Moon Studios lo tenía realmente complicado a la hora de afrontar la secuela del maravilloso Ori and the Blind Forest, no solamente por ser uno de los mejores metroidvania de la actualidad, sino porque su historia lograba conectar con nosotros desde el minuto uno, a lo Up, hasta derramar la lagrimilla con su final.
Con Ori and the Will of the Wisps conservó buena parte de su esencia, pero siendo una evolución a todos los niveles de lo vivido con Ori en su primera aventura. Y esto, lógicamente, ha afectado a su final, del que podemos hablar ahora con calma aprovechando que esta secuela salió el mes pasado. Habrá SPOILERS, cuidado.
La motivación extra que nos brinda la familia
Realmente, no se diferencian tanto Blind Forest de Will of the Wisps en cuanto al transfondo de la historia de sus personajes. En el primero había un ser malvado por el aire del que acabábamos conociendo su pasado para comprender a qué se debía tanta furia. Y lo mismo pasa con la secuela, con otra ave que tuvo una infancia difícil hasta que todos le dieron la espalda por ser diferente al resto.
Este paralelismo se extendió a otros secundarios desde el inicio, como Naru, la madre improvisada de Ori. O Ku, la única cría de Kuro que sobrevivió y que se convirtió en compañera de Ori en su secuela. Porque en ambas aventuras temimos por sus vidas, al perder casi toda esperanza de ayudar a nuestra familia.
En Ori and the Will of the Wisps no tardamos mucho en perder a Ku, al separarse de su hermano de forma abrupta tras adentrarse en un mundo nuevo, donde esa ave quería sentirse realizada. Después de buscar insistentemente una solución, Ori dio con Ku e intentaron escapar de ahí hasta que se toparon de bruces con Shriek, la gigantesca búho que tiene atemorizado el reino de Niwen. Tras un duro golpe, Ku quedó malherida y Ori tuvo que iniciar un viaje contrarreloj para hallar una cura. Una motivación más que suficiente para que volviese a aletear sus alas Ku de modo parecido a la emotiva primera parte de Cómo entrenar a tu dragón.
Y por la que Ori acabaría sacrificando su vida
Shriek no nos lo pondría nada fácil, puesto que fue un viaje extremadamente duro por diversos puntos de Niwen, reuniendo distintas Centellas para disipar toda la Podredumbre que asolaba dicho reino. Y es que en Ori and the Will of the Wisps debutaron, por fin, los jefes de verdad, poniendo al bueno de Ori en una tesitura más complicada que no se limitó únicamente a escapar con nervios de acero.
El colofón llegaría, como es lógico, con el enfrentamiento final contra Shriek, en un duelo bastante largo que pasaba por distintas fases hasta que esa búho agotó por completo su energía. Esto provocó uno de los momentos más tristes, puesto que ni en la derrota dejó de aferrarse a su oscuridad. Eso sí, se acordó de su familia y dio su último aliento a los pies de su familia, en el enorme cementerio de búhos.
¿Y qué pasó con El Sauce, madre de la luz? Minutos antes de ese duelo entre Ori y Shriek, esta ave dejó casi sin luz a Seir, por lo que se reducían drásticamente las esperanzas de sanar a Niwen y, por extensión, a Ku. Hacía falta un sacrificio...
La gran esperanza de Ori and the Will of the Wisps
Ese último esfuerzo vino de parte de Ori, que no dudó en tocar la esfera para sacrificar su vida y que todo el reino volviese a brillar como antaño, antes de la propagación de la Podredumbre, donde sus habitantes habían convivido en paz.
Ori daba su vida por un bien mayor, el llenar de luz a toda Niwen, dejando una bonita y emotiva metáfora en el proceso, al presenciar a su familia reunida en torno su semilla, que no paró de brotar hasta convertirse en el nuevo árbol espiritual del reino. Porque sí, Ori resucitó bajo otra forma, la del nuevo sustento para ese mundo tan necesitado de armonía. Un nuevo punto de referencia para un mañana esperanzador, especialmente sabiendo que su familia no lo abandonó, creciendo alrededor suyo y viendo cómo Ku se convertía en una búho adulta.
Justo al final, unos momentos más para la lagrimilla: saber que Naru, madre adoptiva de Ori, quiso pasar sus últimos minutos de vida al lado de su "pequeño". Y presenciar cómo se caía una hoja llena de luz que podría simbolizar el regreso de Ori en su forma original... Una puerta abierta para un próximo trabajo de Moon Studios ahondando en este universo tan maravilloso, pese a que creamos que haya tenido un final perfecto y no necesite más. Que se quede así, tal cuál.
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