Está pálido, con ojeras, el brillo que antaño inundaba sus ojos apenas se ve y su piel se torna de un color amarillento que denota que algo no anda bien. Pero él actúa como si no ocurriese nada, como si todo siguiera igual y no fuera necesario tomar medidas que quizá le salven la vida. Valiente, temerario o indolente, da igual, el caso es que algo sucede y si los que pueden poner remedio no lo hacen su destino está claro. Hablo de una persona pero bien podría ser una metáfora del estado actual del E3.
Y es que las cosas ya no son como antes. O al menos no lo han sido en este último E3 2012. Un sentir generalizado, periodistas con más de 7 ediciones a sus espaldas se preguntaban que qué demonios estaba ocurriendo, del que me voy a hacer eco y del que puedo dar fe al haber asistido en los últimos años y comprobar cómo lo que antes era la gran cita del ocio electrónico anual se convierte en una feria de cosplay en la que las grandes marcas siguen sin anunciar nada relevante.
El E3 en la memoria
Pero hagamos un repaso general de la situación antes de entrar en materia. El E3 siempre ha sido el centro del ocio interactivo, la gran feria en la que se anunciaban los mejores juegos, las exclusivas, las consolas nuevas… y todo en un marco incomparable, en Los Ángeles, en Hollywood. Glamour, atención mediática, estrellas y sorpresas. Eso representaba el E3 hace unos años (aunque bien es cierto que no siempre se ha celebrado en Los Ángeles y que durante unas ediciones cambió su formato de exposición para más tarde volver a sus raíces).
Pero es que las reglas del juego han cambiado y además de la proliferación de festivales de videojuegos a lo largo y ancho del mundo también hemos de tener en cuenta el factor internet. La posibilidad de que las grandes compañías se pongan en contacto con sus fans y lancen mensajes que recorran el mundo en unos minutos ya es una realidad.
Es algo que sus gabinetes de comunicación y expertos en marketing utilizan a diario. Han montado sus redes sociales propias, sus tiendas online, sus blogs, sus webs afines, sus vídeos, sus canales de Youtube, decenas de perfiles de twitter y de facebook y todo a gran escala. Resumiendo, si antes las compañías necesitaban de un evento como el E3 para lanzar la gran bomba, que la prensa especializada de todo el mundo hablase de ello y así levantar expectación e informar a los usuarios ahora ya no lo necesitan.
Información continua y controlada a lo largo del año. Lanzamiento de trailers, vídeos promocionales, campañas, mensajes, promociones, filtraciones interesadas cuando y como conviene al planning y siempre siguiendo una hoja de ruta. Pudiendo elegir el mejor momento, el que menos competencia presente, el que de más oportunidades de brillar.
Nintendo dio a conocer a Nintendo 3Ds en un evento propio, Sony hizo lo mismo con PS Vita y cada vez son más las compañías que dividen su presencia. Primero un evento dedicado a la noticia que quieren presentar en exclusiva y más adelante, ya en el E3, repetición de lo que ya se sabía y eso sí, jornadas de puertas abiertas para que los medios menos VIP puedan acceder a él.
Lo mismo ocurre con los juegos. Pocas o ninguna sorpresa nos ha deparado la última feria del E3. Casi todo se sabía de antes. Los vídeos estaban en Youtube, la información en las redes sociales, en los blogs… un par de excepciones guardadas bajo llave han conseguido sorprendernos y es que como bien decía mi compañero Villalobos algo debe estar sucediendo cuando la ganadora del E3 es Ubisoft.
Si es que hasta muchas compañías prepararon sus shows “pre-E3” para mostrar algunos avances que ya se sabían de juegos que ya se conocían o se intuían. Pero es lógico, un evento en este formato tiene sus días contados en la era de internet y la comunicación 2.0. ¿Para qué luchar ferozmente durante tres días si tienes el resto del año disponible y cientos de canales para mandar tus mejores mensajes?
El mundo en crisis
Y luego está la situación económica. No está el horno para bollos y se nota. Se nota en cada esquina del Convention Center de Los Ángeles. Las grandes compañías siguen teniendo sus grandes stands llenos de luces, demostraciones de juegos y música a todo trapo. Las pequeñas siguen intentando llamar la atención del visitante medio. Pero más allá de toda esa normalidad se ha perdido la ostentación que un evento así tenía hace años.
Toneladas de merchandising para repartir, regalos, fiestas hasta las tantas, actuaciones estelares de artistas conocidos con la excusa de enseñar la última entrega de una franquicia demasiado longeva, chicas y chicos promocionando videojuegos disfrazados en cada esquina, performances… el E3 ha perdido parte del show que lo hacía único para reconvertirse en algo menos farandulero. Algunos opinarán que está bien y otros lo echarán de menos pero eso no es lo grave.
Lo realmente grave es la ausencia de verdaderas novedades, de sorpresas que aguanten el dispendio que supone un evento así, que le den sentido. Las nuevas consolas, la nueva generación tecnológica que va a fundirnos los plomos sigue sin llegar y no hay visos de que la situación vaya a cambiar a corto plazo.
Sony tardó 4 años en presentar a la PlayStation 2 tras poner a la venta la PlayStation original. Con PlayStation 3 pasó algo similar, cuando PS2 llevaba cinco años en el mercado ya pudimos ver las primeras demostraciones tecnológicas de lo que estaba por llegar e incluso un prototipo de la futura PS3 que acabaría lanzándose tan sólo un año más tarde.
La situación actual no es la misma, está claro. El mundo atraviesa una grave crisis y las compañías (principalmente las que gastan una barbaridad en I+D o en hardware a la última, en este caso Sony y Microsoft) deben enfrentarse a pérdidas millonarias. Invertir en todo lo que representa una nueva máquina (hardware, software, estudios de desarrollo, títulos específicos, infraestructura, marketing…) es un claro riesgo y no pueden permitirse fallar. Llevamos más de seis años con la generación actual y no parece que el relevo vaya a llegar pronto. Como os decía es lógico, pero sin esa salsa y sumando todo lo anterior el guiso que es el E3 queda soso, muy soso.
Está claro que a las consolas actuales les queda mucha vida. Que Kinect y PlayStation Move han contribuido a alargarla, que realmente aún se les puede exprimir mucha más potencia, que los juegos no se ven anticuados y que siguen sorprendiéndonos (‘Beyond’ o ‘The Last of Us’ son prueba de ello), que las posibilidades que brinda el online son infinitas… sí, pero también es cierto que aquí no hablamos de eso. Hablamos de un evento como el E3, un evento que sólo tiene razón de existir si las compañías hacen grandes presentaciones, si sorprenden a medios y a usuarios, si se convierte en el foco global del mundo del videojuego por unos días por méritos propios y no en una especie de feria local.
Y a día de hoy, tras haber pasado allí este último E3, tengo la sensación de que el evento vive más de lo que fue que de lo que realmente es. Pero la culpa no es de nadie, el mundo sigue girando, las cosas cambian y quizá el futuro del E3 pase por cambiar de formato, de estilo, de pretensiones. No lo se.
Lo único que tengo claro es que este último E3 no ha sido lo que era y siempre es una lástima pensar en lo que algo fue y no en lo que es.
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