Sólo un gran misterio puede plantar cara a una gran curiosidad y, para los que amamos a unos y otros, la historia de Chris y The Legend of Zelda es de lo mejorcito que te puedes cruzar por una sencilla razón, tiene una buena ración de ambas cosas.
Un secreto oculto a simple vista durante años, un nombre misterioso de origen desconocido, y una de las leyendas de la historia del videojuego que más de cabeza han traído a los fans durante los últimos 30 años: la habitación secreta de Chris Houlihan en The Legend of Zelda: A Link to the Past.
Mi nombre es Chris Houlihan y esta es mi habitación secreta
Aunque con toda probabilidad fueron muchos los que se cruzaron en alguna ocasión con la habitación de Chris Houlihan en The Legend of Zelda: A Link to the Past, lo cierto es que no fue hasta la explosión de internet cuando el mito empezó a crecer y extenderse. Y aún así, lo más probable es que nunca hayas pisado esa sala de forma involuntaria.
Plagada de gemas esperando a ser recogidas como una suerte de premio, lo más llamativo de ese lugar no era ni el cómo llegar hasta él ni lo que allí descansaba, sino el mensaje que, plasmado en una pared, despertó la curiosidad de toda una comunidad de jugadores.
“Mi nombre es Chris Houlihan.
Esta es mi habitación secreta.
Que quede entre nosotros, ¿de acuerdo?”
¿Quién narices era Chris Houlihan y por qué unos japoneses le habían otorgado una habitación secreta? Antes de saltar a la búsqueda de esa respuesta, sin embargo, hay que hacerse otra pregunta. ¿Qué sentido tiene esconder una sala repleta de gemas y un críptico mensaje si casi nadie va a poder acceder a ella?
Un truco para evitar romper el juego
Con el auge de la leyenda urbana también llegaron las respuestas y, de la mano de los desarrolladores, conocimos por fin cómo acceder a dicha habitación y qué propósito tenía dentro del juego. En pocas palabras, el secreto de Chris Houlihan estaba ahí para evitar que se rompiese el juego.
Provocado al forzar un salto hacia atrás por un hueco tras ser Link empujado por una bomba, cuando el juego recibía la información de una caída y no sabía cómo interpretar la ubicación del personaje, Link aterrizaría en dicha sala. Al salir, lo haría por la puerta de un punto de control para que el juego supiese con certeza su actual posición.
Ya está, misterio resuelto. Ya sabemos para qué habían creado esa habitación, pero ahora faltaba asomarse a la segunda parte: quién era el tal Chris. Por los créditos y la información sobre el desarrollo no sólo sabíamos que no era uno de los desarrolladores. De hecho, en la versión japonesa ni siquiera se mencionaba al señor Houlihan.
La única pista que teníamos estaba, en realidad, en una de las revistas oficiales de Nintendo. En concreto, en un puñado de líneas en las que, para celebrar el gran éxito de la saga Final Fantasy en occidente, la revista prometía que el ganador de un sorteo conseguiría plasmar su nombre en uno de los próximos juegos de Nintendo. Sólo había que terminar de unir los puntos y, voilá, ya teníamos el origen de nuestro amigo Chris. O casi.
Un concurso imposible
El tema es que la existencia, situación o estado de Chris Houlihan es completamente desconocida. Pese a cómo la curiosidad inundó las redes, con fans de la franquicia buscando debajo de las piedras para encontrar al ganador del concurso, en realidad nadie ha conseguido encontrar ninguna prueba de que tal persona exista o haya existido.
El concurso, llamado el desafío Warmech, pedía realizar una fotografía de un enemigo con ese nombre y enviarla a la revista antes del 15 de octubre de 1990. Aquello planteaba dos problemas distintos. En primer lugar, tal y como recogían en un vídeo dedicado al misterio en el canal de GTV Japan, el lanzamiento del juego en Estados Unidos se produjo a mediados de julio.
A priori había tiempo más que de sobras para completar el reto y enviar la fotografía, pero como muchos de los que vivisteis aquella época sabréis, lo de comprar juegos mes a mes no era lo más habitual y, de hecho, la explosión en ventas de Final Fantasy no se produjo hasta el Black Friday de ese mismo año con la vista puesta en los regalos de Navidad. Para cuando el concurso llegase a su fin, muchos de los futuros usuarios del juego probablemente ni siquiera lo habrían empezado.
El segundo era que, lejos de ser un reto asumible, dar con un Warmech implicaba recorrer un pasillo sin retorno bien avanzado el juego, lo que atado a la aleatoriedad del encuentro y la necesidad de reiniciar la partida para poder volver a caminar por esa zona en busca del enemigo, nos lleva hasta una situación en la que parece bastante improbable que alguien pudiese ganar el concurso.
Y así, en paradero desconocido y con todo en contra, lo de seguir uniendo los puntos para llegar a una conclusión nos deja con una respuesta que, pese a carecer de confirmación, se agarra bastante bien a aquello de “la solución más simple es la correcta”. El de Chris era un nombre inventado colocado ahí a la espera de un ganador que nunca llegó. Misterio (casi) resuelto.
Imagen |ArtAbyss