El verdadero pecado de Hellblade 2 es su conformismo y aún así siempre termino queriendo darle un abrazo a Senua

El verdadero pecado de Hellblade 2 es su conformismo y aún así siempre termino queriendo darle un abrazo a Senua

La aventura de la joven vikinga sube el listón visual a un nuevo nivel, pero se conforma con su reflejo

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Hellblade 2

Han sido siete años de espera hasta que Senua's Saga: Hellblade II ha llegado a nuestras vidas, pero con una expectativa diferente. La aventura de Ninja Theory no surge como el título independiente que tantos aplausos se ganó en 2017, sino que ahora se trata del gran caballo de batalla de Microsoft para mediados de 2024. Y ese escaparate lo ha pagado caro.

El debate acerca de la calidad, duración y puesta en escena de la secuela ha copado las redes desde el lanzamiento, con posturas de todos los colores. Tras haber viajado de la mano -y del oído- junto a Senua una vez más, he vuelto a reecontrarme con sensaciones del pasado, lo cual tiene una doble lectura con reproches y alabanzas para la desarrolladora de Xbox Game Studios.

Que una simple muchacha tenga que enfrentarse a lo divino y a lo terrenal ya es suficiente material como para crea una gran historia, pero la pizca de psicosis que se añadió en Hellblade: Senua's Sacrifice marcó la diferencia. Un título introspectivo, con reflexiones, dilemas y achaques internos que funcionó a las mil maravillas, pues no existían pretensiones sobre un proyecto sin gran aval financiero. Para esta ocasión, Senua's Saga: Hellblade II lo ha fiado todo al espectáculo visual.

Y no es un halago baladí, pues asombra constantemente lo bien que luce el videojuego, llegando incluso a colarse entre la flor y nata técnica de la generación. Hay momentos en los que verdaderamente cuesta distinguir realidad de textura virtual y esa sensación se traslada a cada palmo de lo que se aprecia en pantalla. Los paisajes de Islandia son preciosos, el uso de la luz asusta -tanto en exterior como en interior- y la expresividad de los personajes juega en otra liga completamente distinta.

Hellblade 2

Fargrímr, Senua o la gigante Illtauga tienen gestos en su rostro que no recuerdo verlos reproducidos en otro título. Notas y percibes cada sentimiento que transmiten, aunque no abriesen la boca, y cada palmo de su cara debe tener más polígonos que todo el catálogo de Nintendo 64. Un hito fabuloso para un estudio como Ninja Theory, el cual pone toda la carne en el asador hacia la experiencia cinematográfica.

A pesar de que existen cortes, Senua's Saga: Hellblade II es prácticamente un plano secuencia que zambulle sin remedio en la fría y tétrica experiencia que está viviendo Senua. El foco de la historia se aleja de ella y, aunque hubiese apostado por seguir profundizando en su psique, las luces se dirigen hacia la mitología escandinava y una amenaza mayor que las voces que escucha en su cabeza la joven.

La protagonista pensaba que eran una maldición que la acompañaba allá donde fuera y aquí apenas se queja una vez de su presencia. Son un reflejo de sus miedos, sus certezas y sus ambiciones, confluyendo en dos voces que cumplen el papel de guía para el jugador. Y lo hacen de fábula, especialmente si se juega con unos auriculares en las orejas. El sonido envolvente es toda una fantasía que recorre el campo sonoro del que juegue y es obligatorio jugar de esta forma para no perder ni un detalle.

Hellblade 2

Hay secuencias que valen la pena vivirse así, especialmente las que tienen que ver con los Hiddenfolk. Los seres de ultratumba, junto al acoso desde la oscuridad de los draugar, crean un ambiente absolutamente represivo y que hace valer el terror psicológico a cada paso. Demonios, el momento en el que Illtauga grita de dolor por su bebé es de los que pone la piel de gallina, por no hablar del traumático paso por el bosque embrujado de Járnviðr. Un ejemplo magistral de cómo sustituir las perspectivas y hacer que el resto de los protagonistas sientan lo que Senua siente durante cada segundo de su existencia.

