Han pasado 35 años desde que Super Mario Bros. 3 vio la luz y pasó a formar parte del Olimpo de videojuegos del fontanero bigotudo. Una aventura de plataformas repleta de originalidad, nuevos power-up y una estética fabulosa que deleitó a medio mundo con su lanzamiento en NES.
El tiempo ha pasado, pero para muchos una duda existencial sobre la obra sigue persistiendo. Y es que durante décadas se especuló con la idea de que el título, en realidad, fuese una obra de teatro muy bien orquestada. Las señales estaban por todas partes desde el comienzo, pues el menú inicial viene precedido de la clásica cortina que se usa antes de una función.
Una vez metidos en faena dando saltos como Mario Tanooki, podíamos ver que las estructuras sobre las que nos apoyamos tienen anclajes como si fuesen atrezo y proyectan una sombra cercana sobre el fondo. El último tramo de cada nivel pierde todo el color y detalle, como si saliésemos de escena, por lo que todo apunta en la misma dirección.
Finalmente, fue en 2015 cuando el mismísimo Shigeru Miyamoto respondió a la pregunta de si Super Mario Bros. 3 fue en realidad una actuación. Su contestación fue un sencillo "sí" con la cabeza, por lo que ya podéis respirar tranquilos. En realidad, los jugadores somos la audiencia que ve cómo el protagonista intenta derrotar a los hijos de Bowser y ninguno estuvimos locos durante este tiempo.
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