Sony ante el desafío de ofrecer el mando definitivo de PS5. Análisis del DualSense Edge

Preciso y muy versátil, pero nada barato. Es imposible entender el salto generacional de PlayStation sin hablar del DualSense. El mando de PS5 es el ariete del nuevo buque insignia de Sony en los videojuegos y una extensión directa esa gran filosofía con la que busca imponerse en sobremesas: romper las actuales barreras del videojuego como medio a través de la tecnología. DualSense Edge, el mando definitivo de Sony, asienta esas ideas y supone la revalidación definitiva de los sticks simétricos para la nueva generación.

A golpe de vista, el DualSense Edge es prácticamente igual que el mando de PS5. El tamaño es el mismo. El panel táctil y los botones frontales, incluidos los que conforman la cruceta izquierda, ahora son de color negro y la pieza que rodea los sticks y el botón de PS pasa de ser negro mate a negro brillante. Como dato curioso, la manera en la que los mangos se cierran es perfectamente redonda. Ahora bien, si le damos la vuelta o curioseamos por las partes menos visibles ya empiezan a aparecer elementos nuevos. Ya llegaremos ahí.

Si apuestas por el mando definitivo de Sony, que no sea para darte un capricho

Despejando la primera de las grandes dudas que a cualquiera le vendría a la cabeza, hay que admitir que en lo que respecta a su rediseño, los cambios del DualSense Edge son muy discretos y esos 47 gramos de diferencia (pesado en báscula nos da 327 gramos) solo se notan un poquito más. El tacto del revés sí que es más suave y agradecido que el del DualSense. De hecho, la textura antideslizante dejando en mano una sensación más parecida al mando de Xbox Series X y no tan lisa como la de mando de PS5. Y eso no se ve, pero juega a su favor.

Los cambios estéticos, al menos los que están a la vista, son muy, muy sutiles. Y pese a ello, y tras ponerlo a prueba en toda una variedad de juegos a lo largo de sesiones maratonianas, ahora me cuesta horrores regresar al DualSense original. No por cómo se sienten las partidas cuando disparo, acelero o bloqueo y contraataco por la mínima, porque la tecnología háptica usada es la misma y lo mismo se aplica a los gatillos, sino por cómo he acostumbrado el DualSense Edge a mis juegos y a mis hábitos.

Siendo más específico, cómo aprovecho su nuevo repertorio de posibilidades para lograr que mi estilo sea más certero y disfrutable. Me atrevería a decir que de manera casi, casi intransferible a otro jugador.

Para la otra gran duda en torno al llamado a ser el gran mando de PlayStation tampoco vas a tener que ir mucho más lejos: el precio de venta del DualSense Edge son 239,99 euros. Un poquito menos si sabemos dónde mirar. En cualquier caso, el equivalente a unos tres mandos de PS5 y algo más. Lo mínimo, por ese precio, es esperar algo realmente excepcional. Y te digo de primera mano que lo tiene.

La experiencia DualSense Edge no se aprecia hasta que te pones a trastear directamente desde la consola con sus posibilidades, pese a que también puedes establecer topes en los gatillos de manera manual. Ajustes muy específicos, como veremos un poco más abajo, que lo convierten en el mando para todo el mundo que es el DualSense original, pero que solo te dará una verdadera ventaja al jugar a Fortnite, FIFA, Guilty Gear o Wo Long: Fallen Dynasty si sabes convertir las fracciones de segundo en partidas ganadas.

Ahora bien, si lo que esperas encontrar al enchufar el DualSense Edge es un mando que afiance más la tecnología háptica o que aporte nuevos matices a la hora de experimentar la partida a través de tus dedos o la palma de tus manos, como al probar Astro's Playroom o Sackboy: Una Aventura a lo Grande  ya te adelanto que en ese aspecto las sensaciones son las mismas.  Entre otros motivos, porque se trata de un DualSense de alto rendimiento, no de un modelo al que soplar en el micrófono para hacer girar molinillos en los juegos de plataformas.

