He vuelto a las calles de Wood Oak City dejando atrás un rastro de destrucción y la marca de mis nudillos generosamente estampada en la anatomía de cientos de punks. Los de chaqueta vaquera, los macarras con un holgado chubasquero amarillo chillón y esos malditos rechonchos con gorra que cuesta tanto tumbar. Así es la fauna que habita Streets of Rage 4.
He comido pollos y manzanas tirados en plena calle. He destrozado mobiliario urbano, máquinas recreativas y toda clase de propiedad privada amparándome en la justicia callejera. Incluso cuando no era necesario. Y pese a que se trata de una secuela, me ha encantado regresar a las calles del Streets of Rage que me fascinó en Mega Drive y comprobar lo bien que lucen en 2020.
Lo principal: Streets of Rage 4 es un juego diseñado por y, sobre todo, para los fans de la trilogía de beat’em ups de SEGA. Y no solo eso, incluso se atreve a darle continuidad directa a una saga especialmente querida por aquellos que tuvimos la bestia negra de 16 bits. Tres títulos que, lógicamente, son producto de su tiempo y cuyos frecuentes relanzamientos van más dirigidos a los veteranos que a los nuevos jugadores. DotEmu es plenamente consciente de esto.
Por ello, el regreso de Axel, Blaze y Adam parte con el no tan sencillo objetivo de honrar el legado de SEGA. Pero también la responsabilidad de darle continuidad directa tras un lapso de nada menos que 26 años desde el lanzamiento de la última entrega.
Y, sin descuidar todo lo anterior, arriesgarse a encontrar una nueva identidad visual y sensaciones de juego propias que no dejen al conjunto únicamente anclado a la nostalgia o cometa el error de hacerlo parecer genérico. Por suerte para todos, Streets of Rage 4 se ha puesto en buenas manos.
Como resultado, Streets of Rage 4 hará las delicias de los nostálgicos y aquellos que siguen repartiendo puñetazos callejeros en móviles, PCs o uno de tantos recopilatorios. Pero también es un todo despliegue artístico con un apartado visual palpablemente artesanal y una banda sonora sublime, capaz de trasladarnos enérgicamente a la era de los 16 bits.
Una experiencia en conjunto que, como es de esperar, se disfruta más en compañía. Sobre todo, porque por primera vez se podrá compartir partida con otros tres jugadores y no necesitarás mandos extra: Streets of Rage 4 te da todas las facilidades para que se juegue en multijugador, de modo que sin prescindir del ritual de compartir sofá, su proceso de búsqueda de jugadores online es agradecidamente sencillo.
Así, y en colaboración con SEGA, DotEmu alinea todos los ingredientes necesarios para ofrecer la mejor entrega de la saga. Con un pie en el legado y el otro puesto en lo que se espera de un beat'em up actual. Con todo, Streets of Rage 4 carece del peso y la sonora ambición con la que la trilogía original desembarcó en Mega Drive. Al menos, en lo que respecta al gran público.
Un presentación exquisita para una experiencia clásica
Es inevitable que tendamos lazos con Wonder Boy: The Dragon's Trap, el anterior trabajo conjunto de LizardCube y DotEmu. Ambos juegos dan nueva vida y gloria a través de animaciones y escenarios artesanales a clasicazos de SEGA. Y también es innegable que el estilo artístico de ambos está en sintonía. Sin embargo, existe una enorme diferencia: Streets of Rage 4 no es un remake, sino una secuela en todos y cada uno de sus matices. Una estupenda secuela, de hecho.
Han pasado diez años desde que el Sindicato X fuese desarticulado por Axel Stone y Blaze Fielding a base de fuerza bruta. Sin embargo, una amenaza emerge desde los rascacielos de Wood Oak City y, poco a poco, se va apoderando de sus calles: un nuevo imperio del crimen ha sido forjado por los herederos del infame Mr. X.
