Debía tener 11 o 12 años cuando, paseando por un Salón del Manga de aquella época, me topé con el primer mazo de cartas de Pokémon TCG. Siendo fan del juego y viniendo de adentrarme tímidamente en Magic, no pude evitar pedirle a mis padres que me comprasen uno.
Más de 20 años después, tras ver cómo las copias de los bazares campan a sus anchas, y viendo que tenían cierto interés por saber cómo funcionaba aquello, me he sentado con mis críos a empaparme de esa nostalgia mientras les enseño a jugar a Pokémon.
El juego de cartas de Pokémon 20 años después
Sin saber muy bien de dónde han salido, durante los últimos años ha habido una suerte de explosión del juego de cartas de Pokémon. Los críos de amigos y familiares llegaban a casa con álbumes plagados de cartas para enseñárselas a los míos y mostrarles cómo jugar.
Hacía mucho que no tocaba una carta de Pokémon TCG, pero en mi cabeza los acabados eran más sólidos, no había errores de traducción en los textos y, por lo general, lo que se esperaba de un álbum de semejante tamaño es que como mínimo hubiese alguna carta de maná para poder jugar.
No tardé en descubrir que aquellas cartas eran de dudosa procedencia y, de rebote, al no tener cartas de energía con las que jugar, se inventaban las reglas de las formas más locas posibles. En plan: “no, este gana a este porque este número es más grande”. Debo reconocer que, en silencio y para mis adentros, se me llevaban un poco los demonios.
Recordé que, entre toda esa pila de juegos de mesa que tengo por probar y escribir había también un buen puñado de sobres y packs de Pokémon TCG esperando a ser abiertos, así que cuando se fueron los otros niños me senté junto a los míos para intentar recordar cómo se jugaba a aquello.
Por delante estaba la emoción de abrir más de 100 sobres de distintas ediciones que se habían acumulado con el paso del tiempo y, para mi sorpresa, mientras veía cómo se les iluminaban los ojos cada vez que salía un Pokémon que reconocían o alguna carta foil, empecé a reconocer alguna que otra carta con la que había jugado años atrás.
Un juego de cartas coleccionable más accesible
La Recuperación de Energía de ahora era bastante más chula de la que yo tuve en su día, claro (todas lo son, de hecho, que aquellas primeras cartas tenían algunas imágenes con un 3D pocho que daba susto al miedo), pero reconocerla tras tantos años sin jugar a Pokémon TCG fue una experiencia curiosa.
Reconozco que tuve que revisar las reglas para intentar recordar cómo se jugaba a aquello, pero viniendo de la experiencia de hacer ese viaje al pasado con Magic recientemente, tanto los críos como yo le pillamos el punto rápido. Ahora que ya teníamos cartas de energía podíamos jugar en condiciones.
Aunque en mi cabeza Pokémon TCG era un Magic de Pokémon, lo que me he encontrado en este retorno es un juego mucho más accesible, con menos tochos de texto y reglas enrevesadas y una estrategia más enfocada a luchar con un Pokémon mientras vas preparando los otros en la retaguardia.
Es cierto que conocer ataques y personajes de la mano de las serie de animación y los juegos ayuda bastante a entrar en el juego, pero si las reglas fuesen demasiado confusas para mantener a flote ese entusiasmo, incluso siendo de Pokémon los críos habrían acabado desconectando poco después de terminar de abrir sobres.
Visto el entusiasmo no tardaremos en volver a jugar y puede que incluso nos animemos a ir en busca de algunos mazos de inicio para intentar sumar a los críos de mis amigos cuando pasen por aquí de nuevo. Dos horas de abrir sobres y jugar en modo paz absoluta son más que suficientes para intentar convencerlos.
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