Las primeras horas con Immortals: Fenyx Rising me han demostrado que es el Assassin's Creed para toda la familia que estaba esperando

Las primeras horas con Immortals: Fenyx Rising me han demostrado que es el Assassin's Creed para toda la familia que estaba esperando

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Immortals

Entre el Zelda de Ubisoft, los primeros Darksiders y un Assassin’s Creed para todos los públicos. Justo ahí se encuentra la gran baza de este Immortals: Fenyx Rising que hasta hace poco conocíamos como Gods & Monsters. Una aventura de mundo abierto marca de la casa que, pese a lo torpedeado de su desarrollo y su giro reciente, me ha dejado con muchas ganas de más.

Exploración, puzles, y acción a base de poderes y espadazos, se dan la mano en uno de esos juegos que apetecen más de lo que dirías a simple vista. Uno de esos mundos cartoon en los que da gusto perderse para encontrar secretos y cuya historia, bastante más centrada en el humor de lo que podría parecer por la habitual épica de Ubisoft, promete hacer las delicias de grandes y pequeños.

Una aventura mucho más desenfadada

No recuerdo con exactitud el tiempo que pasé en la demo, apenas una pequeña porción de lo que apunta a ser un inmenso escenario con zonas bien diferenciadas, pero sí sé que se me pasó volando. Nunca mejor dicho.

La gran baza de Immortals: Fenyx Rising es abandonar cualquier atisbo del “realismo” (me faltan comillas) al que apunta un Assassin’s Creed y conseguir con ello que todo sea más ágil y espectacular. Desde los combates, que tan pronto invocan una lluvia de flechas sobre el enemigo como crean un inmenso mazo con el que reducir a grandes grupos, hasta la navegación, que te permite planear de una zona a otra para ir más rápido e invocar un caballo cuando llegues al suelo para seguir la marcha.

La sensación general es la de querer ser un juego más accesible, especialmente con la idea de los chiquillos en mente, pero lejos de ser un paseo también sabe ponerte contra las cuerdas. No lo hará en el combate, al menos por lo visto hasta ahora, pero sí con una ingente cantidad de puzles que se encuentran repartidos por el escenario y ceden hueco a nuevas mejoras y armas.

Pero no corramos tanto, vamos punto por punto porque hay mucho a destacar en esta curiosa nueva propuesta de Ubisoft.

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Exploración, desafíos y una buena dosis de humor

Estamos en el Olimpo, donde uno de los titanes ha puesto todo patas arriba y le ha robado el poder a Zeus. A los mandos tenemos a Fenyx, la última esperanza de las deidades grecoromanas, que deberá recuperar los poderes de los dioses y utilizarlos para seguir avanzando en su lucha por restaurar la paz.

Sin embargo, más allá de lo flojete de una trama que no apunta a grandes revelaciones inesperadas, lo que más me ha sorprendido es el tono que se le da a la narración. Con Zeus actuando de maestro de ceremonias, las coñas y los mensajes destinados a romper la cuarta pared son constantes, y tan pronto se está mofando de lo predecible de la historia como clamando al cielo por no tener a mano un botón para saltar la cinemática.

A los mandos resulta igual de desenfadado, pero se encuentra mucho más cómodo como título de acción que como plataformas. Pese a poder planear, montar a caballo o escalar atendiendo a una barra de resistencia -uno de los muchos guiños a Breath of the Wild-, cuando toca recorrer salas al más puro estilo desafío cuadrar los saltos se hace un poco cuesta arriba.

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No son pocas las pruebas de ese estilo que me encontré durante la prueba. Agujeros en el suelo que, una vez atravesados, te trasladan a una sala onírica en la que ir recorriendo desafíos de forma secuencial. Un puzle con cajas por aquí, el uso de los poderes especiales para activar un botón con una flecha teledirigida, algún combate en modo horda o contra minijefe y, como comentábamos, secciones en las que aprovechar el salto, doble salto y vuelo del personaje para llegar del punto A al punto B.

Esas últimas resultan ser las menos inspiradas y parecen bastante simplotas, pero puede que estar en la sección inicial del juego tenga bastante que ver con el nivel de habilidad que requieren. Por lo demás, son buenas excusas para romper un poco el ritmo de exploración y misiones principales que el juego propone.

Una propuesta sin grandes sorpresas a nivel jugable

El resto de la partida lo pasé completando las misiones principales del juego e intentando superar los puzles que encontraba a mi paso. Para las primeras me tocó recorrer una forja encendiendo distintas chimeneas haciendo uso de las habilidades. Nada especialmente destacable, el típico esquema de bola inflamable que debes quemar utilizando las flechas o acercándola a un fuego para después introducirla en un hueco. Un par de paseos y misiones de ese estilo que, como colofón, te plantaban ante un jefe de zona.

En faena, la clásica combinación de fijar la mira en el enemigo, esquivar los ataques pintados de rojo y reventar al jefe con golpes y habilidades especiales como las comentadas unas líneas más arriba. Una barra de especial evita que puedas cebarte con el bicho a base de ataques OP. Una de resistencia que puedas hacer lo propio a base de ataques normales, buscando que tengas en cuenta la necesidad de gastar energía para esquivar o hacer parry.

En combinación, la posibilidad de echarte atrás y disparar con la flecha cuando sabes que un enemigo está preparando un ataque, así como distintas pociones que podrás crear con los objetos que encuentras por el campo y que apuntan a mejorar vida, ataque, defensa o stamina.

Es complicado ver hasta qué punto se torcerá el asunto porque estas demos no suelen tener el nivel de dificultad ajustado, pero con todas las peleas he tenido la sensación de estar muy por encima de lo que demandan los distintos bichos que iban apareciendo.

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Una aventura para toda la familia muy prometedora

Puede que lo que acabe rayando a mejor nivel sea la parte de los puzles. Por variedad de situaciones, desde encontrar las estrellas que conforman una constelación hasta superar puzles de cajas y rayos láser, es sin duda alguna lo que más he disfrutado junto a la exploración y el universo creado.

Este último no sin peros, por cierto. Los últimos meses no parecen haberle sentado especialmente bien a la protagonista y, o el modelado del personaje aún está en desarrollo, o he tenido la sensación de que perdía parte del encanto que ofrecía en su primera presentación.

Por lo demás, tanto la variedad de las zonas encontradas como el diseño de enemigos, armas y armaduras que podremos equipar para mejorar nuestras estadísticas y habilidades, son una gozada. De hecho, la diferencia entre unas y otras en ese último grupo da para querer coleccionarlas todas y luego adaptar la skin de la que más te guste al equipamiento que mejor convenga en cada momento.

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En definitiva, es uno de esos juegos en los que de entrada apetece meter un buen puñado de horas, especialmente ahora que, a diferencia de con Assassin’s Creed, también lo puedo hacer con mis hijos a un lado o pasando el mando. Hay ganas de ver más de Immortals: Fenyx Rising y, sobre todo, de ver si el nivel de calidad de las últimas superproducciones de los asesinos se traslada también a este proyecto.

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