Análisis de Triangle Strategy: el nuevo clásico atemporal de Square Enix

Siete monedas decidirán el destino de tres naciones. Siete piezas que simbolizan siete voluntades y que serán colocadas en la Balanza de la convicción. Y pese a que deberemos acatar lo que se decida en ésta, serán nuestros ideales los que determinarán el resultado. Triangle Strategy, el nuevo caramelito 2D-HD de Square Enix, es un nuevo clásico para Nintendo Switch. Sus batallas y su apartado artístico harán las delicias de los apasionados por los combates tácticos, pero aquello que lo hace tan especial y logra que cale tan bien en el jugador es su esencia rolera.

Porque, pese al acabado exquisitamente pixelado de Triangle Strategy, lo nuevo del referente del JRPG que conquistó a generaciones a través de Dragon Quest y Final Fantasy es mucho más que nostalgia. La compañía unificada que ha firmado la gran mayoría de grandes clásicos roleros del Cerebro de la Bestia sabe muy bien cómo mantenerse fiel a sus orígenes, pero también aportar nuevas ideas y matices a un RPG táctico en el que sus personajes no solo desprenden carisma, sino que también se ponen de acuerdo mediante consenso para decidir en conjunto el curso de la trama.

Lo cual no quita lo que salta a la vista: Triangle Strategy es consciente y sabe aprovechar el impulso que le da su estética retro, muy alineada con otra pequeña gran joya como es Octopath Traveler. Perderse en sus exóticas localizaciones, las cuales parecen maquetas tridimensionales de los clásicos del rol en SNES, es toda una gozada. Pero lo que realmente nos tendrá enganchados al juego son su trama, sus personajes y la interesante manera en la que se nos propone definir el propio destino del próspero continente de Norselia. Un crisol de culturas cuya pactada armonía entre sus tres grandes potencias pende de un hilo.

Eso sí, no todo son alianzas y diplomacia: la tensión entre sus principales protagonistas y aquellos ante quien éstos responden se resuelven a través de combates por turnos. Duelos de espada y magia con un matiz: éstos se celebran en entornos tridimensionales de diferentes alturas y ricos en posibilidades. Y pese a que es prácticamente inevitable comparar lo nuevo de Square Enix con sagas muy bien asentadas como Fire Emblem o XCOM, el gran triunfo de Triangle Strategy es lleva la fórmula de los RPGs tácticos a su terreno y, desde ahí, encuentra su propia identidad como videojuego.

Tres naciones. Tres ideales. Un único destino

El complejo y muy delicado balance entre tres naciones acaba de recaer en el joven Serinoa Wolffort, y estar a la altura de las circunstancias no es opcional: tres décadas atrás, las tres potencias de Norselia, del Archiducado de Fraguahelada, la Sacra Sede de Dunálgida y el Reino de Glaucoburgo, se enfrentaron en un conflicto a gran escala conocido como la Gran Guerra Ferrosalina. Una edad tan oscura que llevó a todas las partes implicadas a la decadencia.

Lo que salvó Norselia del peor de los escenarios fue una compleja tregua alcanzada en el momento más bajo de la guerra, sin embargo la paz consensuada no llevaba implícita la concordia entre sus pueblos. En la actualidad, los tres reinos están condenados a entenderse a través de una alianza comercial. Un delicado escenario en el que Serinoa Wolffort, el heredero de la noble casa Wolffort de Glaucoburgo, deberá mediar como vínculo entre todas las naciones. A veces, a través de la diplomacia y otras demostrando su valía con la espada.

El complejo entramado político que ata a los tres reinos se vuelve todavía más complicado justo antes de que el joven Serinoa sucediese a su padre: Frederica de Fraguahelada, una joven noble de las costas de la Sacra Sede de Dunálgida, acaba de desembarcar en el puerto de Glaucoburgo para convertirse en su futura esposa. Una alianza muy conveniente para estrechar lazos entre ambos reinos. Sin embargo, el linaje y la ascendencia de ésta levantará ciertos recelos y malestar entre diferentes partes interesadas provenientes de toda Norselia.

