos, para comprobar de primera mano que el gen diabólico heredado por Kazuya y Jin no estaba en su genética. Una vez más, tres pertenecientes al mismo linaje están llamados a enfrentarse por el control y el legítimo sentimiento de venganza.
Ahora bien, es en mitad de este caos cuando se revela el verdadero propósito de Jin Kazama desde el principio: como líder del Clan descubrió la existencia del monstruo demoníaco Azazel, el cual estaba destinado a eliminar la humanidad alimentado por la maldad en el mundo. Jin provocó las guerras y anunció el Tekken para que apareciese, enfrentarse a él y destruirlo con el poder del gen diabólico que habita en él. Incluso si le cuesta su propia vida.
Tekken 7, el ocaso de una era
El peligro de Azazel ha sido eliminado, pero los conflictos a escala mundial del clan Mishima y la G Corporation siguen llevando la guerra a todas las naciones del planeta. En ausencia de Jin Kazama, su reaparecido abuelo Heihachi Mishima ha tomado de nuevo el control de la megacorporación, pero sus motivaciones no han cambiado en absoluto: erradicar su descendencia y la amenaza del gen diabólico.
Los tres ejes principales del clan vuelven a colisionar, pero un tipo de poder infernal, alentado por una vieja promesa, se abre paso entre ellos: Akuma, el luchador consumido por el Hado Oscuro (en la serie Street Fighter) aparece tras descubrir que Heihachi no murió y piensa cumplir la última voluntad de la madre de Kazuya: matarlos a ambos en caso de que alguno de ellos pusiera en peligro el mundo.
En cualquier caso, nuevas grandes corporaciones e investigaciones acaban derivando en un nuevo encuentro con los mejores luchadores del mundo y un combate dramático que estaba destinado a ocurrir: en las proximidades de un volcán, Heihachi y Kazuya lucharán a muerte, culminando el enfrentamiento con la victoria absoluta del hijo sobre el padre y con el viejo guerrero arrojado a la lava desde las alturas. ¿El fin de una era? Más bien, el comienzo de otra nueva.
Tekken 8, el duelo definitivo entre el bien y el mal
Han pasado seis meses desde el último Torneo del rey del Puño de Hierro y la guerra abierta entre la megacorporación Mishima y Kazuya ha llegado a su punto crítico: millones de inocentes están siendo aniquilados por la ira sin medida del líder de la G Corporation, quien ya ha asimilado su naturaleza malvada por completo. Sobre todo, tras haber derrotado a un Jin: su hijo que no es rival al renegar de la genética demoníaca que corre por sus venas.
Sin embargo, antes de que Kazuya se autoproclame como el amo del mundo, éste le da una última oportunidad a la humanidad: se celebrará un nuevo Torneo del Rey del Puño de Hierro en el que los mejores luchadores podrán enfrentase a él. Y pese a que Jin está muy debilitado, dos figuras femeninas pueden marcar la diferencia: la cálida figura de Jun Kazama reaparece y, al mismo tiempo, la enigmática Reina parece querer completar el tradicional triángulo de destino del clan Mishima.
En cualquier caso, luchadores de todas las ediciones anteriores del torneo Tekken y rostros nuevos tomarán partido por la humanidad para tratar de detener a Kazuya Mishima. ¿Volveremos a ver a Heihachi? Ya lo hemos dado por muerto en más de una ocasión, pero está claro que su incombustible espíritu de lucha y venganza sigue muy presente en Tekken 8.
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