Metal Gear Solid: el mayor hito de la experiencia de acción y  espionaje definitiva es cómo su excelencia traspasa la pantalla

Metal Gear Solid: el mayor hito de la experiencia de acción y espionaje definitiva es cómo su excelencia traspasa la pantalla

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metal gear Solid

En un 1998 histórico para la industria de los videojuegos, Metal Gear Solid supuso una revolución: el título de espionaje táctico de Konami sentó cátedra a la hora de expandir las experiencias y sensaciones que podían ofrecerse a través de la televisión y los propios mandos. Y, en el proceso, superó en calidad -y con holgura- la mayoría de exitos palomiteros Made in Hollywood a los que tan descaradamente homenajeaba Hideo Kojima.

Con la grandeza y la ambición de los grandes blockbusters de verano, el nivel de detalle esa trama sesuda (y reflexiva) propia del cine de autor y la libertad creativa (y los clichés) de las películas de acción de hace tres o cuatro décadas.

El Hideo Kojima más inspirado supo canalizar toda su pasión cinéfila hacia las posibilidades técnicas, visuales y artísticas que era capaz de ofrecer la PlayStation original. La Konami más prolífica, por su parte, tiró la casa por la ventana de cara al proyecto más ambicioso que se había producido en sus estudios. El resultado: uno de los títulos más influyentes y adelantados a su tiempo de la historia de los videojuegos. Un videojuego de culto.

El mismo año en el que The Legend of Zelda: Ocarina of Time, Half-Life y Commandos: Beyond the Enemy Line compartieron estanterías y popularidad, Solid Snake se erigió por méritos propios como un nuevo icono de la propia industria. Ahora bien, su incursión en Shadow Moses era su tercera gran misión en consolas y sistemas domésticos.

Metal Gear Solid es uno de los títulos más influyentes y adelantados a su tiempo

Siendo justos, ningún Metal Gear previo había canalizado tan bien la visión original de Kojima: alejarse del clásico esquema de los juegos de acción, basados en disparar sin miramientos e intentar no recibir daños, y añadir capas de profundidad a través de la sensación de infiltración. Y si bien esa idea no funcionaba mal en los sprites y los escenarios 2D de Metal Gear y Metal Gear 2, lo logrado con Metal Gear Solid nos dejó con la mandíbula desencajada.

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Metal Gear Solid era (y es) soberbio en todos y cada uno de sus aspectos. Y si bien en lo visual es hijo de su tiempo, la experiencia de juego y su trama argumental lo posicionan justamente como uno de los mejores juegos de la década y una de las experiencias entretenimiento más influyentes de la historia.

¿El mejor juego de PlayStation? Bueno, como veremos un poco más abajo, llegó a la consola de Sony de rebote, pero Konami y Kojima supieron aprovechar al máximo los 32 bits, el lector de discos, el mando de la consola y hasta las míticas Memory Cards.

Una trama Made in Hideo Kojima

Metal Gear 2

Ha pasado una década desde el incidente de Outer Heaven y el destino mundo vuelve a estar en manos de Snake. A finales de febrero de 2005, la unidad de fuerzas especiales FOXHOUND posee el control de Shadow Moses, el nombre en clave de una instalación de almacenamiento de armas nucleares ubicada en Alaska. En ese contexto, su líder lanza un ultimátum al Gobierno de los Estados Unidos exigiendo los restos del legendario soldado conocido como Big Boss.

La respuesta de los EE. UU. es la incursión de un único soldado: Solid Snake. El héroe regresa de su retiro tras su delicada actuación en Zanzíbar Land y, pese a que han pasado seis años desde su última misión, cuenta con el apoyo remoto de todo un equipo de élite que le asistirá en su misión más delicada hasta la fecha. Su objetivo: un doble rescate que evitará el desastre nuclear.

Solid Snake1

Por delante, Solid Snake se enfrentará a todo un ejército mejorado genéticamente, dedicado íntegramente a proteger una verdadera fortaleza casi inexpugnable. Y también deberá lidiar con un peligroso Cyborg Ninja que dispone de un sistema de camuflaje óptico que lo hace invisible, una serie de enfrentamientos magistralmente diseñados contra los líderes de la renegada FOXHOUND y, por encima de todo lo anterior, el Metal Gear Rex, un colosal tanque bípedo armado con tecnología nuclear.

