Creo que cuando digo que le tengo un especial cariño a Little Nightmares, no demuestro un sentimiento exclusivo. La franquicia de Tarsier Studios caló muy hondo desde su lanzamiento en 2017, especialmente por sustentarse en pilares como una ambientación siniestra, unas mecánicas muy accesibles y una trama repleta de misterio que es imposible que te atrape.
Sin llegar a convertirse en un survival horror, pero sin deslizarse hacia la sencillez de un plataformas, la saga ha sabido pivotar con acierto entre el terror ligero y los rompecabezas atractivos. Una fórmula que no es que haya provocado la creación de una secuela, sino que se encamina hacia una tercera parte que apunta tan alto como sus predecesores.
Dado que deseo abordar esa secuela con todas las piezas encima de la mesa, me puse como tarea ponerme al día. Únicamente me había ventilado la aventura de Six hace ya siete años, por lo que tuve que pasar por caja para hacerme con el triplete de expansiones, así como desprecintar Little Nughtmares 2 para averiguar qué se escondía más allá.
Lo que nunca vio Six
Era consciente de que Las profundidades, El escondite y La residencia formaban una unión de DLC que se alejaban de cualquier punto de vista de Six. En este caso es turno del Niño, sin ambajes ni alardes. Un nombre escueto, sin profundidad, que apenas lo define como protagonista y que es la primera pista que indica lo que se avecina de cara al futuro.
Me gusta comparar el aura que desprende el barco de Little Nightmares con una suerte de película de Tim Burton, al estilo de lo que hemos visto con Beetlejuice, aunque con una mayor malicia. Los diseños de los enemigos como el Conserje o la Abuela bailan entre paródicos e intimidatorios, como si quisieras tocarlos para comprobar de qué material están hechos, a pesar de que tienes casi la certeza de que el resultado no va a ser agradable.
Lo que no es nada amigable es el recorrido que debe hacer el Niño por la guardería o por las profundidades, siempre con el aliento en el cuello de sus más inmediatos perseguidores. Cada vez que hay que colarse por recovecos, esquivar las garras más grandes que nuestro propio cuerpo o correr como alma que lleva el diablo, sonrío. Es un método que adoro de mantener la tensión por todo lo alto, creando el miedo, golpeando con la sensación de que estás al verdadero límite de fracasar.
Una forma que ya emplearon Limbo e Inside, primos hermanos de Little Nightmares, y que me ha gustado mucho volver a rememorar. También he disfrutado conociendo los bajos fondos del gigantesco trasatlántico capitaneado por la Dama y ensuciado por decenas de clientes cuyo único fin es devorar lo que se encuentre al alcance de sus grasientas manos. ¿Quiénes son esos diminutos gnomos que revolotean por la zona de las calderas?
A tenor del triste final del Niño, no dejan de ser otros críos que han tenido un final relativamente piadoso para lo triste que puede llegar a ser su destino; mejor ser parte del personal de trabajo forzado que terminar en el estómago de un indeseable. Una de las peticiones más solicitadas para los DLC es que añadan variedad a la ecuación principal o que se desvíen a lo bestia, tal y como sucede con Blood Dragon o Undead Nightmare.
En ocasiones, basta con dar más y repetir el ABC del éxito, que es exactamente lo que hacen las expansiones de Little Nightmares. Los puzles siguen siendo tan entretenidos de resolver, los saltos son igual de complicados y el placer de avanzar no hay forma de sacudírselo de encima. Todo ello incluso en un contexto tan complicado para el Niño como el de encontrarse en el camarote de la Dama, la cual revela un rostro absolutamente espantoso que bien hace en ocultar tras su máscara,
Los recuerdos de Vietnam de cómo al final de Little Nightmares es capaz de sorprender a Six me asaltaron mientras intentaba averiguar cómo diantres debía dirigir los rayos de luz en sus aposentos. Y así con todo, aún cuando demostró todo el valor posible, el Niño no solo termina convertido en gnomo, sino que se revela como el que Six devoró en su enajenación alimenticia. La joven del chubasquero amarillo aparece de soslayo, con un protagonismo fugaz, y queda patente que aquí cada uno va a la suya. O al menos eso es lo que pensaba.
Aplausos... ¿hasta el final?