¿Lo bueno? El proceso para restaurar la paz es básicamente el mismo que en las entregas anteriores de Streets of Rage: darle una paliza a los líderes de este nuevo Sindicato sacándole los dientes a todo el que se ponga en nuestro camino. Una misión que pone de nuevo en activo al veterano y visiblemente más curtido Axel y la siempre letal Blaze y les asocia con una nueva generación de justicieros de casta: la hija de Adam Hunter y el discípulo del Dr. Zan nada menos.
- Axel sigue siendo todoterreno: tiene una fuerza estupenda y, pese a no destacar en velocidad, sus golpes especiales tienen un enorme potencial para atacar a varios enemigos a la vez y encadenar combos terrestres o flamígeros remates aéreos.
- Blaze es pura agilidad: pese a que no tiene la capacidad de correr, su juego aéreo, el alcance de sus golpes y su movilidad son sensacionales.
- Cherry es sinónimo de velocidad: sus ataques especiales, incluso en salto, son perfectos para desplazarse y puede atravesar la pantalla en un santiamén. Además, con algo de maña puede hacer cadenas de golpes aéreos sin la necesidad de tocar tierra.
- Floyd es puro músculo: golpes muy fuertes, agarres letales (incluso a distancia) e incluso es capaz de sostener a varios enemigos a la vez mientras camina y estamparlos entre ellos. Eso sí, salta lo justo y se mueve a su propio ritmo.
Lógicamente, lo primero que entra por los ojos es el actualizado y renovado aspecto visual de los personajes y, por extensión, del juego. Y es una delicia. Los héroes, villanos y escenarios han sido dibujados a mano y animados por el estudio LizardCube, a medio camino entre el estilo de dibujo animado y el de los cómics occidentales. Y si bien es lógico que el nivel de detalle es mucho mayor en los protagonistas y jefazos, el resultado en conjunto es estupendo.
LizardCube ha esquivado la bala que no supieron encajar títulos como Super Street Fighter II Turbo HD Remix, llevando sprites y escenarios icónicos a su terreno pero siendo reverenciales con el trabajo previo. Reteniendo la jugabilidad clásica y el diseño y trazado de escenarios que los fans de Streets of Rage desean encontrar y, a su vez, añadiendo novedades propias de una nueva entrega numerada.
Ahí es donde entra el juego el tercer elemento clave de esta ecuación: si bien el estilo artístico y la fluidez de LizardCube asientan el tono del juego, Guard Crush Games (creadores de Streets of Fury) le dan su nueva identidad jugable introduciendo novedades como un reajustado sistema de jugabilidad que potencia y promueve que hagamos combos en lugar de desatar alegremente puñetazos y patadas al viento.
Y con un poco de maña y suficientes enemigos en pantalla es posible hacer verdaderas virguerías.
¿La clave? Integrando una nueva capa de variedad entre personajes frente a la que vimos en Streets of Rage 3, de modo que exista un contraste a la hora de ejecutar los ataques, los saltos, los malabares, asaltos, agarres, el combate sobre salto y, en esencia, que nos importe realmente con quién vamos a salir a luchar y qué rol tendremos en el juego cooperativo. Buscando en un mismo movimiento desmarcarse completamente del concepto de genérico de los yo contra el barrio. Y lo hace muy bien.
Eso sí, que se trate de una secuela no solo afecta al aspecto o las mecánicas de juego: también veremos nuevos esbirros y jefazos creados para la ocasión, reclutados expresamente por la nueva pareja de antagonistas. Reflejándose el logro al crearlos e integrarlos en la saga al casar tan bien con las versiones dibujadas a mano de los enemigos de las entregas clásicas.
Con todo, Streets of Rage 4 acierta de pleno y le da el gusto a todo el mundo integrando entre los múltiples ajustes visuales un filtro (posprocesado) retro que resulta toda una sorpresa, afectando tanto a los personajes como a los escenarios y que logra alinear el aspecto del juego con las entregas clásicas sin que eso reduzca un ápice la sensación de fluidez de las animaciones o la sensación de juego.
Y puestos a trastear en las opciones del juego, a las que podremos acceder simplemente pulsando la pausa, podemos encontrarnos aspectos muy curiosos como alternar el tipo de comida con la que recargamos la salud con varias opciones, de modo que si preferimos pizza o ensalada a los clásicos pollos o las manzanas que nos aparecerán en el suelo, Streets of Rage 4 nos lo pone fácil. Si no quieres pollo, hay menú a la carta.
