Recuerdo con cierto cariño la salida de Ninja Gaiden II en Xbox 360 por haber sido uno de los primeros eventos a los que pude ir gracias a VidaExtra, donde conocí al mismísimo Tomonobu Itagaki en persona.
También porque era la secuela de uno de mis favoritos de la primera Xbox, lo que supuso a la postre, además, un excelente salto a las 3D de aquellos clásicos por excelencia de Tecmo para la NES. Una trilogía de dificultad legendaria y calidad casi a la par. No era fácil, en definitiva, aquel salto realizado por Xbox en 2004, pero se solventó de forma sobresaliente.
Ninja Gaiden II, por contra, estuvo un peldaño por debajo pese a ser un producto notable que conservó los pilares de aquella reinterpretación del citado Itagaki respecto a la trilogía de Hideo Yoshizawa y Masato Kato.
Y como es lógico, no quería perder la oportunidad de rejugarlo para ver qué tal se desenvuelve ahora en Xbox One gracias a su retrocompatibilidad y especialmente con las mejoras introducidas en la consola Xbox One X.
Un retrocompatible que estaba cantado
Habiéndose incorporado aquel Ninja Gaiden Black de la primera Xbox a la retrocompatibilidad con Xbox One hace un par de años, era cuestión de tiempo hasta que el Ninja Gaiden II de Xbox 360 hiciese lo propio. Y ahora que éste ya está también, tan solo falta Ninja Gaiden 3: Razor's Edge.
El debut del segundo capítulo en Xbox 360 gozó de un ritmo de lo más frenético, con unos 60 fps que experimentaban algún ligero bajón, pero dando mejor el callo que en la posterior edición Sigma de PS3, donde se redujo el número de enemigos en pantalla, amén de otros aspectos.
Ninja Gaiden II fue, en definitiva, un gran exponente del potencial de la consola de Microsoft, de ahí que no sorprenda tanto volver a él, pese a haber salido en 2008, por lo fluido que sigue siendo con tanto desmembramiento en pantalla. Y ahora con una tasa de 60 fps completamente estable a 4K.
Esto ha provocado, eso sí, que haya tenido que volver a ajustar el giro de cámara, porque tanto en el original de la primera Xbox como en su secuela (Razor's Edge aún no lo he catado) el movimiento llega a ser de lo más caótico por culpa de su endiablada velocidad. Y cuando se juntan tantos enemigos y no paramos de dar vueltas en interiores, puede marear, incluso.
Ninja Gaiden II pasa con nota en Xbox One X
No es que la potencia de Xbox One X logre que ahora Ninja Gaiden II sea todo un imprescindible en el catálogo de esta consola, pero sí deja patente que sigue siendo un producto de lo más actual pese a haber salido hace más de diez años. Y todo por el buen hacer de Team Ninja en aquella época.
Hay defectos que no se han corregido, lógicamente, al ser esto tan solo un cambio de chapa y pintura gracias a la retrocompatibilidad, como lo mucho que me siguen chirriando los muros invisibles (los hay a patadas), lo que le resta sensación de libertad al ser más bien un entorno de lo más cerrado, pero pocos juegos le pueden toser a nivel jugable salvo el reciente Sekiro: Shadows Die Twice de From Software o el propio Nioh de Team Ninja.
Son más de 30 años con Ryu Hayabusa al frente y en esta secuela en 3D de la reinterpretación de su historia se mostró más visceral que nunca al poder desmembrar a placer a los enemigos, dejando sus brazos, piernas y torsos por el suelo (conservándose en pantalla, además) con chorros de sangre tan típicos de las producciones niponas. Todo a un ritmo frenético de combos con una variedad de movimientos digna de elogio y difícil de dominar.
A destacar, además, el alto número de enemigos que podemos ver en pantalla y las distintas técnicas que podemos desbloquear con Hayabusa. La pena es que la belleza de sus escenarios no sea tan evocadora como en otras entregas o respecto a otros representantes del género, como Onimusha.
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