Six ya forma parte del pasado en Little Nightmares 2 y todo comienza a través de Mono, un niño con una bolsa en la cabeza, que despierta en mitad de un bosque y rodeado de televisores. La intriga ya no reside en el propio protagonista, pues ya no es la que no conocía hasta ahora, sino que no paraba de preguntarme qué demonios hacen esos aparatos desperdigados en un lugar como ese.
Y no es que haya demasiado tiempo para pensar en cuanto una especie de cazador o guardabosques, muy malhumorado en cualquier caso, que decide disparar a todo lo que se mueve. Me sorprende que el otro niño que se salvo no permita jugar en cooperativo, porque me parece absurdamente obvio que esa debería ser una posibilidad. No exijo que suceda lo mismo que con las producciones de Josef Fares, donde se trata de un requisito inevitable, pero clama al cielo.
En cualquier caso, mejor dos cabezas pensando que una sola. Siempre me ha gustado que los enemigos que hay por el camino sean adultos, notoriamente más grandes que Mono o Six. Es una representación fiel y directa de lo que siente un niño cuando se cruza con alguien mayor, pues está muy indefenso ante su fuerza. La poca estatura y la inteligencia son las escasas, pero valiosas herramientas, con las que cuentan.
Lo llamativo es que la relación de los televisores con Mono es... peculiar. Existe algún tipo de conexión entre él y las transmisiones distorsionadoras, las cuales se encuentran en todas partes. Da igual si acudimos a una casa embrujada, una escuela de muñecas vivientes, un hospital lleno de maniquís o recorremos la ciudad donde nunca deja de llover, el panorama es siempre el mismo. Mono se introduce en la televisión, recorre un pasillo a tan poca velocidad que recuerda al clásico sueño que todos hemos tenido donde perseguimos a alguien, y regresa antes de poder llegar a una puerta con un símbolo de un ojo.
La desolación es total, porque aunque no quisieran seguir adelante los dos no tienen ni dónde esconderse. El escenario de Little Nightmares 2 es fabuloso, con edificios en ruinas, cadáveres por todas partes y la sensación de que no hay amparo posible ante la desgracia. Y qué decir de los jefes, posiblemente los más siniestros hasta la fecha. No quiero dejar pasar la oportunidad para mencionar el excelente diseño de la maestra de la escuela, pero por encima de ella se encuentran las secciones del propio colegio y el hospital.
Los alumnos son un hatajo de maleducados, bárbaros, inmisericordes y alimañas en potencia que no conocen ninguna otra norma que no sea la de agachar la cabeza cuando aparece su maestra. Más allá de esa frontera infranqueable, el mundo es un lugar en el que se permite el caos. El nerviosismo que logran provocar sus pasillos solo se puede igualar por la penumbra causada por los maniquís en el centro sanitario. Pavor, y del bueno, es el que causa una figura sin cabeza o mano que se mueve hacia Mono cuando no está mirando. Espeluznantemente genial.
Con todo, la resolución de la trama tiene su aquel que no ha terminado de satisfacerme. Me parece absolutamente correcto que el compañero de viaje sea Six y que la revelación llegue a la mitad de la partida. No tengo ningún problema con que The Thin Man se alce como enemigo final y me encantó el giro de guión de que Six abandone a su suerte a Mono.
Todo está bien, salvo por el desvío tan evidente hacia el terreno de lo sobrenatural. Little Nightmares 2 me hubiera gustado que siguiera la estela del anterior juego, fantaseando con que no todo estaba bien en este mundo, pero no cayendo en el agujero de monstruos, paranoias y ensoñaciones que toman forma real. No es un crimen, no es un pecado irreparable, es simplemente una persona a la que le hubiese gustado permanecer en otra línea.
Y tenía sentido que The Thin Man cobrase tanta importancia, especialmente con su esquiva aparición al final de los DLC del primer Little Nightmares. Me gusta que Six no tenga alma, que demuestre que la supervivencia es lo único que importa, incluso en una circunstancia en la que no tendría por qué haber hecho lo que hizo. Por lo visto en los adelantos de Little Nightmares 3, parece que no volverá a aparecer, aunque me gustaría ver su regreso y descubrir qué clase de as tiene guardado bajo la manga. ¿Será el antagonista? No estaría de más.
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