Todavía no he alcanzado el final de ‘Celeste’, pero las más de cuatro horas que llevo jugadas me han parecido soberbias. Ya lo dejamos claro en nuestro análisis: si buscas un buen juego de plataformas en 2D, ‘Celeste’ es de lo mejor que vas a encontrar actualmente.
Pero, más allá de volver a alabar todas sus virtudes, quería hablaros acerca de algo muy específico sobre sus mecánicas: el aprendizaje única y exclusivamente a través de la muerte. De hecho, es su mecánica principal.
En Celeste tienes que morir (mucho) para poder avanzar
Recuerdo haber muerto como unas 100 veces en una determinada estancia de ‘Celeste’. Incluso lo comenté con mis compañeros de VidaExtra. Pero lejos de dejar el juego por imposible, como probablemente hubiera hecho de haber sido un título distinto, seguí intentándolo. Una y otra vez. Con gusto.
Dado que lo estoy jugando en Nintendo Switch, aproveché para poner ‘Celeste’ en modo portátil, acurrucarme en una esquina del sofá, y seguir la partida. Era medianoche. El reloj marcaba la una y pico cuando volví a mirarlo. Lo hice, probablemente, porque llevaba como un cuarto de hora muriendo en el mismo punto.
‘Celeste’, para el que no lo sepa, exige una precisión exquisita por parte del jugador. Cualquier mínimo fallo significa la muerte. Si mueres es culpa tuya. Siempre. Puedes gritarle a la pantalla lo mucho que te acuerdas de los familiares de los programadores, pero lo cierto es que el juego está perfectamente diseñado. La culpa es tuya.
Esto es así porque, en realidad, morir es la única forma de avanzar en ‘Celeste’.
Sé preciso. Pero sigue muriendo
Nos reímos un montón con el vídeo de ‘TradAdventure 2’ que se hizo viral hace un par de semanas, básicamente porque es un videojuego diseñado con muy mala leche. Para cada paso que da el jugador, su creador ha creado una trampa. Es gracioso, decía, pero es el ejemplo perfecto de aprendizaje por muerte.
‘Celeste’ no es ‘TradAdventure 2’, no quiero comparar una auténtica obra maestra con un juego para móviles más pendiente de putear al jugador hasta la desesperación que otra cosa, pero sí tienen esa mecánica principal en común. Es curioso ver cómo la misma idea puede dar como resultado dos títulos tan alejados en el resto de elementos. En ‘Celeste’ es algo delicioso; en ‘TradAdventure 2', frustrante y desquiciante. Aquí podéis verlo en vídeo:
Pero volvamos a la madrugada de la que os hablaba. Sí, al final tuve que guardar partida e irme a dormir sin haber salido de la maldita estancia. Mi cerebro, imagino, siguió trabajando mientras yo desconectaba. Al día siguiente, logré pasar a la siguiente zona tras un par de intentos solamente. Bien por mi cerebro: de más de 100 intentos a menos de tres gracias a unas pocas horas de sueño.
Como decía antes, ‘Celeste’ exige precisión. Mucha. Y te lo pone siempre difícil. Lo justo y necesario para que tengas que morir y, con ello, puedas interiorizar los movimientos en cadena que vas a tener que ejecutar al milímetro para salir airoso.
Esta arriesgada mecánica podría haber sido un auténtico desastre en cualquier otro juego. Podría haber llevado a muchos jugadores a la frustración más absoluta. Pero no. ‘Celeste’ ha demostrado que el aprendizaje por muerte como principal mecánica no es sólo una de las muchas caras que puede adoptar la dificultad, sino algo maravilloso cuando se combina con un control excelente, un diseño de niveles espectacular y, de regalo, una historia de superación tan tierna como bien narrada.
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