Por suerte para todos, Snake es un verdadero prodigio en el arte de la guerra: sus habilidades para la infiltración, la supervivencia extrema, el combate armado y cuerpo a cuerpo y su experiencia militar los convierten en un ejército de un solo hombre. Y, a priori, que haya sido inyectado con nanomáquinas le protegerá del frío polar. ¿Suficiente como para desarticular los planes de FOXHOUND y su misterioso líder?

Argumentalmente, y en lo visual, Metal Gear Solid es un crisol de referencias cinematográficas adaptadas a las posibilidades de PlayStation. Podemos ver guiños a montones de películas que han obsesionado a Hideo Kojima, director y guionista del juego, que van desde Rambo a la Jungla de Cristal (Die Hard) pasando por 1997: Rescate en Nueva York. Incluso de Los Gemelos golpean dos veces.

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En cierto modo Snake es el hijo no legítimo de Stallone, Bruce Willis, Schwarzenegger y, en general, el heredero legítimo todos los héroes de acción de los 80s y los 90s. Siendo justos, ya lo era mucho antes de Metal Gear Solid.

Snake es el heredero por derecho propio de todos los héroes de acción de los 80s y los 90s

Ahora bien, esa capa de influencias cinematográficas sirven como vehículo conductor de una serie de temáticas mucho más ricas e interesantes: dilemas en torno a la propia naturaleza y la genética humana, reflexiones sobre la guerra y sus efectos colaterales. Porque, pese a sus clichés, uno de los máximos hitos de Metal Gear Solid es cómo se ha logrado insuflar humanidad a nuestros enemigos. Los mismos que, posiblemente, nos hagan perder decenas de partidas.

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De escoger un tema principal en torno a Metal Gear Solid, es necesario decantarse por el conflicto de los propio genes: el modo que en el que cada persona está atada a su propio destino a través de su ADN, y de cómo la vida de los humanos parece haberse reducido a pasar su genética (y ese destino) a la siguiente generación. Intentando dar respuesta a si es posible romper ese ciclo a lo largo de los compases finales del juego.

Dicho lo cual, estas reflexiones tan propias de Kojima están magistralmente envueltas en una experiencia de acción y espionaje rompedora.

Sacándole el 100% del potencial a la PlayStation (y el DualShock)

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Como en los juegos anteriores, Metal Gear Solid no renuncia a la experiencia de acción en la que tendremos acceso a toda clase de armas y combates cuerpo a cuerpo. Sin embargo, el salto a las tres dimensiones de la saga supuso una verdadera revolución: Shadow Moses es mucho más que una fortaleza protegida: cada escenario, cada tramo y cada módulo de aquellas instalaciones era un verdadero desafío que permitirá lucir las prodigiosas habilidades de Snake.

Porque en Metal Gear Solid la idea no es entrar disparando a todo lo que se moviera: debemos ocultarnos, procurar distracciones, esquivar las videocámaras, aprovechar los conductos de ventilación y, llegado el momento, eliminar al esbirro de poca monta que bloquea una puerta o vigila un pasillo. Y, para el jugador, el modo en el que Snake lograba todo lo anterior suponía toda una experiencia a los mandos.

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Una de las claves del juego fue el sistema de radar, de modo que siempre teníamos a la vista un mini mapa de la zona y se mostraba el ángulo de visión de todos los que estaban en ella. ¿Qué ocurría si éramos descubiertos? El mapa se anula, saltan las alarmas y el escenario se llena de enemigos que, en caso de sobrevivir, nos dejarán realmente desprovistos de salud y recursos. La otra opción, la más recomendable, es desaparecer hasta que la situación se estabilice.

Muy pocos juegos ofrecían escenarios tan ricos en posibilidades y secretos y a la vez tan desafiantes. La clave, cómo no, está en los detalles. En cómo cada escritorio, cada camión o cada armario estaba dispuesto para que le diésemos el uso más conveniente en el momento apropiado. No como si fuese un puzle con una solución fijada, sino de manera creativa; ya bien sea para ocultarnos o para deshacernos de los cuerpos. Favoreciendo siempre la curiosidad y el riesgo.

Elevando con gran acierto la exigencia y maestría de las habilidades de Snake que requería cada nueva zona.

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El modo en el que Metal Gear Solid nos habituaba a usar las técnicas de infiltración sentó cátedra y precedió el fenómeno de los juegos de sigilo que llegaron después. Aspectos que siguen muy presentes en las entregas de Assassin 's Creed, Hitman e incluso Untitled Goose Game.

