Seguro que algunos veníais buscando una nueva aventura de Geralt de Rivia en The Witcher 3: Wild Hunt. Siento deciros que esta semana he dejado descansado a Geraldo para contaros una historia de amor al más puro estilo telenovela. Y que no os engañe la primera parte del titular, se trata de un amor intenso y del bueno... de esos que tocan todos los extremos y que da para cuchichear en un rellano durante horas.
El lunes pasado, 15 de mayo de 2023, me compré mi tercera Nintendo Switch tras el lanzamiento de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom. No soy fan de la franquicia de Zelda, pero debo admitir que esta entrega y Breath of the Wild han conseguido captar mi atención durante años. Y sí, habéis leído bien: es mi tercera Nintendo Switch. Puedo explicarlo.
Mi relación tóxica con Nintendo Switch
En diciembre de 2018 decidí comprar mi primera Nintendo Switch para tener acceso a todo el catálogo de videojuegos disponible. El equipo se completaba con PS4 y PC. Al principio todo fueron risas y emoción con Hollow Knight y Bridge Constructor: Portal (JUEGAZO), y no tantas risas tras probar Fortnite y Warframe con los JoyCons de Switch.
Como diría Te lo Resumo: todo iba relativamente bien, hasta que empezó a ir relativamente mal. No había demasiados juegos que me apeteciesen jugar en Nintendo Switch y generalmente la usaba para ver YouTube mientras cocinaba. Sobra decir que no hace falta la consola de Nintendo para hacer eso. Y llegó el inevitable final: la vendí para hacer sitio y comprar otras cosas. Aquí debería haber terminado mi historia con Nintendo Switch, pero no fue así.
La pandemia del COVID-19 se nos echó encima y terminó por confinarnos a todos en casa. En este contexto, Animal Crossing: New Horizons apareció en escena en marzo de 2020. La mayoría de mis amigos tenían una Nintendo Switch e iban a jugar a la nueva entrega. Y sí, compitruenos, cedí a la presión de grupo y compré un pack que incluía la Nintendo Switch Lite (gris) y el nuevo Animal Crossing.
Admito que esta Nintendo Switch me duró más tiempo y que no la usaba para ver YouTube. Jugué mucho a Animal Crossing: New Horizons. Si no sumé al menos 100 horas, no sumé ninguna. Uno de mis mejores amigos aprovechó esta fiebre para intentar colarme The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Lo probé y me gustó, pero tengo la mala costumbre de pillar tirria a todo lo que me obligan/fuerzan a jugar... y no terminó de cuajar.
Animal Crossing: New Horizons cumplió su fecha de caducidad, mi Nintendo Switch Lite cada vez acumulaba más polvo y PS5 estaba a la vuelta de la esquina. Volvió a ocurrir lo inevitable: la vendí porque no la utilizaba, ni siquiera para ver YouTube porque esta versión no se puede apoyar, y reinvertí el dinero en la nueva consola de PlayStation.
Y aquí sí que debería haber terminado mi historia con Nintendo Switch... Kirby y la Tierra Olvidada en 2022 hizo que me replantease comprar una nueva Nintendo Switch, pero recordé los dos anteriores casos y decidí no volver a dejarme llevar por la emoción del momento. Aprendí la lección hasta 2023.
The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom y unos compañeros muy particulares
Por si todavía no os habéis enterado, The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom ya está disponible. Ha conquistado tanto a la crítica como a jugadores y se ha convertido en un generador de memes andantes gracias a sus mecánicas de construcción y combinación de objetos. Es absolutamente maravilloso.
La redacción de VidaExtra lleva mucho tiempo emocionada con Tears of the Kingdom. Mis compañeros no han ocultado ni un ápice de emoción... y al final se me ha terminado pegando. Por otro lado, llevaba años con la espinita de haberle cogido tirria a Breath of the Wild, a pesar de haber disfrutado durante el par de horas que lo jugué.
El asunto comenzó con un par de tímidas visitas para comprobar los precios de las distintas Nintendo Switch. La cosa continuó en YouTube con gameplays de ambas entregas. Os juro por lo que más quiero que me pasé una semana en un "sí, pero no; no, pero sí" constante. Y casi voy a por una Nintendo Switch el viernes 12 de mayo, pero terminé convenciéndome a mí mismo de que no volvería a tropezar con la misma piedra. Pero tropecé.
El lunes 15 de mayo no pude aguantar más las ganas. Acabé mi curro y me dirigí a la tienda más cercana para comprar una Nintendo Switch Neon, el The Legend of Zelda: Breath of the Wild y una tarjeta de memoria de 128 GB para no tener dramas a la hora de descargar juegos.
¿Y qué me impide cansarme y venderla una vez más? Nada, pero hay una gran diferencia con respecto a las dos veces anteriores: esta vez he comprado mi Nintendo Switch con verdadera ilusión y ganas de jugar. Por un lado, mis compañeros han tenido mucho que ver, obviamente. Por otro lado, me parecía una tontería postergar (más) Breath of the Wild y Tears of the Kingdom porque les pillase tirria hace años.
La realidad es que ahora estoy muy contento con mi Nintendo Switch y disfrutando como un crío de Breath of the Wild, a pesar de tenerlo spoileado. Estoy seguro de que lo pasaré en grande cuando llegue a Tears of the Kingdom. Además, ya tengo planeado tachar de la lista Kirby y la Tierra Olvidada e Immortal Fenyx Rising. Esta es la definitiva, prometido…
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