Tan pronto he terminado la campaña del nuevo Call of Duty: Modern Warfare 2 he corrido a YouTube para revisitar de clic en clic todo lo vivido durante el juego original de 2009. No buscaba similitudes, ya sabía que, como en el caso del último Modern Warfare, esto sería una historia completamente distinta, pero necesitaba comprobar si mi cabeza se había pasado de frenada.
Un asalto a un convoy, la escalada por la nieve y la posterior carrera en moto de nieve, el aeropuerto de Nada de ruso, el ataque a Washington, la huida en las favelas, el asalto al gulag, el girito… Virgen santísima, qué juegarral.
Aquello fue un vendaval de momentos épicos dignos de una película de Hollywood que no querías que terminase nunca. Las seis horas de este Call of Duty: Modern Warfare II, en cambio, se me han hecho larguísimas.
Encima táctico
Por alguna extraña razón que no acabo de entender, Call of Duty: Modern Warfare II quiere ser lo que siempre reclamaron aquellos que renegaban de él. La mayoría se quejaban por vicio, porque tienen la mala costumbre de señalar al que va a la cabeza lo haga bien o mal, pero nosotros siempre seguimos disfrutándolo como un gorrino en una cochiquera.
Ahora, el antaño rey de las fantasmadas palomiteras a lo Michael Bay, quiere ser lento, táctico y oscuro un nivel tras otro. Un juego de acuchillar por la espalda a los enemigos en vez de lanzarles un helicóptero en llamas con cuatro ojivas nucleares dentro.
A la escena de la carretera que vimos en aquél primer tráiler, y lo mostrado sobre el barco en su primer vídeo con gameplay, podríamos sumarle apenas un par de detalles más que mirarían en esa misma dirección, pero incluso sumando todos ellos no llegaríamos ni a rozar cualquiera de los momentos cargados de epicidad del Modern Warfare 2 original que enumerábamos unas líneas más arriba.
Sosos en su mayoría, por ser excesivamente lentos y apoyarse constantemente en el sigilo y en los asaltos tácticos, los niveles de este Call of Duty: Modern Warfare 2 se me han hecho constantemente cuesta arriba, y misiones que aparentemente duraban poco más de media hora se me han atragantado como si el tiempo se hubiese triplicado.
Disparar sigue dando gustito, los gráficos son una gozada -aunque impresionan bastante menos de lo que Twitter nos lleva gritando a viva voz durante los últimos días, parece evidente que el departamento de arte se ha comido al de diseño-, y los enemigos han dejado de ser la mezcla perfecta entre patos de feria y esponjas de balas para poder ofrecernos algo más cercano a un reto. No todo es malo. Pero por el camino, en busca de una evolución que los fans de la saga no habíamos pedido, ahora Call of Duty es otra cosa.
Disfraces a lo Hitman y crafteo a lo Far Cry
Entre esto y la excesiva y cómica escena del tren de WWII debería haber un punto medio, pero sigo prefiriendo el tren. Ni siquiera la clásica misión en la que reventar edificios desde un AC-130 se salva de alargarse en exceso y, frente a la falta de aquél espíritu de sobredosis y desenfado, Call of Duty: Modern Warfare II juega a introducir nuevas mecánicas y recuperar viejas ideas con más cantidad que calidad.
Mediante conceptos que tocarás en uno de los niveles y probablemente no vuelvan a aparecer, la campaña te romperá aún más el ritmo a base de craftear objetos como si estuvieses en el asalto a una fortaleza de Far Cry, infiltrarte con disfraces a lo Hitman, guiar a compañeros a través de cámaras de seguridad diciendo dónde deben esconderse y a quién deben atacar, o pulsando combinaciones de botones para desactivar el típico misil que el malo de turno se ha agenciado de la forma más cómica posible.
La verosimilitud y melodrama que parece querer meternos por el gaznate choca de lleno con el surrealismo de carcajada que supone ir detrás de un camión que va soltando minas como si fuesen el plátano triple de un Mario Kart y, quienes te disparan desde él como si les fuese la vida en ello, dejen de apuntarte con el lanzacohetes tan pronto los adelantas. Una conducción de vehículos plagada de momentos que se transforman en chiste en la que intentar saltar de un camión a otro en una secuencia que ya hizo mucho mejor Uncharted 2.
Había tantas ganas de Call of Duty: Modern Warfare II que ni nos planteábamos si tocaba tirar de fe. Dábamos por hecho que esto iba a ser una campaña fantástica acompañando a un multijugador que, por lo probado en su día, parece un digno candidato a salvar los muebles de esta entrega.
Si bien es cierto que las campañas de Call of Duty eran el clavo ardiendo al que nos seguíamos agarrando muchos para defender la franquicia, tras lo vivido durante las últimas horas reconozco estar seriamente preocupado. Esto es, ya más que nunca, un grito de socorro deseando ser escuchado. Que alguien acuda de una maldita vez en su ayuda, por favor.
Call of Duty: Modern Warfare II
Ver 24 comentarios