Mención muy especial a los jefazos finales: espectaculares y ricos en personalidad, cada uno de los grandes enemigos era una verdadera prueba de habilidad para el jugador en la que Kojima, además, aprovechaba para lucirse con unas cinemáticas transgresoras para la época. Difuminando completamente la línea que separaba el cine de los videojuegos y, a la vez, logrando implicar al jugador desde nuevas perspectivas.

Kojima difuminó completamente la línea que separaba el cine de los videojuegos

La tecnología de la que disponíamos tampoco se quedaba atrás: además de las tradicionales armas de fuego, Snake cuenta con recursos valiosísimos y variados como gafas térmicas, misiles teledirigidos y hasta una cámara capaz de capturar entes extraños. Sin embargo, también podremos usar objetos tan curiosos como cajas de cartón, kétchup, o unos cigarrillos cuyo humo revela los láseres dispuestos en el suelo.

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Kojima no solo redondeó Metal Gear Solid con ingeniosas técnicas de infiltración, sino que lo colmó de huevos de pascua y referencia e incluso se atrevió a sacar partido de nuestras partidas guardadas en la tarjeta de memoria para introducir líneas de diálogo extra en el juego a través de sus personajes.

Sin embargo, su mayor hito fue cómo logró transmitir las emociones de cada partida momento más allá del televisor. A veces, con escenas escritas con enorme talento e inspiración y otras ofreciendo la posibilidad de recibir masajes en los brazos al usar el sistema de vibración del DualShock.

Muy pocos juegos consiguieron exprimir tanto la PlayStation original a nivel visual y jugable, ofreciendo soberbias cinemáticas creadas con el propio motor del juego y, a la vez, atreviéndose a crear maneras de jugar completamente nuevas. Y, sobre todo, coronándo el conjunto con una trama y unos personajes que no solo eran de diez, sino que además fueron bendecidos con uno de los mejores trabajos de voz en castellano de la historia de los videojuegos.

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Alfonso Vallés solo pudo prestar su voz a Snake en una entrega, pero siempre será nuestro Solid Snake. Metal Gear Solid llegó mucho más tarde al mercado europeo debido a la localización de los diálogos, pero cada día que llegó con retraso mereció la pena: el trabajo de voces fue impecable, dando más textura y humanidad a una de las obras maestras del videojuego. Especialmente, en los momentos más icónicos.

Siete momentazos de Metal Gear Solid

Si bien hay momentos inolvidables en la historia de los videojuegos, Metal Gear Solid logró dar a los jugadores escenas absolutamente icónicas. Aquí tienes algunas de ellas.

La entrada de Snake a Shadow Moses

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Kojima diseñó la escena inaugural del juego como si fuese una de las películas que tanto le apasionan. Con escenas cinemáticas para ponernos en contexto, sus títulos de crédito (con los nombres de los actores de voz) una especie de tutorial magistralmente ejecutado y, finalmente, la presentación definitiva de Solid Snake, nuestro protagonista, frente a las siglas de Metal Gear Solid.

Fíjate en el estuche del juego

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El Códec, el sistema de comunicación de Snake con su equipo remoto, es una herramienta esencial en el juego. No solo de cara a obtener un extra de información, referencias sobre nuestro siguiente objetivo sino también para afianzar la propia narrativa.

Ahora bien, no todos personajes del juego se pondrán en contacto con nosotros: Snake deberá sintonizar el Códec con una frecuencia que no se haya escrito en el juego, sino ¡en el estuche de los CDs! En determinado momento de la historia deberemos buscar una frecuencia usando como referencia una de las imágenes de la contraportada de la caja.

El combate contra el Cyborg Ninja

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Si bien la entrada en escena del Cyborg Ninja es sensacional, el inevitable enfrentamiento entre éste y Snake es sencillamente mítico: en una oficina completamente destruible (y con un enorme póster de Policenauts) deberemos intentar sobrevivir a un enemigo invisible.

El encuentro con Psycho Mantis

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Posiblemente, el momento más recordado de Metal Gear Solid: si bien nos habíamos acostumbrado a luchar contra los enemigos a base de aprendernos sus rutinas, la capacidad de Psycho Mantis le permitía adelantarse a cualquiera de nuestros movimientos, haciéndolo prácticamente invencible. ¿La solución? Algo tan loco como conectar el mando al puerto del segundo jugador.