Sin embargo, la opción estrella la encontramos desde el apartado de sonido, donde podremos activar la banda sonora retro de las dos primeras entregas. Algo que más que un detalle es un regalo y, sin embargo, no eclipsa el último de los grandes logros de esta nueva entrada en el legado de la saga: la banda sonora original de Streets of Rage 4 es una verdadera maravilla en clave de dance electrónico.
DotEmu recupera el inagotable talento seguero de Yuzo Koshiro (la propia serie Streets of Rage, The Revenge of Shinobi, Story of Thor...) y, de paso, abre la puerta a artistas nipones y occidentales que sostienen y dan nuevos matices la soberbia temática noventera.
Estupendos ingredientes para forjar una nueva entrada de Streets of Rage y extender su legado, pero ¿lo suficiente como para igualar el calado que los clásicos tuvieron en Mega Drive?
Streets of Rage 4 dura lo que tú quieras, pero las fases son 12
Si quieres llegar a los títulos de crédito de Streets of Rage 4, es decir, lo que es partir desde la primera fase y, desde ahí, atravesar la docena de niveles y hordas de enemigos que DotEmu y Lizardcube nos ponen por delante, posiblemente no vayas a necesitar más de una tarde o dos en dificultad normal y a dos jugadores. Todo depende de lo que tardes en entender lo que hacen los enemigos y jefazos finales y tu habilidad para golpear sin recibir a cambio. Otra cosa muy distinta es completar el juego.
En Streets of Rage 4 se te van a dar todas las facilidades posibles para que superes el modo historia. No solo a través de un ajuste de dificultad sino también dándote la posibilidad de regresar al juego en caso de ser eliminado con ventajas que nos recuerdan a las recreativas de lucha SNK: ¿quieres volver con más vidas y más movimientos estrella? ¡Sólo pídelo!
Ahora bien, si abusas de las ayudas vas a tardar un poquito más en desbloquear a los personajes extra, y éstos le dan un punto de color al conjunto.
Existe un nivel de progresión compartido en los modos Historia y Arcade en el que se puntúa y califica nuestra manera de completar cada nivel. A mayor puntuación, más cerca estaremos del siguiente desbloqueable, aunque algunos personajes como Adam Hunter (que regresa del primer Streets of Rage) se sumarán a nuestra causa sobre la marcha y, a partir de ahí, podremos usarlos en cualquier otro modo de juego.
Cada nivel de dificultad (cinco en total, con tres niveles por encima del normal) dispone de su propia progresión y calificación. Si usamos ayuda, y en función de la que elijamos, veremos cómo el cómputo de puntos queda reducido a la mitad y hasta reducido a la décima parte. Eso sí, este sistema nos asegurará llegar hasta el combate final y, muy posiblemente, salir victoriosos.
Por otro lado, una vez completes el modo historia tendrás a disposición nuevos modos, aunque no exactamente una mayor variedad de experiencias: junto con el selector de niveles tendremos el clásico modo versus (combate) donde podremos medirnos con otros personajes, una suerte de Boss Rush (combate con jefes) en el que iremos directamente al turrón de la experiencia y, por encima del resto, un modo Arcade que transmite las mismas sensaciones que los juegos de Mega Drive.
Es el modo Arcade de Streets of Rage 4 -el cual, como comentamos, ha de ser desbloqueado- aquello lo que nos tendrá regresando una y otra vez al juego. Y su propuesta no puede ser más sencilla: jugar una partida desde el principio y sin continuaciones en la dificultad que queramos.
Solos, con la ayuda de un segundo mando o compartiendo partida online. En cualquier caso, la experiencia Streets of Rage en estado puro. Esa en la que saboreamos cada pollo del suelo de manera especial, volveremos a celebrar la caída de cada jefazo por enésima vez e incluso estaremos más pendientes, si cabe, de las trampas de escenario.
