"Un gran poder conlleva una gran responsabilidad". No hay frase más famosa y mejor atribuida a Spider-Man que las pronunciadas por el tío Ben -aunque realmente su autoría es errónea- y es la que da sentido al deber ineludible que tiene Peter Parker de enfundarse el traje rojo y azul. De esta forma, la muerte de la figura paterna del héroe desembocó en que un lanzarredes comenzase a trepar y balancearse por Nueva York.
Aquello sucedió en 1962 en las páginas de Amazing Fantasy #15, unas viñetas icónicas que llevaron el sello de Steve Ditko y Stan Lee para dar pie al rostro más famoso de toda La Casa de las Ideas. Poco a poco comenzaron a surgir figuras importantes como Ned Leeds, J.J. Jameson, Mary Jane Watson, Harry Osborn y un abanico enorme de personajes que fueron relevantes en los acontecimientos venideros. Sin embargo, nada de nada sobre ese ladrón al que la última vez que vimos fue enredado en una telaraña siendo entregado a la policía.
Por lo tanto, ¿qué fue lo que sucedió con aquel asesino, desgraciadamente, tan relevante? Lo cierto es que hubo que esperar hasta los acontecimientos de The Amazing Spider-Man #193, en 1979, para volver a verle y de nuevo entrometiéndose en la antigua casa de los Parker rebuscando por todas partes. Por suerte, ni la tía May ni Peter vivían ya allí, por lo que no tuvieron que sufrir su ira al no encontrar aquello que buscaba.
Y es que aunque el asesinato del tío Ben se pudo entender como fortuito, lo cierto es el ladrón tenía motivos para entrar en el hogar familiar. Este tipo, del cual nunca se ha sabido el nombre, compartió celda años antes con Dutch Malone, un importante gángster que murmuraba en sueños que había escondido en su casa una auténtica fortuna. La casualidad quiso que esa casa, en los años 30, fuese la misma que luego ocuparían el matrimonio Parker. El criminal se hizo de oro en aquella época gracias a sus suministros ilegales de alcohol durante la Ley Seca, pero finalmente fue capturado por el mismísimo Elliot Ness.
El agente del tesoro dio caza a Malone y consiguió condenarle por evasión de impuestos, al igual que a Capone, por lo que terminó falleciendo en prisión con aquel secreto llevándoselo a la tumba... o no. Lo cierto es que el ladrón nunca estuvo seguro de la veracidad de aquel relato, pero se obsesionó con encontrar el dichoso tesoro y no dudó en acabar con Ben Parker en cuanto se interpuso en su camino. Poco a poco, Marv Wolfman nos muestra la estratagema que crea el ladrón junto al doctor Ludwig Rinehart para averiguar la ubicación del dinero.
Son siete números en los que vemos cómo el responsable del centro de ancianos es amenazado por el ladrón y se ve obligado a fingir la muerte de May Parker. Esto es debido a que necesitaban alejar lo máximo posible a Peter de su querida tía, ya que el muchacho siempre se encontraba cerca cuidándola. Una vez conseguido su propósito, Rinehart se reveló ante el ladrón como Quentin Beck, el Mysterio original, el cual supuestamente había fallecido.
Aquella muerte también era fingida y su nuevo trabajo consistía en herederar de forma fraudulenta las posesiones de los ancianos que fallecían en la residencia que dirigía. Tras deshacerse del ladrón, el villano se enfrenta a Spider-Man tras el héroe enterarse de su verdadera identidad, pero el resultado es desfavorable para el trepamuros. Una droga sintética le hace perder sus poderes y es aquí cuando entramos de lleno en The Amazing Spider-Man #200, una cifra redonda que siempre supone un punto de inflexión para los personajes.
En este caso desembocó en el reencuentro, muchos años después, entre Peter y el asesino de su tío. Curiosamente, buscando información sobre su enemigo, Spider-Man se cuela en el edificio de una cadena de televisión y detiene a otro maleante que trataba de huir de un guardia de seguridad. Peter lo reconoce, pues es el mismo que le echó en cara que no atrapase al ladrón en su día. El ladrón, por su parte, está harto de no hallar respuestas y decide esperar a Parker en su apartamento para encañonarlo. Nuestro protagonista no duda ni un segundo al entrar por la puerta de casa y se abalanza para acabar con el criminal, aunque termina noqueado al no disfrutar de las ventajas que le otorgan sus superpoderes.
Sabedor de que May puede ser usada a su favor para sonsacarle información al muchacho, el ladrón se marcha hasta el almacén donde la anciana sigue secuestrada para llevarla ante él. A duras penas consigue seguirle un Spider-Man que logra escapar de las cuerdas que lo ataban y es el edificio Acme donde se produce la confrontación final entre ambos. Peter recibe un balazo en el costado, pero eso no le impide liarse a golpes con el maleante que está completamente aterrorizado por la agresividad que desprende el lanzarredes.
En mitad de la lucha, el cabeza de red se quita la máscara y le revela al ladrón su verdadera identidad, lo que causa todavía más pavor al ladrón, ya que ahora encaja todas las piezas de lo que sucede. Peter lo atosiga y le presiona para recordarle que él no va a caer tan bajo como para matarle, ya que lo entregará a la policía, pues "un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Es tal el agobio que sufre el ladrón que... fallece por una parada cardiorrespiratoria. El trepamuros intenta ayudarle, pero ya es demasiado tarde para él, y solo resta llevar a May al hospital.
Es allí, ya en la seguridad de que nadie les va a molestar, que la entrañable anciana le confiesa a su sobrino que en realidad sí que encontraron años atrás la dichosa caja en la casa. El problema residía en que las lepismas había devorado su interior, por lo que, hubiese lo que hubiese allí dentro, era completamente inservible. Al final, aquella búsqueda del tesoro solo desembocó en que el ladrón muriese sabiendo la cruda verdad del crimen que había cometido.
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