Quizás, la joven pareja no tenga mucho recorrido en cuestión de diplomacia, al menos más allá de lo aprendido en sus respectivas familias, pero sus convicciones son inquebrantables y su propósito muy definido: perpetuar la paz entre las tres naciones durante al menos una generación más. Pero, como dijo Vegecio: si quieres la paz, prepara la guerra.

Triangle Strategy es un exquisito viaje a las raíces del RPG en su edad dorada de los 16 bits. Esos en los que cada pixel está colocado con mimo, cada personaje en pantalla aporta algo al jugador y las batallas, lejos de ser rutinarias, se disfrutan a sorbitos. Sin embargo, su manera de dejarnos interactuar con la historia que se desarrolla ante nosotros es aquello que lo convierte en un título muy especial. Porque, de partida, el curso de los acontecimientos ahora de decide en consenso.

De partida, porque a través de las diferentes decisiones que Serinoa tome o su manera de abordar los diferentes conflictos fortaleceremos y daremos prioridad a uno de los tres ideales sobre los que gira el propio juego: La moralidad, el pragmatismo y la libertad. Los tres engranajes sobre los que giran todos los acontecimientos del juego. Una historia que evolucionará de diferentes maneras en función de nuestras iniciativas, pero también de los intereses de nuestros aliados.

A lo largo del juego podremos reclutar hasta una veintena de aliados que no solo lucharán con nosotros cuando la situación lo requiera, ya bien sea en torneos durante actos diplomáticos o en emboscadas, sino que tendrán su propia voz en los acontecimientos: llegados los momentos clave, habrá que tomar una decisión de enorme relevancia sobre nuestro siguiente paso. Y es entonces cuando aparece una de las genialidades del juego: la Balanza de la convicción.

Serinoa repartirá entre sus compañeros de equipo siete piezas con las que emitirán un voto en la Balanza. Y pese a que deberemos obedecer aquello que se elija en este referéndum, podremos influir en las decisiones de cada participante. Algunas veces nos harán caso en función de nuestros ideales o motivaciones y otras serán fieles a las suyas. Sin embargo, existe un matiz especial: a base de interactuar con los personajes y el escenario que nos rodea, empaparnos del mundo del juego o hacer averiguaciones podremos desbloquear nuevas opciones de diálogo que cambiarán la voluntad de los participantes en la votación.

El resultado: una historia rica, muy bien hilada y cuyos personajes no se limitan a ofrecer carisma y aportar matices a la trama, sino que contribuyen al desarrollo de los acontecimientos. Aunque, como veremos, Triangle Strategy es bastante más que rol y diplomacia.

Triangle Strategy: la esencia del rol, el alma de los clásicos

El desarrollo de la trama y su muy interesante manera de evolucionar es aquello que le da identidad a lo nuevo de Square Enix. De hecho, es aquello que lo aleja de los clichés de todos esos los JRPGs que parecen cortados por la misma tijera. Pero no es lo único que Triangle Strategy aporta al jugador: su manera de tener acordar la esencia de los clásicos y aportar valor a sus combates estratégicos redondea más y mejor el conjunto.

Si bien, los compases iniciales del juego están colmados de diálogos y situaciones de transición que sirven para introducirnos en propiedad en el conflicto que se comienza a manifestar ante Serinoa, y nuestro gran propósito es contener un desastre como el de la Gran Guerra Ferrosalina, el dominio de la espada y la magia no es algo opcional: tarde o temprano nos veremos envueltos en combates, y su manera de abordar el formato táctico es para quitarse el sombrero.

Las mecánicas de los combates tácticos apenas tienen explicación a estas alturas de la partida: cada escenario se divide en diferentes tableros y la posición en éstos de nuestros personajes tendrá tanto peso como las acciones que realicemos. De hecho, en función de nuestro aliado o enemigo, serán todavía más determinantes.

Square Enix aprovecha al máximo el uso de la tercera dimensión en Triangle Strategy. No solo a través del clásico esquema de prioridades o ventajas en función del tipo de héroe, su rol en el combate o la ventaja que aporta la altitud o su emplazamiento, sino permitiéndonos girar en todo momento en cualquier escenario. Convirtiendo los exquisitos paisajes pixelados en escenarios tridimensionales. Lo cual se aplica también, por cierto, a cualquier otro escenario del juego.

