Algunos podrían asegurar que el adamantium es tan famoso como los superhéroes de Marvel y lo cierto es que no les faltaría razón. El material indestructible de la Casa de las Ideas nos ha acompañado durante décadas con la consigna de que estamos ante un metal con un dureza extraordinaria. Recubre las garras de Lobezno y el resto de sus huesos y es el componente principal del legendario escudo del Capitán América, por lo que vamos a detallar exactamente cómo surgió esta aleación tan curiosa.
Nacimiento por accidente
Fue en los acontecimientos de The Avengers #66 en 1966 cuando pudimos comprobar por primera vez la resistencia única del adamantium. Nada más comenzar el cómic vemos como Thor blande Mjolnir para asestar un golpe que dejaría fuera de combate a cualquier villano, pero apenas consigue hacerle mella. Tanto el hijo de Odín como el resto de componentes del supergrupo terminan sorprendidos ante este metal que los Estados Unidos han sido capaces de desarrollar.
Sin embargo, Iron Man es muy consciente del peligro que conlleva el uso de un material de estas características, pues la nación que lo posea será imbatible en una guerra. A pesar de los esfuerzos de su traje, él también fracasa en causar daño al adamantium y el científico que dirige las pruebas revela que tan solo un aparato capaz de alterar las moléculas de los objetos es capaz de moldear el metal. Además, se añade que con la masa suficiente ni siquiera una bomba nuclear lo dañaría.
Es precisamente este hombre la clave para comprender el origen del adamantium. Estamos hablando del doctor Myron MacLain, el cual fue el encargado de dirigir una investigación estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial y cuyo fin consistía en crear una aleación que no tuviese rival. No fue hasta diciembre de 1984 cuando se reveló la historia al respecto de su creación, concretamente durante Capitán América #303.
En aquel cómic, el malvado Batroc consigue robarle su escudo a Steve Rogers y termina vendiéndolo a Stane International, una compañía en la que trabaja MacLain. Por presiones de sus superiores, el científico se ve obligado a intentar recrear el adamantium, pero el problema es que su nacimiento fue absolutamente fortuito. Durante su incansable búsqueda del material que se le solicitaba, MacLain juntó una aleación de acero y vibranium que se estaban calentando para su fundición.
Mientras esperaba, se quedó dormido y para cuando despertó descubrió que los elementos se habían fusionado sin explicarse cómo realmente. No tardó demasiado en tomar el molde de un escudo y convertir aquel metal en un escudo, para darse cuenta más tarde de que alguna clase de catalizador que no supo identificar permitió la fusión del acero con el vibranium. Por tanto, jamás pudo recrear otra vez aquel proceso, pues desconocía las cantidades, tiempo y diversos detalles necesarios para replicarlo.
Aquel escudo se pintó y se entregó a un recién estrenado Capitán América gracias a la fórmula del súpersoldado, la cual tampoco se volvió a reproducir. Durante años, el material del que está formado el escudo del superhéroe fue descrito como desconocido, pero en realidad se trata del Proto-adamantium.
Variedad de indestructibilidad
Si tan solo existe un escudo de Proto-adamantium, ¿de qué está recubierto el esqueleto de Lobezno? Lo cierto es que en este caso hablamos del adamantium común, el cual es que MacLain le presentó a Los Vengadores por primera vez. Sí que es posible dañarlo, pero el golpe ha de ser de tal magnitud que virtualmente es indestructible. Para crearlo es necesario mezclar ciertas resinas químicas y, durante ocho minutos después de mezclar las resinas, el adamantium se puede moldear si se mantiene a una temperatura de 1.500 grados Fahrenheit. Si bien MacLain no supo replicar el original, sí que consiguió generar un sucedáneo de peor calidad y má barato.
Así pues, existe el adamantium secundario, el cual una dureza menor y con un coste de fabricación que se adecúa mejor a los intereses de los Estados Unidos. Sigue requiriéndose una fuerza absolutamente sobrehumana para dañar cada una de estas vertientes del adamantium, por lo que está lejos del alcance de la mayoría de héroes y villanos el dañarlo. Cabe señalar que el adamantium solo puede ser manipulado por seres con poderes divinos o por fuerzas magnéticas tan intensas como las que ejerce Magneto.
El archienemigo de los X-Men torturó a Lobezno en las páginas de Atracciones Fatales, concretamente en X-Men Vol 2 #25 en octubre de 1993, y le arrancó el adamantium del esqueleto a través de la propia piel. Tras curarse, Logan supo que sus garras eran realmente de hueso y no implantes que el Proyecto Arma-X le había implantado en las manos. Para su mala fortuna, los experimentos de aquella época distorsionaron sus recuerdos, por lo que apenas tiene memoria de su pasado.
A pesar del horror, lo cierto es que el factor de curación de Lobezno le permitió sobrevivir durante años al envenenamiento del metal e indujo un cambio molecular causando la aparición del adamantium beta, que no inhibe los procesos biológicos del hueso. De esta forma, el uso del adamantium es limitado y su réplica es tan imposible de recrear como la posibilidad de causarle daños severos, aunque el vibranium antártico se ha presentado como la única alternativa para romperlo.
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