El DualSense Edge es la respuesta de Sony a todos aquellos que necesitan una mayor precisión y un margen de respuesta mucho más estrecho que el que suele exigir el gran público. A través de ajustes específicos es posible rascar esos milisegundos que sentencian jugadas.

Adelantarte a otros jugadores online y, ya puestos, hacer que el botón de salto o el acelerador esté donde te dé la gana independientemente del juego que tengas puesto. Ese es el propósito y la razón de ser del DualSense Edge.

Porque la libre asignación de botones ya estaba disponible en PS5. Puedes intercambiar el botón "X" por el gatillo izquierdo. De hecho, puedes hacer que todos los botones sean el mismo. Ese ajuste está incomprensiblemente escondido entre las opciones de accesibilidad, las cosas como son. Pero la idea da un paso más allá con una gestión valiente y avanzada de la sensibilidad de los sticks y las crucetas.

Elementos que son la verdadera razón de ser al DualSense Edge y derivan en la creación perfiles de juego, cómo éstos mejoran la experiencia del jugador y, lo más esencial, lo sencillo que es alternar entre configuraciones asignadas hasta encontrar un estilo de juego que te permita sentirte cómodo y, a la vez, tener un mayor control y precisión de lo que haces en el juego.

¿Un capricho o el mando definitivo de PS5? Tras En VidaExtra te hemos preparado el análisis definitivo del DualSense Edge. No solo basándonos en lo que ofrece o su presentación, sino explicándote lo que no se aparece tras ponerlo a prueba durante más de una semana, con diferentes juegos y llevando al límite su batería. Algo que merece un trato aparte en este caso. La buena noticia: a falta de una mayor autonomía, Sony  se ha tomado muy en serio el proceso de carga.

Hechas las presentaciones, ¿qué encontramos al abrir la caja?

Contenidos del DualSense Edge

Como ocurre con todo mando de alto rendimiento, una vez abierto el embalaje y apartado el manual nos encontramos con el estuche y, convenientemente organizado en él el mando DualSense rodeado de todas las piezas (dos palancas, dos botones de pestaña y cuatro topes alternativos para los sticks); así como un cable USB-C que, a diferencia del incluido con la consola, es trenzado.

Además, se incluye un broche de agarre especial que únicamente funciona con el DualSense Edge, dado que los originales carecen del anclaje, aunque su diseño encaja de maravilla con el cable USB-C que acompaña al modelo básico de DualSense. No le intentes poner el del Mando Pro de Nintendo Switch.

El propósito del broche, de hecho, es básicamente evitar los indeseados tizonazos y desconexión durante la carga. Tanto si lo estamos usando para jugar como si lo decidimos cargar directamente desde el estuche.

El estuche es amplio, con una parte exterior rígida y muy a juego con la estética de todo lo que tiene que ver PS5. Se cierra a través de un sistema de doble cremallera  y la manera en la que se evitan deslizamientos indeseados pasa por una base con una especie hueco que hace de tope y, de manera muy sutil y realmente diminuta, los cuatro iconos que conforman los botones de PlayStation en relieve.

Por dentro nos encontramos con una redecilla para guardar el cable y lo que necesitemos y, justo en la parte inferior nada más abrir, todas las piezas expuestas y sujetadas en sobre una superficie gomosa con un amplio espacio en el centro destinado específicamente para almacenar un módulo de joystick reemplazable, el cual se puede comprar por separado por unos 25 euros. Después hablaremos de ellos.

Un elemento muy singular del estuche es que tiene una segunda tapa mucho más pequeña y de velcro cuyo propósito es enchufar el mando sin tener que sacarlo. De hecho, puedes conectarlo con el broche y despreocuparte de que se vaya a soltar el cable. Eso sí, cuando está cerrada esta tapa el interior queda completamente sellado y ofrece cierta resistencia al abrirse. Lo cual no está nada mal.

