Tenía muchas ganas de echarle el guante a la versión para móviles de ‘Fortnite’. En mi caso ha tocado esperar hasta su llegada a Android y, por suerte, mi terminal estaba entre los que podía correr el juego. Lo he hecho durante unos días y, para mi sorpresa, es muy probable que pronto acabe desinstalado y nunca más lo vuelva a tocar.
Como en el caso de ‘Fortnite’ para Nintendo Switch, los problemas de rendimiento de las versiones que no entran en el saco de consolas o PC son más que suficientes para abandonarlo a su suerte. Al fin y al cabo, cuando has probado el jamón de jabugo el del país puede apañarte un bocata, pero siempre sabrás que no es lo mismo.
La experiencia portátil de Fortnite
Jugado con un Huawei P20, ‘Fortnite’ aguanta el rendimiento bastante regular, con caídas de framerate bastante cuestionables y convirtiéndose eso en un handicap preocupante cuando quieres jugar en condiciones. No han sido pocas las partidas perdidas por esos problemas, lo que acaba convirtiéndose en una situación muy frustrante.
Entiendo que mi terminal no es un tope de gama, que el juego aún está en fase beta y que hay margen de mejora, pero siendo un lanzamiento tan controlado y segmentado, lo único que cabría esperar es que ‘Fortnite’ funcionase en unas condiciones mínimamente aceptables, y no es el caso.
Aunque en menor medida, es algo que también me ocurre en Nintendo Switch. Allí el framerate aguanta mejor el tipo, pero sigue siendo poco comparable a lo que se consigue en otras plataformas. Al final todo se reduce a la misma pregunta. ¿Para qué voy a jugar a medias aquí si puedo jugar a tope allí?
Pudiendo elegir entre móvil y Switch, me quedo con la segunda por los controles físicos y la estabilidad. Pudiendo hacerlo entre Switch y Xbox One, la elección salta otra vez a la segunda opción por mejorarse ahí toda la experiencia. Entiendo que el formato portátil puede ser clave para algunos, pero nunca lo ha sido para mí y, al final, siempre hay otras opciones para disfrutar de los videojuegos cuando no tienes una plataforma de sobremesa a mano.
Buenas ideas lastradas por el rendimiento
Es una lástima porque el juego hace todo lo posible para que te sientas cómodo, desde plantear distintas opciones de control hasta hacer lo propio con las opciones gráficas, ofreciendo distintos niveles de detalle para mejorar lo máximo posible la experiencia dejando atrás la calidad visual de un título que, en esencia, aguanta muy bien la falta de pijadas y la resolución baja en sus texturas.
Cuenta también con muy buenas ideas como el hecho de no tener que preocuparte del botón de disparar. Aunque tienes la opción, la más cómoda acaba siendo automatizar ese proceso y, cuando la mira pasa por encima de otro jugador, el arma se dispara de forma automática.
Cuesta cogerle el truco y eso supone que en algunos casos, especialmente a larga distancia, tengas que jugar con otro planteamiento para calcular en qué momento tus balas alcanzarán el objetivo, pero es una gozada tener un enemigo al lado y poder lanzarle un escopetazo a placer sin tener que apuntar con unos controles táctiles que, admitámoslo, nunca han sido una opción a abrazar sin problemas.
Se agradece que otros usuarios puedan disfrutar de ‘Fortnite’ sin importar qué plataforma tienen, pero sigue siendo una experiencia limitada a cierto tipo de dispositivos y, pese a ello, su rendimiento también está atado a qué dispositivo es. Probablemente las prisas y las ganas de posicionarse han jugado aquí una mala pasada, pero así como siempre defenderé ‘Fortnite’ por su planteamiento y diversión, no puedo hacer lo mismo con la última jugada de Epic.
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