A la hora de pensar en aventuras gráficas es inevitable acordarse de Monkey Island, porque es una de las sagas más populares y aclamadas dentro de este género. Desde luego es algo más que entendible, dado que todos sus juegos son muy recomendables y son de esos títulos que pueden ser jugados por cualquier persona, sin importar su edad y experiencia, para acompañar a Guybrush Threepwood en su viaje para ser un auténtico pirata.
La primera de estas entregas, The Secret of Monkey Island, fue publicada hace nada más y nada menos que 34 años, que se dice pronto, mientras que su remasterización llegó hace 15 años, manteniendo la esencia que desprendía el juego original, así como el enorme sentido del humor que tanto caracterizaba. Además, en ambos se podía presenciar una escena tremendamente trágica.
Uno de sus creadores, Ron Gilbert, llegó a afirmar en su momento que a él le resultaban un tanto frustrantes las aventuras gráficas en las que podías morir cada vez que hacías algo mal, así que quiso desarrollar algo que fuese más simple y accesible para todo el mundo, pero sobre todo que fuese imposible acabar con la vida de Guybrush y que tampoco hubiese forma de quedarte atrapado sin poder avanzar de ninguna forma.
No obstante, a pesar de estas declaraciones, sí que existe una forma de poner fin a la vida de nuestro protagonista. Por suerte, se trata de un easter-egg y una situación que es poco probable llegar a ver a no ser que se haga a conciencia, ya que esta consiste en dejar que se ahogue nuestro héroe en un momento de la aventura que es encadenado y lanzado al fondo del mar de la isla Mêlée.
El propio Guybrush confiesa que es capaz de aguantar la respiración durante diez minutos, y vaya si es así. Si te quedas de brazos cruzados sin hacer absolutamente nada, se podrá ver cómo su cara cambia completamente de color en cuanto transcurre exactamente esa cantidad de tiempo, haciéndonos presenciar un momento demasiado angustioso que acaba con su muerte.
Así que sí, se puede morir en The Secret of Monkey Island, pero no de una forma que sea fácil de observar. Más que nada porque el puzle para salvar su vida en ese instante es relativamente fácil de superar y tampoco es plan de hacérselo pasar tan mal al pobre Guybrush.
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