El Arcade es, junto con el selector de niveles para buscar la puntuación perfecta, el lugar en el que reposa la enorme rejugabilidad de Streets of rage 4. Y sí, nuestros avances también suman para el sistema de progresos ya que con ellos desbloqueamos nuevos personajes que desearemos poner a prueba en las 12 fases principales y los modos menores.
Porque si bien, como ya comentamos, existe un acusado contraste entre los personajes, con habilidades únicas y ataques que acentúan su propio estilo de juego, el mero hecho de jugar con el Axel del Streets of Rage original le da a todo un nuevo matiz: las mecánicas de combo son las clásicas y su efectúas un ataque Blitz no recuperas salud verde.
¡Incluso puedes invocar fuego a distancia para que te limpie la pantalla si tienes estrellas a mano!
Streets of Rage 4 peca de poca variedad en lo que refiere a modos de juego y no se ha optado por ofrecer un sistema de subida de niveles que nos haga repetir constantemente fases como otros beat’em up más actuales, pero es perfectamente consciente del tipo de público al que va dirigido y no solo les ofrece una lograda continuación de la trilogía clásica, sino que sabe extender su legado y sensaciones originales. Un hito que tiene su propio mérito.
La opinión de VidaExtra
Streets of Rage 4 es tanto un homenaje a la edad dorada de los beat’em ups como una nueva entrada por derecho propio en la saga de SEGA. Ese era el plan desde el principio y cumple ambos propósitos de maravilla, regando de sensaciones clásicas una puesta al día artística que, pese a dejar abierta de par en par la puerta al estilo retro, luce de escándalo, se escucha que da gusto y, en conjunto, se mueve todavía mejor.
Una vez más, DotEmu y Luzardcube retienen todo lo que el fan busca encontrar en unas siglas bien conocidas y unas sensaciones de juego muy cimentadas. Y, con un cariño palpable, le dan acertadas pinceladas marca de la casa hasta sentirse cómodos y confiados con lo que tienen entre manos.
Si bien el multijugador es opcional, Streets of Rage 4 es un juego que te pide, incluso desde los menús de selección de personaje, ser jugado en cooperativo. Y no solo eso: te invita a probar cómo es recorrer las calles de Wood Oak City en cuadrilla, a sabiendas de que si tienes activada la opción de daño amigo se puede incrementar el volumen de caos y dolor en pantalla. Y de risas, piques y venganzas fuera de ella.
Y, sin embargo, Streets of Rage 4 no acaba de ser un juego capaz de calar igual de bien entre todos los perfiles de jugador.
No es que se trate de una obra de nicho, ni mucho menos: su propuesta de juego es universal y atemporal. Es más bien que sus 12 niveles, cuya duración va en consonancia con los de las entregas anteriores, hacen que la rejugabilidad del conjunto sea apreciada por aquellos que se pasaron tardes y noches enteras machacando el mando de tres botones de la Mega Drive o se criaron entre recreativas. Resultado, por el contrario, demasiado justo en duración para todos los demás.
Con todo, las sensaciones que transmite Streets of Rage 4 son enormemente positivas, y pese a que soy consciente de, salvo el modo Arcade, a los modos extra les falta variedad, tengo muy claro que mi labor como repartidor de justicia instantánea por Wood Oak City solo acaba de empezar.
A fin de cuentas, Streets of Rage es sinonimo de dosis generosas de justicia callejera. Perfecta para disfrutar codo a codo con mi hermano, como hace casi 30 años, y ahora también con todo aquel que se quiera unir a la causa online.
Streets of Rage 4
Plataformas | PS4, Xbox One, Switch y PC |
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Multijugador | Sí |
Desarrollador | Lizardcube / Guard Crush Games / Dotemu |
Compañía | Dotemu y SEGA |
Lanzamiento | 30 de abril de 2020 |
Precio | 24,99 euros |
Lo mejor
- La esencia de los clásicos permanece intacta
- Su apartado artístico es una delicia
- Las nuevas mecánicas de combos y la alternativa de los personajes clásicos
Lo peor
- Sus 12 fases dejan ganas de más
- Se echa en falta una mayor variedad en los modos de juego
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