La historia de dos héroes anónimos cuya única victoria en Novosibirsk fue llevar el testigo un paso más cerca del objetivo final

La historia de dos héroes anónimos cuya única victoria en Novosibirsk fue llevar el testigo un paso más cerca del objetivo final

La última misión del Coronel Khlebnikov en el DLC The Two Colonels de Metro Exodus

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Metro Exodus Experiencial

El metro de Novosibirsk cayó hace tiempo. El apocalipsis nuclear acabó con el mundo, llenándolo de radiación y mutantes; y frenó en seco los sueños de miles de almas. La ciudad rusa se llevó uno de los peores mazazos: una bomba de cobalto. Y aun así, los humanos lograron sobrevivir en las estaciones del orgulloso metro de la nación. La esperanza murió, pero nos llevamos la guerra bajo tierra. Allí, compatriotas, amigos y familiares se mataron entre sí por los viejos ideales.

He llegado a mi destino: el Centro de Comunicaciones Satelital. Los mapas de radicación producidos tras la caída de las bombas deberían estar almacenados en algún lado. Son nuestra única oportunidad de abandonar la ciudad. Los niveles radiactivos del búnker son alarmantes, peores que de costumbre, pero una inyección de "la cosa verde" debería ser suficiente para salir con vida.

El último bastión de esperanza en Novosibirsk

Antes de abandonar el todoterreno en la entrada, mando un último mensaje antes del silencio de radio. Por alguna razón, siento que alguien sigue mis pasos... pero no veo a nadie alrededor. La tormenta golpea con fuerza. Bajo las escaleras hasta la puerta principal. Es pesada, pensada para proteger la entrada de un lugar importante. La cierro a mi paso.

La entrada del búnker está llena de cadáveres y las luces parpadean. Saco mi lanzallamas y enciendo la chispa para tener algo de luz. El sistema de megafonía continúa anunciando la inmediata evacuación del edificio por radiación debido a una fuga en el reactor de la base.

Metro Dos Coronels 1

El lugar está congelado en el tiempo. Hace años que nadie recorre sus pasillos, al menos en apariencia. Activar el sistema de electricidad me cuesta un mal rato: una jauría de Vigilantes y Merodeadores ataca. Utilizo pequeñas ráfagas de fuego para quemarlos, aunque son rápidos y logran asestarme un par de golpes con sus garras. Sobrevivo por poco.

Continúo avanzando por los pasillos de la base. El sistema de megafonía repite una y otra vez la misma advertencia, mientras que mis pasos y el gas del lanzallamas rompen el bucle sonoro que había hasta mi llegada. Consigo una lata de combustible grande y utilizo una mesa cercana para acoplarla. Algo me dice que se aproximan problemas.

Metro Dos Coronels 2

Mi intuición no falla. Una sala rectangular, dividida por una enorme puerta metálica abierta, se convierte en una arena de combate. Decenas de Vigilantes se lanzan sobre mí, pero mis llamaradas consigue mantenerlos a distancia. La presión del arma desciende y necesito un respiro para bombear la manivela. No me dan ni un respiro...

Lo que creía un momento de paz se convierte en una pesadilla: un Invidente cae del techo y destroza a todos los Vigilantes al ritmo que bombeo el sistema de presión del lanzallamas. Cuando todos mis enemigos mueren, la criatura ciega fija su oído en mí. Descargo una tormenta de fuego sobre él. Puedo escuchar sus gritos de dolor, pero no muere. Me alcanza varias veces. No queda medicina.

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El sacrificio final de Khlebnikov

La batalla ha terminado. He caído por el hueco de un ascensor y la explosión del bote de combustible del lanzallamas ha matado a la bestia. La situación es crítica: el contador geiger está por las nubes, estoy malherido y las protecciones de mi traje se han pasado a mejor vida. Todo está oscuro, aunque todavía puedo distinguir los escritorios y puestos de control en los que funcionarios pasaban sus días.

Tras avanzar por un conducto de ventilación, caigo en una sala repleta de huesos. Algunos todavía dejan ver dónde murieron desde científicos a valientes aventureros que vinieron a por el mismo botín que yo. Busco por las estanterías el rollo metálico que contiene los mapas. Todos están vacíos. ¡Maldición!

Metro Dos Coronels 4

Justo cuando voy a rendirme e inyectarme "la cosa verde" para intentar escapar, fijo mi atención en un esqueleto que se aferra a uno de los tubos metálicos. Se lo arranco de los brazos. ¡Es lo que busco! Y parece que contiene buenas noticias para escapar de esta ciudad muerta.

Avanzo agachado por las oficinas en busca de una salida. Los efectos de las heridas y la radicación cada vez se acentúan más en mi cuerpo. Me cuesta respirar y siento confusión. Comienzo a sufrir espasmos justo cuando encuentro el portón metálico que da a la salida. Los destellos no ayudan. Mis pulmones no dan para más.

Lanzo el tubo metálico bajo la puerta a duras penas y luego me arrastro hasta entrar en la sala contigua. No puedo esperar más. Solo tengo una dosis de "la cosa verde" para combatir la radiación y debo usarla ahora para salir con vida. Repentinamente, el brazo de otro Invidente aparece por el hueco de la puerta y trata de arrastrarme. Resisto con todas mis fuerzas, mientras tiro el mecanismo de cierre. La puerta cae a plomo, cercenando el brazo de la bestia y liberándome.

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La dosis de "la cosa verde" se ha roto. No hay esperanza. Vuelvo a notar la extraña sensación de que alguien sigue mis pasos... pero aquí no hay nadie. Me arrastro hasta el tubo metálico, lo tomo y me pongo en pie para ir hasta una silla cercana. Los espasmos por la radiación son cada vez peor. Me hacen caer. El contador geiger picotea mis oídos. Mi respiración entrecortada. Cansancio extremo.

Me siento en la silla. Pongo el tubo metálico en mis piernas. "Solo necesito descansar un poco. Estoy... muy cansado", digo en voz alta, mientras miro el reloj que me regaló el pequeño Kirill Khlebnikov. Se me cae al suelo. Trato de tomar aire. Todo se oscurece. Alguien sigue mis pasos. Escudo mi último latido... Soy el Coronel Khlebnikov y esta es mi victoria.

Metro Dos Coronels 6

Un mes después...

El portón metálico se abrió una vez más. La luz volvió a entrar en la sala tras un mes sellada. La figura avanzó hasta el cadáver sentado de Khlebnikov. "¡Ahí estás, hermano! Veo que encontraste los mapas y te tomaste un descanso", dijo el Coronel Miller, quien siguió los pasos del primero hasta ese punto... con 30 días de diferencia.

El Coronel Miller se sentó junto al cadáver de Khlebnikov. Divagó a cerca de su hija, Anna, y de un tal Artyom. "La gente decente quiere cosas normales, un caldo espeso, un lugar caliente al que llamar hogar y niños sanos, pero él quería la verdad".

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El Coronel Miller posó su mano en el hombro del Coronel muerto y dijo: "Gracias por los mapas. No pienses que ha sido en vano. Nos has salvado a todos". Y él mismo seguiría los pasos de Khlebnikov hacia la muerte tras entregarle los mapas a Artyom. Dos Coroneles cuya única victoria en Novosibirsk fue empujar una casilla más adelante la pieza clave de la victoria en este tablero postapocalíptico.

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