Ya hablaremos un poco después y con más detalle de la autonomía del DualSense Edge, pero lo cierto es que el hecho de que Sony se haya volcado tanto en ofrecer comodidades a la hora de cargarlo o garantizar que no se desprende el cable tiene una razón de ser: su batería es más reducida que la del modelo original y, por extensión, esto afecta al tiempo que podemos jugar de manera totalmente inalámbrica.

Con todo, y poniendo en común todo lo que viene en la caja, el mando DualSense Edge en sí incluye dos elementos que, pese a no ser una novedad, ahora pasan a ser desmontables: podremos retirar los sticks a través de dos módulos intercambiables.

La idea en sí se basa en levantar la pieza brillante bajo el panel táctil con una pestaña trasera escondida y, una vez retirada, poder sustituir cualquiera de los dos Sticks del DualSense Edge a través de un sistema modular. Eso sí, cada módulo está perfectamente fijado, ya que para retirar alguno hay que levantar su correspondiente palanca.

¿El propósito de esto? Queremos entender que si tratas el mando con muy poca sutileza no tendrás que comprarlo de nuevo: bastará con reemplazar el Stick en cuestión.

Dicho de otro modo: no hay diferencias en los módulos que trae el propio DualSense Edge y los que actualmente hay a la venta en caso de plantearnos hacernos con otro adicional. Salvo noticia de última hora, no a la hora de escribir este análisis no hay variantes a la venta que faciliten la accesibilidad o funciones extra.

Lo cual nos lleva a otra pregunta mucho más interesante: ¿que son esos pedales que resaltan bajo cada stick analógico? Ahí, amigo lector, es dónde el mando cambia las reglas del juego.

Especificaciones, diseño y extras: qué hace el DualSense Edge diferente al mando de PS5

Como ya comentamos, vistos desde cierta distancia, los dos modelos de DualSense son extremadamente parecidos. Las terminaciones de los mangos o los nuevos botones pestañas acaban delatando al DualSense Edge, pero ésto solo pasa en caso de que deseemos escoger uno sobre otro. Hay un tercer detalle pero es más sutil: el led que indica si somos el jugador uno o el dos está más definido. Pero a efectos prácticos, las diferencias son mínimas.

Y, pese a ello, si me tapas los ojos te podría decir cual es el que sostengo en la mano. No necesito ni siquiera buscar con los dedos los nuevos añadidos colocados en el anverso o la base. El peso es similar, pero solo se perciben los 47 gramos de diferencia si sostienes ambos a la vez. No te voy a negar que el acabado deslizante del DualSense Edge ayude una barbaridad a resolver la duda.

El motivo por el que los distingo es simple: por lo general tengo los sticks de diferentes alturas y he recortado al máximo la trayectoria del gatillo derecho. Además, salvo que esté en su estuche, suelo dejar puestos los dos botones de pestaña en el reverso. También se pueden colocar palancas, que conste. En todo caso, mis armas secretas para exprimir al máximo la capacidad de alternar perfiles de juego sin frenar la partida.

A partir de este punto toca poner en común aquello que, a nivel de diseño, se suma a lo que ya ofrecía el mando DualSense de 2022. Porque restar, ya te adelantamos que resta batería: pasamos de 1560 mAh a 1050 mAh, con lo que su carga te va a durar aproximadamente (y según qué juego) un tercio menos. ¿Una faena? Sí. Pero te acabas acostumbrando. Es lo que hay.

Y, si bien, la gran diferencia del mando DualSense Edge va más allá de aquello que reposa en nuestras manos cuando está apagado, el mejor modo de poner en común las diferencias entre ambos modelos, además de echarle un ojo a la etiqueta del precio, es una tabla con todos los detalles.

A partir de aquí la gran pregunta: ¿Hasta qué punto el DualSense Edge mejorará mi racha de victorias? La solución pasa por la implementación de la tecnología que ofrece el DualSense Edge a través de una actualización específica de PS5 que nos permite ajustar la sensibilidad de los sticks o los gatillos, intercambiar los botones y dar el salto de un perfil a otro de juego (o jugador) de manera casi instantánea.

