A dos días de lanzar su próxima consola en Europa, Wii U cede su protagonismo al anuncio de Wii mini, un rediseño de la anterior máquina de Nintendo a precio reducido, sin retrocompatibilidad con GameCube, sin internet y exclusiva para Canadá.
No hay que rascar mucho la superficie para ver que lo que está haciendo Nintendo con Wii mini es lo mismo que ya ha hecho en incontables ocasiones, especialmente con GameBoy, ofrecer una máquina con un nuevo diseño que pueda mantener el tirón de las ventas, introduciendo beneficios en un momento en el que nadie le hace ascos a un buen pellizco de dinero.
El anuncio cuenta aún con más sentido al ver las cifras de venta del último Black Friday, con una Wii U que colocaba 400.000 unidades entre los consumidores, pero una Wii que, incluso a estas alturas de la película, se quedaba muy cerca, en las 300.000. Y ojo, siendo una consola del 2006 a la que las compañías ya le han dado la espalda.
No es de extrañar, entonces, que haya dudas sobre el movimiento de Nintendo, que apenas hace unos días anunciaba que no desarrollaría más para Wii, centrando sus esfuerzos en ampliar el catálogo de Wii U. Así que, ¿por qué lanzar ahora una Wii mini? ¿por qué con esas características?
Wii mini, una estrategia conocida
Ambas respuestas están bien claras desde una óptica externa, entendiendo por ello que si tuviésemos acceso a las cuentas de la compañía, al precio de coste de Wii mini y el beneficio que extrae Nintendo de cada venta, no estaríamos hablando de posibilidades, sino de un hecho y una verdad que, aunque todos intuimos, por el momento desconocemos.
El tiempo, sin embargo, nos ha enseñado a convivir con estos fenómenos. Todos recordaréis lo bien que le fue a PS2 la llegada de PS3, disparando las ventas y creando un colchón que al tropiezo de la última consola de sobremesa de Sony le vino de perlas para ganar tiempo y confianza.
Algo similar ocurre ahora con la llegada de Wii U y un proyecto como el de Wii mini, que parece responder a un idéntico esquema táctico. ¿Para qué olvidar una consola y un catálogo que te ha dado tantísimas alegrías? No hay razón para dejarlo a un lado, aún queda leche en esa vaca sagrada monetaria que ha resultado ser Wii.
Sin retrocompatibilidad con juegos de GameCube ¿y eso qué es?
La estrategia de capar la consola responde a un único objetivo, reducir el precio al máximo para incrementar los beneficios. De hecho lo que no entiendo es que hayan optado por incluir el Wii Remote Plus, sin arañar unas cifras que podrían haberles venido de perlas al conjunto.
No preocupa la falta de internet y menos aún la de la retrocompatibilidad con GameCube, que cabe destacar no es algo nuevo, ya se hizo lo propio con la Family Edition de Wii, que ha convivido con la versión clásica de la consola vendiéndose en diferentes packs desde finales del año pasado; y no preocupa por una simple razón: Wii mini no es para nosotros.
Su público objetivo no son jugadores que quieren sacar el máximo rendimiento de una compra, es gente que llega a la tienda y prefiere optar por una Wii mini que sólo le permita jugar a títulos de Wii en vez de lanzarse a por la versión clásica que cuesta 30 dólares más. No 50, ni 100, sólo 30. Pero de todas formas ¿para qué quiere gastarse más en unas funcionalidades que, muy probablemente, ni siquiera sepa que existían anteriormente. Wii mini es una compra impulsiva, es el equivalente del mundo de los videojuegos a los chicles colocados antes de la salida, una compra capaz de hacer creer al que lleva la caja en sus brazos que ha hecho el negocio del siglo.
El jugador desactualizado
Con todo eso en cuenta, pero una vez más sin los números en la mano, sería interesante comprobar si Nintendo ha desaprovechado un terreno que podría haberle venido aún mejor a sus números finales. Una Wii mini con internet podría haber seguido los pasos de PS2 y su lector de DVD, ofreciendo un añadido para el salón en el que la descarga de contenidos y servicios como Netflix tenían opción a jugar un importante papel.
El problema, una vez más, es que continúan siendo suposiciones sobre las que no se puede trabajar, y desechar la opción de internet acaba siendo más inteligente que esperar “a ver qué pasa“ en ese sentido. Es algo que agradecerán, a fin de cuentas, aquellos compradores que no se fían de la seguridad en internet y se niegan a introducir el número de su tarjeta de crédito para descargar un juego.
La propia Nintendo lo dejaba bien claro en su anuncio. Wii mini es una consola para jugar a los juegos de Wii, y si te compras la consola ahora, la que cuesta 30 dólares menos perdiendo capacidades, todo lo demás te importa bien poco. Distinto sería si Nintendo decidiese hacer sitio a Wii U eliminando todo lo relacionado con la versión clásica de Wii de las tiendas, pero todos sabemos que eso no va a pasar, ni ahora ni antes de que el curso natural de la industria ponga a cada máquina en el lugar que le corresponde.
Wii mini no es competencia directa de Wii U
¿No es contraproducente poner en el mercado una máquina que podría competir con otro lanzamiento? Sí, la cuestión es que Wii mini no es competencia de Wii U. De hecho me parecería bastante surrealista, aunque no imposible, que alguien con más de 300 dólares en el bolsillo con una compra racional en la cabeza, acabase optando por algo inferior.
En ese caso la idea de ver qué máquina es más barata para llevártela a casa es algo que sólo los niños canadienses sufrirán. La mañana navideña en casa de la abuela, esperando abrir el paquete de Wii U para encontrarte con Wii mini, promete ser una estampa tan divertida para el que esté allí, y el tema le resbale por completo, como irritante para los herederos del niño de Nintendo 64 en YouTube.
O Canada!
Vamos a lanzar una Wii mini y lo vamos a hacer de forma exclusiva en Canadá. No me negaréis que la frase tiene miga. El caso es que teniendo en cuenta la prioridad actual de Nintendo, colocar el mayor número de Wii U posible alrededor del mundo, meterse en una segunda distribución a gran escala podría ser un auténtico caos.
No es que en el resto de tiendas del mundo las cajas de Wii estén en busca y captura, hay un stock que hay que eliminar paulatinamente, y así Nintendo puede probar el potencial de Wii mini valiéndose de un globo sonda en una región que no le suponga mayores dolores de cabeza.
Se hace difícil no imaginar un futuro próximo, una vez se normalicen las primeras compras de Wii U, en el que Nintendo no dé a conocer al resto de los territorios su intención de llevar Wii mini a las tiendas. Entre otras cosas porque si el rediseño resulta ser esa mina de oro que los directivos de la compañía deben haber visto (de otro modo no se habrían atrevido a confundir a la población con un lanzamiento que nadie esperaba ni deseaba fervientemente), limitar el pastel a una porción como Canadá sería irresponsable.
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