Lógicamente, lo que al principio serán luchas ajustadas entre pocas unidades va creciendo gradualmente en escala y ambición en proporción directa a las circunstancias. Y es entonces cuando uno logra apreciar todavía más el rico trasfondo y el mimo puesto en Triangle Strategy a la hora de ofrecer una historia con la que no solo conectas y te atrapa, sino que también te involucra de manera muy directa en su desarrollo.

Lo interesante aquí es que el desempeño que hagamos en los combates también tendrá un efecto directo en nuestras relaciones con nuestros aliados. Es más, aprenderemos nuevas habilidades o técnicas a base de entendernos con ellos en el campo de batalla. Y pese a que es inevitable que algunos combates sean trámites de cara al gran desarrollo de la historia, Triangle Strategy también sabe ahorrarte o hacerte más ligeros aquellos puntuales que no tienen un propósito demasiado definido para la experiencia de juego.

Por supuesto, como buen JRPG de corte clásico tendremos la opción de mejorar y equipar convenientemente a nuestros personajes. En prácticamente cualquier ocasión podremos acceder a un conveniente campamento en el que adquirir provisiones, mejoras o sencillamente pasarnos a ver a nuestra amiga la tabernera a ver qué se cuece. Aspectos que también suman de cara a intentar encauzar una historia que, pese a estar más o menos en manos de nuestros compañeros, nosotros podremos tomar parte.

¿Y qué ocurre con todas esas decisiones y caminos alternativos que dejamos de lado? Bueno, más allá de que tendremos por delante aproximadamente una veintena de capítulos como para estar más pendientes de lo que está por suceder que de lo que dejamos atrás, sobre todo cuando el juego poco a poco te va poniendo en verdaderos dilemas y ante decisiones complicadas de tomar, Triangle Strategy  acierta con un estupendo modo Nueva Partida + que nos permitirá exprimir más y mejor y, llegado el caso, tantear todas las ramificaciones del juego. Elevando generosamente la rejugabilidad de la aventura.

La opinión de VidaExtra

Triangle Strategy es la definición perfecta de lo que debe ser un nuevo clásico. Square Enix retiene con acierto lo mejor de su legado de JRPGs y lo conjuga con ideas roleras y elementos de estrategia que, en todos los casos, siempre están a merced de sus fascinantes personajes. Y lo mejor es la maestría con la que consigue que nuestra implicación en el juego siempre sea proporcional a nuestra determinación por descubrir e interactuar con el rico mundo de Norselia que se nos descubre capítulo a capítulo.

Que se aporten nuevas ideas y se reformulen otras no impide que haya un millón de clichés y giros no tan inesperados ya vistos en los cientos de juegos de espada y fantasía que llevan la firma de las clásicas Squaresoft y Enix. Pero Triangle Strategy logra que, en lugar de dejar cierta sensación de déjà vu en el jugador, le acabe llevando a una zona de confort fantásticamente arropada por su cautivador apartado artístico

El mimo puesto en el juego no solo se limita a sus contenidos o su estética: todas y cada uno de los diálogos de Triangle Strategy están respaldados por un trabajo actoral de voz que, desafortunadamente, nos llega en inglés y japonés. Eso sí, como es habitual en los juegos de Square Enix para Switch, la localización de los texto en español es de sobresaliente y la manera de insuflar un extra de carácter a cada personaje a través de sus diálogos una maravilla.

Triangle Strategy es mucho más que un juego de estrategia táctica en 2D-HD: es una obra de arte que evoca los clásicos pixelados y que constantemente busca traspasar la barrera de los género a los que evoca base de introducir elementos roleros y darle peso a las decisiones del propio jugador. A veces poniéndole ante disyuntivas morales y otras desafiando su carácter estratega. Y pese a que en muchos aspectos no puede medirse con  las actuales superproducciones del RPG, tampoco lo necesita para dejar una huella muy especial en el jugador. Triangle Strategy es perfecto tal y como es.