Eso sí, en caso de que simplemente queramos reducir el recorrido de los gatillos, tanto de manera individual como a la vez, para no tener que presionarlos del todo al atacar, disparar o acelerar, podemos establecer hasta tres topes -o límites- de manera manual y sin tener que cambiar de perfil. Algo muy práctico, a la hora de experimentar al vuelo con diferentes configuraciones sin tener que dar demasiados pasos previos.

Con todo, y como veremos justo después de repasar las especificaciones, lo verdaderamente diferente entre un mando y otro se manifiesta al conectar el mando a la consola.

A lo anterior hay que sumar que, además de ofrecer un sistema de sticks modulares intercambiables, es posible alternar sus propios topes (0 almohadillas) extrayendo los que se ofrecen por defecto que, en esencia, son los mismos del DualSense.

La extracción de los topes es a través de un sistema muy tradicional en la que hay que hacer un poquito de fuerza y posteriormente sabes que está bien encajado al escuchar un muy distinguible click. No se usan imanes como en otros mandos competitivos, sino un sistema más sencillo que, básicamente, consiste en acoplar la almohadilla realizando una leve presión.

Las alternativas de sticks incluidas junto al propio mando, por otro lado, se distinguen tanto por su forma de bóveda algo parecida a la de los primeros modelos de DualShock, aunque lo verdaderamente esencial es que debajo de la zona de las almohadillas nos encontramos con dos diferentes alturas de cara a ofrecer al jugador la máxima comodidad o diferentes combinaciones de alturas para ambas palancas analógicas.

La precisión, eso sí, se obtiene a través de la configuración desde la propia PlayStation 5. Siendo precisamente ahí dónde realmente se comienza a amortizar el precio del DualSense Edge.

Cómo se integra el DualSense Edge en la experiencia de juego en PS5

Vamos a entrar en el punto principal de nuestro análisis sin rodeos: el mando DualSense Edge solo ofrece en PS5 su máximo potencial como mando de alto rendimiento. No lo puedes usar en PS4 y, pese a que te puedes beneficiar de la vibración háptica y los gatillos adaptativos en PC en los juegos publicados por la propia Sony, como Returnal, Spider-Man: Miles Morales o el juego de Sackboy, solo estarás sacándole la cuarta parte -o menos- de sus posibilidades. Ahora toca hablar de ésas posibilidades.

Lo primero que tienes que saber es que Sony ha actualizado la propia PS5 para recibir el DualSense Edge. Y no solo eso, lo detecta una vez lo conectes a la consola, y te lleva de la mano en un pequeño tramo guiado en el que te enseña a hacer tu primer perfil de jugador, toquetear las opciones o simplemente ofrecerte a golpe de vista algunas de sus posibilidades por si las quieres retomar en el futuro.

Dicho lo cual, no te preocupes, que el proceso no tiene misterios: a través de una nueva pestaña creada dentro de los ajustes de PS5 lo tendremos todo siempre a mano y a la vista. Y siempre podremos alternar, ajustar o crear un nuevo perfil al vuelo, incluso con el juego en marcha, aunque en este último caso nos sacará de la partida. Lógicamente.

Si nos saltamos el tutorial o nos pasamos de largo, lo único que tendremos a nuestra disposición, al pulsar cualquiera de los dos pedales que hay bajo los sticks, será un menú adicional que aparece en pantalla ofreciendo por defecto tres tipos de acciones:

• Alternar entre los perfiles que hayamos asignados. Podemos hacer los que queramos, pero siempre habrá cuatro, a razón de uno por cada botón de PlayStation.
• Personalizar un perfil (o crear uno nuevo) lo cual nos lleva directamente a la pestaña del DualSense Edge.
• Acomodar el sonido usando la cruceta, tanto en lo que se refiere al volumen de los auriculares como el balance del juego y el chat. Esto último es bastante útil a la hora de saltar de manera improvisada a juegos con elementos cooperativos.

