Llegar y besar el santo. Es difícil tener el debut soñado. Podemos tener cualidades, estar preparados, pero también hace falta una pizca de suerte. Esto también sucede con el sector de los videojuegos. Podemos tener una propuesta interesante, pero no sabemos hasta qué punto puede agradar a la gente. Porque esto no deja de ser un negocio, y también suele influir el hecho de que “el que golpea primero golpea dos veces”. Tener una idea original gana muchos enteros. Pero no es lo único determinante.
En este negocio juegan otros factores. Pero sí que podemos echar la vista atrás viendo cinco ejemplos de estudios emergentes que han tenido ese debut tan soñado. A ver si damos con la fórmula.
Braid (Jonathan Blow)
Si tenemos que pensar en un estudio, en este caso una persona, que ha logrado tan ansiado objetivo en su ópera prima, uno de los primeros que se nos vienen a la mente es Jonathan Blow y su exquisito plataformas ‘Braid’. No solamente consiguió una hazaña reservada para muy pocos, no exenta de mucho sacrificio y trabajo, bajo una idea que pudimos escuchar de su boca en el documental Indie Game: The Movie, sino que logró quitar esa idea de que no podían salir títulos de gran calidad en formato digital y con menos presupuesto que no tenían nada que envidiar a los grandes.
‘Braid’ fue un revulsivo para la industria. Nos demostró con mucho gusto que no estaba todo dicho dentro del género de los plataformas, innovando con el concepto del tiempo y jugando con él. Todo arropado por un apartado estético y musical de lo más cuidado, y varios guiños en especial a uno de los grandes del género, Mario. Este conjunto dio como resultado un éxito de ventas en Xbox Live Arcade, la posibilidad de ofrecer varias conversiones a otros servicios, como Playstation Network y Steam, y sobre todo demostrar que las cosas con cariño y dedicación son unas bazas francamente indispensables.
Bastion (Supergiant Games)
Otro ejemplo perfecto lo encontramos en ‘Bastion’, de Supergiant Games. Ya por el nombre del estudio se podía entrever que su objetivo prioritario era ofrecer “juegos supergigantes”, y viendo el resultado de su primer retoño, lo cierto es que no mienten. Producción de corte digital, al igual que el trabajo del señor Blow, ’Bastion’ nos enamoró desde el principio por ese cuidadísimo apartado gráfico y por esa idea de que todo en su mundo se generaba a nuestros pies. Pero esto no era otro plataformas, sino una aventura de acción con ligeros tintes de RPG. Combinación ganadora si se cuidan todo los detalles.
’Bastion’ no contaba con la profundidad de los mejores hack ‘n slash’ del mercado, ni le hizo falta. Le llegó con ofrecer un determinado número de armas y habilidades y saber cuándo convenía utilizarlas, y mediante un control la mar de competente. La historia, con un enorme Logan Cunningham narrándola a cada paso, y una no menos enorme banda sonora, compuesta por Darren Korb, hicieron el resto.
Fez (Polytron Corporation)
Phil Fish podrá ser un bocazas o un maleducado, pero ‘Fez’ es de lo mejorcito que se ha parido esta generación. Los genios no nos tienen que caer bien, de hecho rara vez lo hacen. Lo que interesa es que sus obras sean atemporales, y ésta lo es. Si ‘Braid’ jugó con el tiempo, ‘Fez’ hizo lo propio con la perspectiva. Supo desmarcarse, además, de los plataformas al no haber enemigos, ni vidas. Aquí el objetivo era otro, reunir las piezas de un hexaedro que ha convertido un apacible pueblo, y todas sus zonas colindantes, en un mundo en tres dimensiones, cuando antes era, lógicamente, en 2D.
’Fez’ supo ir más allá de esta premisa, ofreciendo muchos secretos en su interior, los cuales, en su gran parte, se descubrían jugando con la perspectiva. También destacó por el cuidadísimo diseño de sus escenarios, siendo, a su vez, un gran homenaje al píxel y a una época, la de los noventa. Y cómo no, cuando de trata de producciones tan inspiradas, gozó de una banda sonora que fue el fiel reflejo del matrimonio perfecto, en armonía y con todo el sentido del mundo. No podía fallar, y no falló. Éxito rotundo en Xbox 360 y PC, y con la alegría de saber que hay secuela en camino.
State of Decay (Undead Labs)
Otro que está siendo un éxito en Xbox Live Arcade es ‘State of Decay’. De los mayores del servicio de Microsoft. Ha vendido más de medio millón de copias en unas pocas semanas, y eso que es de los títulos de Xbox Live Arcade más caros. 1.600 MS, lo que al cambio son 20 euros. Igual que ‘Minecraft’, otro exitazo. Aunque este juego de zombis de Undead Labs tuvo el agravante de contar con muchos errores (buena parte de ellos subsanados recientemente), y un apartado técnico bastante desfasado.
Pero lógicamente tenía algo…
Ese “algo” se traduce en una mecánica muy sólida sobre el género sandbox ambientada en un mundo asediado por zombis. Sí, la inventiva del apocalipsis zombi está muy trillada, pero si se aportan mecánicas que enganchan, todos los fallos quedan en un segundo plano. Todavía tiene que crecer más, y lo hará. Undead Labs ha prometido más contenido para ‘State of Decay’, aunque ese modo online estará reservado, casi con total seguridad, para el otro proyecto del estudio, el llamado ‘Class4’.
Gunstar Heroes (Treasure)
Pese a que este especial lo hayamos centrado en la generación actual, y en creaciones de estudios para servicios digitales, en lo personal, cada vez que pienso en debuts rompedores recuerdo con mucho cariño la primera obra, o tesoro, mejor dicho, de Treasure: el clasicazo de Megadrive ‘Gunstar Heroes’.
Formado por antiguos trabajadores de Konami, este estudio pronto se caracterizó por ofrecer títulos difíciles (por aquella época muchos lo eran, pero estos más… aunque sin llegar a frustrar en demasía), visualmente coloridos, con una jugabilidad a prueba de bombas, y con unos jefes finales la mar de variopintos (en el mayor sentido de la palabra) y numerosos, con mid-bosses, final-bosses, e incluso con variantes de un mismo jefe. Si decimos que en casi cualquier lista de "los indispensables de Megadrive" suele aparecer el nombre de 'Gunstar Heroes' está claro que Treasure ha tenido el debut soñado por todos. Y su trayectoria ha seguido esa misma línea. Algo de lo que enorgullecerse, sin duda.
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