Hi-Fi Rush me ha devuelto a las tardes en las que merendaba jugando sin parar a la PS2

Hi-Fi Rush me ha devuelto a las tardes en las que merendaba jugando sin parar a la PS2

El título de Tango Gameworks se fija en la vieja escuela para ofrecernos una escacharrante aventura de acción

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Hi-Fi Rush

Cuando un servidor se decide a pagar tres años completos de Xbox Game Pass Ultimate es porque espera lanzamientos tan irrenunciables como el de Hi-Fi Rush. A todos nos pilló Tango Gameworks con la guardia baja en enero de 2023 cuando lanzó sin previo aviso un nuevo videojuego, sobre todo teniendo en cuenta que hacía menos de un año que habíamos recibido Ghostwire: Tokyo.

¿Un hack & slash estilo cel-shading con la misma cantidad de humor que de guantazos? Sonaba fenomenal y todavía más que Microsoft lo permitiese jugar nada más terminar el Xbox Developer Direct. Las buenas notas, las alabanzas y los aplausos comenzaron a acumularse para confirmar al título como una de las revelaciones del año pasado, por lo que lo apunté en mi interminable lista de juegos pendientes.

Un año he tardado en decidirme a agarrar el mando para comprobar hasta qué punto el entusiasmo generalizado está justificado y, aunque no me he emocionado al mismo nivel que el resto del público, está claro que Hi-Fi Rush es una sacudida importante al factor nostalgia que tenemos cada uno en nuestro interior.

Al igual que cualquier otro crío, muchas de las tardes después de llegar del colegio a casa se rellenaban principalmente comiendo una merienda en la que no debía faltar un bocata. Entre mordisco y mordisco de un plato que podía variar desde el manjar del jamón hasta el menos apetitoso chopped, la PS2 se pasaba funcionando todas las horas de entretenimiento que quisiese. Por mi televisor de tubo pasaron juegarrales como Jak 3, Ratchet & Clank 3, Spider-Man 2, ATV Quad Power Racing 2 y un buen puñado más de obras que consumía sin parar.

Hi-Fi Rush

Hi-Fi Rush se nutre de esa sensación o, por lo menos, evoca esos recuerdos de antaño. Exuda por todos sus poros la sencillez que demostraban muchísimos juegos de mediados de los 2000, los cuales eran una combinación perfecta entre plataformas, humor y dosis de acción perfectamente integrados. Chai es el protagonista socarrón, con un exceso de confianza que en la vida real le jugaría alguna que otra mala pasada, pero que en su universo sirve para que nos riamos con sus meteduras de pata.

Es un adolescente chalado al que le han incrustado un reproductor de música en el corazón, así que el sentido de todo es rápidamente enviado a tomar viento. Peppermint, 808, Macaron y todo el grupo no puede caerte mejor mientras Chai sencillamente chasquea los dedos al ritmo de las melodías constantemente. Los jefazos de Vandelay son llamativos y desplazarse por sus territorios es una tarea de la vieja escuela.

Saltos en por todas partes, rondas de combate contra robots de seguridad y pedir ayuda a los colegas para abrirse paso por el escenario. Todo ello regado por engranajes, cajas que romper y algún que otro secreto si exploramos más de la cuenta. Esta conjunción de elementos no hace más que recordarme a los videojuegos de toda la vida, los que te decían que debías recoger la mayor cantidad de manzanas o los que te recompensaban cuando destruías objetos. Fórmula clásica, sin complicaciones, y que todavía funciona hoy en día.

Hi-Fi Rush

Lo que no esperaba de ninguna forma que cuajase tan bien en mí es la sincronización con la música. Vivo con temor cada vez que tengo que encarar un hack & slash y enfrentarme a la nota que me otorga el juego, la cual normalmente me indica que no he sido lo suficientemente diverso en la batalla. El trauma me lo generó la trilogía original de Devil May Cry, pero Soulstice consiguió que me pudiese relajar y disfrutar durante los combates. Ahora, Hi-Fi Rush ha conseguido pasar a formar parte de ese grupo.

Es impresionante la enorme cantidad de estímulos visuales que pone encima de la mesa el juego para que no haya forma de que pierdas el ritmo. Las luces se encienden y apagan, las chimeneas escupen humo y hasta 808 emite destellos que van ligados a las notas. Así da gusto atizar con la guitarra hecha de chatarra, junto al hecho de que las propias canciones suelen ser sencillas de seguir. Eso sí, esperaba una selección de temas más reconocibles y no una presencia tan ponderante de canciones originales.

Lonely Boy de The Black Keys al comienzo es un acierto de narices, aunque quizás el problema sea mi escaso conocimiento del mundo de la música y por eso no he disfrutado tanto de simplemente escuchar lo que suena. En cualquier caso, me apetecía muchísimo ponerme a destruir robots sin compasión, pues hay tantas posibilidades de combos para realizar que es muy divertido golpear el metal. Llegar a una calificación S no es nada difícil, así que sencillamente me dejé llevar en las luchas buscando ser creativo, recordar los mejores ataques y fluir esquivando, bloqueando y realizando las animaciones tan chulas que ofrece Hi-Fi Rush.

Hi-Fi Rush

Se cumple ahora su primer aniversario, lo cual ha supuesto la llegada de más contenido junto a un postgame tremendo que ofrece muchísimas más horas de juego. No las disfrutaré porque he de centrarme en otras obras, pero la dedicación de todo el equipo de desarrollo es digna de aplauso. No va a pasar como uno de mis grandes títulos del año ni del pasado, pero celebro que algo como lo creado Tango Gameworks existe y haya tenido tan buen acogida entre el público. En una época donde los presupuestos se dirigen hacia macroproyectos de larga duración, un título de 8 horitas demuestra que tiene tantas cosas que decir como el juego como servicio más ambicioso. Oda a Chi y a su banda.​

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