¿Qué significa eso de poder personalizar perfiles? Bueno, en el DualSense ya se podía hacer lo mismo desde la accesibili: puedes cambiar la acción de cualquier botón del mando (con la excepción del panel táctil, el botón PlayStation y el botón crear)  para que funcione en otro distinto. Aquí lo único que ganamos con respecto al mando original de PS5 es el acceso y la asignación de los dos botones traseros.

Pero solo ahondando un poquito más nos topamos con el verdadero avance: de partida podemos configurar la sensibilidad de los sticks a la vez o de manera independiente de manera muy precisa. Tenemos más de media docena de ajustes preestablecidos, pero podemos crear los propios e incluso ajustar la zona muerta.

¿Para qué sirve esto? Para ganar precisión o velocidad tanto al apuntar como al usar la cámara. Para recortar los tiempos de las secuencias en los juegos de lucha y para que aquellos que prefieren conducir con mando en lugar de con un volante se encuentren verdaderamente satisfechos con la experiencia, independientemente de lo optimizada que esté la jugabilidad.

Eso sí, se trata de calibrar la sensibilidad. No esperes milagros.

La otra opción, igual de interesante, es ajustar la zona muerta del gatillo, de modo que además de los topes que marcas de manera manual en el reverso del mando, puedes ajustar de manera individual o conjunta lo que se tarda en acceder a una acción una vez aprietas el gatillo. Y esto tiene tantas aplicaciones como la posibilidad de ajustar la sensibilidad del stick.

Lo que ya funcionaba con la tecnología adaptativa de los gatillos del DualSense ahora se vuelve más eficaz a través de poder expandir o limitar las zonas muertas, de modo que ganarás milisegundos al golpear, empezarás a correr a máxima velocidad mucho antes o podrás tomarte tu tiempo al apuntar con sumo cuidado con la mirilla del francotirador con el gatillo izquierdo y disparar sin tener que apretar del todo el gatillo derecho.

¿Esto en qué se traduce en la experiencia de juego? Bueno, lo mejor es que no solo se trata de ir juego por juego, sino encontrar la combinación que mejor funciona con nosotros.

• En nuestro caso particular, usé el DualSense Edge para analizar Wo Long: Fallen Dynasty, logrando unos bloqueos absolutamente perfectos y, ya puestos, reorganizado un par de botones para realizar las magias y las acciones de manera más cómoda y eficaz. Eso sí, juegos como Octopath Traveler II no le sacan ningún partido especial.

• En Street Fighter V, Guilty Gear Strive y Dragon Ball FighterZ lo ajusté para tener la máxima precisión y apurar la respuesta de los sticks y los gatillos, de modo que ganaba unos valiosísimos instantes de manera natural. Al principio cuesta acostumbrarse a esta ventaja. Luego no puedes vivir sin ella.

• En The Last of Us Parte I, Fortnite y otros shooters en tercera persona plantee dos perfiles, de modo que cree un perfil para la exploración y el crafteo, mientras que en los tramos de acción le daba diferentes usos tanto a los sticks como a los gatillos. Así, las infiltraciones o la detección son más sencillas y, ya puestos, mi racha de tiros a la cabeza ha ido a mejor.

De modo que, y esto es lo verdaderamente especial: puedes pasar con un sencillo gesto de un perfil dedicado a los tiroteos a otro específicamente creado para la conducción en GTA V en el que conduces usando la palanca trasera sin que el cambio sea aparatoso y ajustando al instante todas las sensibilidades de joystick y cruceta. Y si recibes una invitación de FIFA, cambias y listo. Un acierto dado lo muy tedioso que resulta que se te canse el jugador con los gatillos adaptativos.

Lo cual nos lleva al otro gran acierto del mando: creación y la gestión entre diferentes perfiles. Como ya comentamos, para alternar entre un perfil y otro basta con usar el pedal bajo el Stick y elegir con cualquiera de los cuatro botones (Cuadrado, triángulo, aspa o círculo) el que deseas usar. Pero en la práctica puedes tener los que necesites.