Y ella debe convivir con la Sombra, la figura impertérrita y asfixiante de su padre abusador que jamás la deja en paz. Juzga sus actos, la cuestiona y se pone en su camino cuando menos lo necesita. Terminas sintiendo piedad por Senua y un grado de empatía que te conduce a querer que la vida le sonría y el cielo se despeje de una vez por todas para ella. Y la terminas admirando, pues se convierte en un faro de esperanza para los demás cuando a veces ni siquiera ella sabe hacia dónde dirigirse.

Creo que queda claro que la historia me ha gustado, sin llegar a emocionarme, pero sí que es un hilo conductor interesante que gana enteros con cada nueva parada en el camino. Fargrímr, Thórgestr y Ástríðr no pueden caerme mejor y sentí verdadera lástima tras la muerte del hijo del goði. Su redención estaba prácticamente completa y eso es lo que necesitaban cada uno de los gigantes para detener el caos. Eran almas castigadas por una tierra indómita y que no supieron/pudieron controlar sus impulsos en circunstancias extraordinarias.

Hellblade 2

Y, ¿qué hay del puro gameplay? Senua's Saga: Hellblade II no engaña a nadie y advierte que es "una experiencia única contada a través de secuencias cinematográficas inmersivas, imágenes espectaculares y sonido envolvente". No existe un abanico amplio de mecánicas, pues prácticamente todo se reduce a caminar, escuchar y combatir. Sí, las luchas tienen un peso importante durante la obra y son un buen ejemplo de cómo, sin HUD alguno o señal en pantalla, podamos librar feroces luchas contra bravos guerreros.

La pata que cojea de la mesa son los puzles que, no solo llegan a ser ridículos por lo sencillos que son, sino que parecen un paso atrás respecto al título anterior. La única frustración posible llega por lo lenta que es Senua caminando, ya que es complicado encontrarse con un reto a la altura con esferas en la mano y antorchas que encender. Todo es tan previsible que llegan a ser una molestia que podrían haberse ahorrado. Son las pocas notas distintas en un mundo que ofrece más alimento narrativo a través de coleccionables en forma de tótems o árboles sagrados, pero no me ha llegado a cautivar.

Senua's Saga: Hellblade II es demasiado formulaico, no respecto a las tendencias de la industria, sino hacia su pasado. Repite la misma fórmula que cuajó genial en 2017 y la eleva a la quintaesencia de la narrativa cinematográfica. ¿Es suficiente como para darle una oportunidad? Si te gustó el primero, desde luego, independientemente de que haya tardado seis horas en superarlo. No hay nada peor que un juego que se hace largo, un RPG con misiones secundarias por un tubo o un mundo abierto prácticamente inabarcable. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Hellblade 2

Me quiero alejar de cualquier elemento válido en esta cuestión como su precio o la inclusión en Xbox Game Pass. Al peso, escudriñando exclusivamente su calidad, sí que merece la pena sumergirse en él, pero se siente como una oportunidad perdida. Siete años de paciencia para más de lo mismo, aún con sus aciertos, provoca cierto vacío. Hubiese sacrificado parte de la hipervitaminización visual a cambio de más riesgo mecánico y creo que el conjunto lo hubiese agradecido. Fuese por temor a salirse del terreno del éxito o por una convicción decidida sobre lo que querían crear, Ninja Theory no ha elevado su secuela hacia un nivel que la convierta en imperecedera.

Porque las generaciones se sucederán y, dentro de mucho tiempo, Senua's Saga: Hellblade II quedará obsoleto. Tengo la creencia de que permanecerá más en el recuerdo el título original, y aún así siempre querré darle ese abrazo a Senua que tanto, pero tantísimo se merece.

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