Sin embargo, Kojima supo lucirse con la entrada en escena del villano: antes de batirse en combate, Psycho Mantis analizaba a Snake a través de nuestra partida, juzgando la frecuencia con la que salvamos nuestros progresos, nuestra manera de jugar e incluso opinando sobre los juegos que guardamos en nuestra Memory Card. Algo que tiene sentido, ya que su mayor habilidad es leer las memorias.

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Y ahí no acaba la cosa: llegado cierto punto nos invita a dejar el propio mando en el suelo, aprovechando para hacer lucir sus habilidades telepáticas ante el jugador moviéndolo a través de su sistema de vibración. Una auténtica genialidad.

Las pantallas de Game Over

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Al ser derribados veremos cómo la pantalla se oscurece y aparecen las letras de Game Over con la tipografía de Metal Gear Solid. Más allá de que podría considerarse un meme en sí, sobre todo debido a la enorme preocupación de nuestro equipo, a través de estas pantallas el juego nos dará valiosísimas pistas para que no nos quedemos atascados.

La Tortura

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Otro de los momentos clave del juego llega cuando, de manera inevitable, Snake es atrapado y sometido a una tortura, la cual sufriremos como jugadores a través de un desafío de presionar botones en el mando. Es más, en Metal Gear Solid se nos da la opción de rendirnos o sencillamente desistir.

Como detalle extra, entre sesión y sesión de calambres a maldad Mei Ling, una de nuestras aliadas, nos otorgará un curioso masaje invitándonos a pasarnos el DualShock por el brazo que usamos par resistir la tortura.

El duelo de francotiradores

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La paciencia y la destreza son algo esencial en Metal Gear Solid, y la clave para poder vencer a la legendaria Sniper Wolf. Kojima trasladó a la PlayStation la experiencia de duelos francotiradores como ningún juego había logrado antes. Es más, incluso dió a Snake la posibilidad de usar Diazepam para controlar el pulso. Algo que supuso más de un quebradero de cabeza para las distribuidoras en las regiones PAL.

Les Enfants Terribles

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El clímax de Metal Gear Solid está a la altura de todo lo anterior: desde el inevitable enfrentamiento con el Metal Gear Rex hasta las revelaciones del líder de FOXHOUND, convirtiendo los compases finales de la trama en una verdadera espiral de sorpresas y revelaciones que deriva en una escapada a la desesperada antológica.

Un final que te invita a rejugarlo todo una vez más (cómo mínimo)

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A día de hoy nos hemos acostumbrado a las escenas de post-créditos de la Marvel. No es que las crearan ellos (ya había muchas películas en introducirlas) Y la obra de Kojima no fue la excepción: la revelación final es mucho más que un sutil adelanto de que acabará siendo la secuela de Metal Gear Solid, es también uno de los mejores cliffhanger de los videojuegos.

Además de invitarnos a jugar de nuevo para darle un nuevo valor a todos los acontecimientos tras las revelaciones finales y las de post-crédito, recibiremos un nuevo artículo en el inventario que pedía a gritos volver a empezar: una bandana de munición infinita o camuflaje óptico, según el final. Aquello era una proposición irrechazable.

Relanzamientos y remakes

Si bien la llegada de Metal Gear Solid a las estanterías niponas y de Estados unidos tuvo lugar a lo largo de 1998, los Europeos no podemos quejarnos demasiado: además del sobresaliente trabajo de localización de textos y voces, recibimos varios extras en forma de nuevos niveles de dificultad (incluyendo una experiencia sin radar), varios ajustes de juego y hasta un traje de James Bond para Snake.

En Japón aprovecharon estos extras para relanzar el juego en 1999 junto con un tercer disco de misiones VR,  con más de 300 desafíos de simulación de creciente dificultad que pondrían a prueba nuestro dominio de las habilidades de infiltración y combate de Snake.

Aquella reedición se llamó Metal Gear Solid: Integral, pero los jugadores occidentales no se quedaron sin los extras: Konami editó el tercer disco fuera del país del sol naciente como Metal Gear Solid: Special Missions (Metal Gear Solid: VR Missions en Estados Unidos), impulsando todavía más las ventas de un juego que, de manera justificada, no paró de recibir alabanzas por parte de crítica y jugadores.