Desde la pestaña dedicada del DualSense Edge hay un apartado con los cuatro perfiles asignados y todos los que no están asignados que puedes acomodar a tu gusto. Puedes tener, por ejemplo, cuatro por cada juego, lo cual es interesante tanto si éstos ofrecen diferentes experiencias como si simplemente deseas pasar el mando a otro jugador que no lo quiere todo tal y como estaba.

Elementos, cambios y funcionalidades que desembocan hacia la misma dirección: si calibramos los valores y todas las opciones que nos ofrece la pestaña del DualSense Edge en PS5 lograremos mejores resultados, precisión y una experiencia de juego mucho más satisfactoria. De manera más específica: tendremos ventaja en aquellos juegos competitivos en los que nos midamos contra jugadores de mando.

Pero si no le sacamos partido al sistema de perfiles, solo tendremos un mando más agradable al tacto, con botones extras y cuya carga dura todavía menos que la del propio mando háptico de Sony. En nuestras manos está aprovechar las posibilidades y ventajas que ofrece el DualSense Edge. En el sentido más literal, de hecho.

La opinión de VidaExtra

Toca responder a la pregunta original de nuestro análisis: ¿es el DualSense Edge un capricho o el mando definitivo de PS5? La respuesta rápida es que las dos cosas a la vez, aunque con concesiones y matices: hay conceptos y logros que deberán regresar de cara a los futuros mandos de PlayStation, mientras que aspectos muy específicos pedían haberse planteado bastante mejor. Al menos, teniendo en cuenta la diferencia de precio frente al mando original de las PlayStation de nueva generación.

Elementos muy específicos como la reducción de la duración de la batería casi un tercio sobre el DualSense de 2020, lo cual queremos entender que se debe al rediseño modular de los Sticks. Pero, claro, también nos topamos con el hecho de que no hay diferentes módulos, con lo que la única razón de ser de éstos -que sepamos- es servir de recambio. Al menos, y en este aspecto, si tenemos problemas reemplazar los sticks nos cuesta 25 euros y la mano de obra la ponemos nosotros.

No te negaré, y esto ya es una apreciación personal, que hubiese preferido que el sistema modular ofrecido abriese la puerta a unos sticks asimétricos en PlayStation o al la incorporación de una cruceta más tradicional que los cuatro botones en disposición de cruz. Cuestión de gustos y de ampliar posibilidades. Pero, tal y como se ha diseñado el DualSense Edge, los botones frontales son lo único que no se puede mover o ajustar. El resto de elementos sí ofrecen más margen.

El DualSense Edge no es ni una revolución frente a lo ya visto en PS5 ni tampoco un evolución del modelo de mando 2020: la vibración, el gatillo adaptativo o el panel táctil funcionan exactamente igual. Que se abra la posibilidad a dos botones traseros adicionales no justifica su precio. Y que solo podamos beneficiarnos de los nuevos niveles de precisión en gatillos y sticks en consolas (y no en PCs) es algo que merece replantearse de cara un futuro no muy lejano.

Sin embargo, la verdadera baza de Sony no pasa por afianzar las novedades, sino del cómo y de qué manera podemos diseñar una jugabilidad a nuestro total antojo. De alternar entre distintos estilos de juego al vuelo y experimentar tanto en las experiencias casuales como exprimir al máximo los juegos competitivos.

Resultados que hacen que aquellos que necesitan un extra de precisión y alguna que otra centésima de segundo ocasional comiencen encadenar rachas de victorias. A imponerse a otros jugadores. Porque, el desafío de ofrecer el mando definitivo de PS5 jamás consintió en añadir botones, sino en darle más y mejores recursos al jugador partiendo de lo que ya funciona. Objetivos que dichos al viento parecen más o menos abstractos, y que el DualSense Edge cumple.

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