Habiendo pasado de puntillas por la saga, estos últimos días con una versión de prueba de Anno 1800 han sido todo lo que necesitaba para convertirme en un fan absoluto. Me he asomado a un pozo de los peligrosos, de los que guardan oro en el fondo en cantidades ingentes, de los que resplandecen hasta que el brillo llega a la superficie, pero te piden que te lances sin red.
Por su profundidad y posibilidades, Anno 1800 va a ser uno de esos juegos que voy a disfrutar con un reloj delante, obligándome a ser consciente del tiempo que pasa desde que monto la primera cabaña hasta que consigo un animal exótico para mi zoológico. Un agujero negro de horas en el que, pese al miedo, estoy deseando sumergirme.
De campesinos a inversores
Recuperando la esencia de Anno 1404, pero sin olvidar el salto hacia el futuro de las últimas entregas en ciertos planteamientos, esta vuelve a ser otra oportunidad de aprovechar los recursos, la diplomacia y los viajes en barco para conseguir convertir una isla cualquiera en una urbe digna de recibir turismo.
De tu gestión de recursos, el seguimiento a las necesidades de la población y buena mano con las expansiones de la ciudad, depende que la gente llegue a ella en busca de una vida mejor. Valorarán la pureza del aire en la zona de viviendas, los intereses culturales que puedas aportarles o lo verdes que puedan llegar a ser tus calles.
Por contra, escaparán de todo aquello que huela a expansión desmedida, sin duda la peor cara de la industrialización que representa esta entrega. Si pierdes el control, prepárate a ver cómo las manifestaciones inundan tus calles y van arrastrando quejas a cada paso que dan. Una situación nada descabellada teniendo en cuenta el gran número de elementos a tener presentes.
Con un sistema accesible pero muy lejos de ser un paseo, Anno 1800 le da una vuelta de tuerca a cómo funciona una ciudad a base de necesidades, desde lo que cada casa precisa para estar a gusto en tu urbe, hasta lo que requiere tu expansión industrial para funcionar como es debido.
Las novedades de Anno 1800
Saltando hasta las cinco evoluciones de ciudadanos, cada crecimiento nos abrirá una nueva y completa rama de edificios y opciones. Lo que empieza como un poblado destinado a cubrir primeras necesidades, en unas horas puede estar hablándote de museos con reliquias perdidas y viajes en ferrocarril. Es alucinante a qué nivel es capaz de crecer y la naturalidad con la que lo hace.
Debiendo controlar constantemente el flujo entre campesinos y trabajadores, un equilibrio que depende del número de casas de cada tipo que crees y las necesidades de cada trabajo, acercarte con el zoom a ese mundo en miniatura en el que la gente va a trabajar o enferma por culpa de la contaminación es todo un espectáculo.
Sin embargo el gran salto lo suponen las expediciones: la posibilidad de enviar un barco en busca del Nuevo Mundo para conseguir nuevos materiales o comerciar por piezas y animales que sirvan para atraer más turistas a tu feria mundial. No es lo mismo tener un grupo de ciervos en el zoo que mostrar un tigre albino, pero tampoco tiene nada que ver conseguirlo en la isla de al lado que debiendo esperar varios días a recibir noticias del capitán.
Como un niño con una enciclopedia ilustrada delante, quiero seguir maravillándome con cada nueva página y deteniéndome en ellas para admirar cada detalle. Entré en la prueba de Anno 1800 por curiosidad y he salido de ella entusiasmado. Consciente del peligro que corro al caer en sus redes, pero deseoso de que llegue el 16 de abril para seguir hundiéndome más en todo lo que propone.
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