He visto cosas que no creeríais. A Pepa Pig molestarse porque su amiga sabe silbar y ella no, a la Patrulla Canina convertirse en sirena y toda la saga al completo de Alvin y las Ardillas, esto último varias veces y al borde del colapso. Os sorprendería parar a recordar lo simples que llegamos a ser cuando somos niños, pero ver a un crío reír con el tráiler de Sonic La Película te abre los ojos.
SEGA lleva mucho tiempo intentando apelar a ese público y, tanto la mayoría de sus últimos juegos, como su última serie de animación y la película que ahora mismo está incendiando las redes, tiene ese único objetivo en mente. Al resto nos quedará Sonic Mania y su intro, pero creo que no había que romperse demasiado los cuernos para adivinar lo que ocurriría con la cinta de acción real.
Sonic ya no es lo que era
El resumen es rápido. Puede que en algún momento pensásemos que era para nosotros, para los que nos criamos entre bocatas de Nocilla y peleábamos en el patio por ver si molaba más nuestra Megadrive o la consola del fontanero de nuestros rivales. Puede que en algún momento estuviésemos profundamente equivocados.
Las filtraciones vistas hasta el momento ya daban buena cuenta de ello y, pese a las críticas, no ha habido margen de mejora en nuestras esperanzas. El Sonic de la nueva película nos parece feo igual que ocurrió con el salto a las 3D, y de ahí a experimentos como Sonic Boom. ¿Dónde está nuestro erizo rechoncho y achuchable? Para siempre en nuestro recuerdo porque ha demostrado no ser eficiente a la hora de captar un nuevo público.
Sin embargo no es el cambio de aspecto lo único que denota hasta qué punto aquí el seguero de toda la vida importa bien poco. Esa estética de Robotnik a lo Lazy Town, esas frases tontonas, los chistes facilones… Basta con que hagan reír a un niño de toda la sala para que el resto imite el comportamiento como monos de repetición. Igual no saben de qué se están riendo, pero si ha hecho gracia, habrá que reírse más fuerte.
Todo en los dos minutos de vídeo gira entorno a ganarse a ese público, y poco importa si Sonic tiene dientes, aspecto de extraterrestre de Hacendado o si ahora tiene el poder de ser Flash para no sólo correr, también moverse y pensar como si un segundo en el mundo real fuese como un minuto para él. Al “fan” de toda la vida (entrecomillado porque no sé si aún quedará alguno con esperanza) le parece una modernización y sacrilegio porque, en esencia, eso es justo lo que pretende ser.
Abracemos el meme
Nuevo aspecto con el que vender nuevos muñecos y, de paso, por si todo esto funciona tal y como esperan (y probablemente lo haga), un buen clavo al que agarrarse para intentar explotar una marca que ni de lejos funciona como la de la competencia. A partir de ahí toca ponerse en la piel de quienes han creado esta nueva versión del personaje e intentar empatizar con el trabajo que tenían por delante.
Porque al fin y al cabo contestar a la pregunta de “cómo revitalizarías a Sonic en plena era de Fortnite y qué harías para que nos hinchemos a vender muñecos”, no debe ser nada fácil. ¿Y los fans? Los fans pueden ser coleccionistas, pero desde luego no te arreglan una campaña de juguetes de final de año.
Y en esas estamos, con una sensación de rechazo que es imposible quitarse por mucho que lo mires y remires, pero también con cierto aire de curiosidad por ver qué acaban haciendo, especialmente con ese último tramo del vídeo que incluso da para ilusionarse un poco (¿cambiará Sonic igual que lo hace Eggman en esa dimensión más cercana al videojuego?).
El caso es que, lo haga o no, Sonic La Película nunca será una obra enfocada a gustarme a mí. En mi casa, en cambio, hay varias partes y chistes malos que seguro que encantan. Al final no es el salto de generación que todos desearíamos, pero la mera idea de ver que, más de veinte años después, mi hijo está disfrutando del mismo personaje que yo disfruté de niño, en cierto sentido hace que me tome esta película con una filosofía completamente distinta. Abracemos el meme. Puede que haya llegado para quedarse.
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