Con seis millones de copias vendidas a nivel global, Snake se había convertido en un icono del videojuego

Un año después, Konmi llevó a Solid Snake a PC a través de una conversión desarrollada por Digital Dialect y distribuida por la propia Microsoft. Desafortunadamente, el juego no supuso un paso al frente en lo técnico y muchas de las funcionalidades de PlayStation, como los detalles del enfrentamiento contra Psycho Mantis, fueron omitidos.

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El plan original de Hideo Kojima era desarrollar el proyecto conocido como Metal Gear 3 para la consola 3DO. No obstante, el cada vez más notable fracaso del sistema derivó en llevar el proyecto a la emergente PlayStation y, de paso, aprovechar todas las funcionalidades del DualShock y su hardware.

De hecho, basta con comparar el aspecto y jugabilidad de la versión mostrada en el E3 de 1996 (la cual puedes ver justo abajo) con la versión final para alucinar con la evolución del proyecto.

El juego fue renombrado a Metal Gear Solid siendo consciente de que muchos jugadores no conocían las dos primeras entregas. Tras su lanzamiento, y con seis millones de copias vendidas a nivel global, Snake se había convertido en un icono del videojuego.

Lo suficiente como para que su entrada en Super Smash Bros., el mayor crossover de la historia de los videojuegos, fue celebrado por todo lo alto.

Tanta, como para que Metal Gear Solid liderara el catálogo de PlayStation Classic junto con Chris y Jill de Resident Evil, y Cloud de Final Fantasy VII.

Metal Gear Solid: uno de los grandes hitos de la historia de los videojuegos

Apenas seis años después de su lanzamiento, Konami y Kojima dieron una de las mayores alegrías a los fans de Nintendo: Metal Gear Solid no solo se jugará en GameCube, sino que llegará a través de un remake de ensueño: The Twin Snakes.

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Con Silicon Knights liderando el proyecto y la supervisión directa de Hideo Kojima, heredaba los espectaculares gráficos de Metal Gear Solid 2 y varias de sus novedades jugables e incluso introducía nuevos diálogos y escenas cinemáticas elaboradas expresamente para la consola de Nintendo, incluyendo brillantes guiños a los personajes de Shigeru Miyamoto.

En muchos aspectos, The Twin Snakes era la versión definitiva de un clásico de culto y el punto de inicio perfecto para el prometedor legado que se abría ante la saga.

Y si bien es imposible entender la misión de Snake en Alaska sin la influencia de todas las películas y series que han obsesionado a Hideo Kojima durante décadas, también es complicado entender el estado actual del videojuego moderno sin Metal Gear Solid. Su legado está presente en la ambición cinemática y jugable de hitos como los referidos Assassin’s Creed, pero también en juegos tan diferentes como Uncharted, The Last of Us o The Witcher III. Cada uno a su modo.

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Kojima y Konami dieron continuidad a la leyenda de Solid Snake con un formidable Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty, e incluso introdujeron nuevos matices y contexto al juego de PlayStation (y también PC y GameCube) a través de soberbias precuelas. Conservando siempre el espíritu innovador, la capacidad de sorprender al jugador y la esencia de las películas de acción que tanto gustan al creativo nipón.

A día de hoy, el futuro de Snake está en el aire. Tras la salida de Kojima de Konami pudimos ver muchos proyectos derivados de la marca y un spin-off que no podía soportar el peso de las siglas Metal Gear. De hecho, en muchos aspectos el final de Metal Gear Solid V se quedó bastante lejos de igualar las sobresalientes sensaciones del clásico de 1998. ¿Problemas internos o de carácter creativo? Lo cierto es que solo se puede especular al respecto.

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Con todo, el legado de Solid Snake y Metal Gear Solid sigue muy vivo. En todos esos juegos que han tomado algo prestado de aquella obra maestra hasta interiorizarlo, como en esa nueva generación de jugadores que hoy pueden descubrir su grandeza atemporal en PC, PlayStation Classic y cualquier nuevo sistema capaz de desplegar el atronador poder nuclear del Metal Gear Rex.

Porque, si bien su acabado visual es fruto de su tiempo, sus míticos modelos tridimensionales ya forman parte de la historia de los videojuegos. Y no son pocos los que están más que dispuestos a darles nueva gloria y esplendor con sensacionales resultados.

Una muestra más de que el clásico no morirá gracias a su calado en la industria del videojuego y el incombustible carisma de un canalla llamado Solid Snake cuyo legado, como los genes humanos, se seguirá siendo transmitido de generación en generación.

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