Entre la beta cerrada y las partidas que me he podido echar en esta ocasión, calculo que ya llevo encima más de 25 horas jugadas a Elden Ring. El problema no es que falten dos semanas para su lanzamiento, el auténtico dilema es que he podido catarlo tanto tiempo que ahora necesito saborearlo mucho más. Miyazaki lo ha conseguido, me ha atrapado en su red y soy preso de sus ideas.
Elden Ring llega para satisfacer esa sed insaciable de la comunidad que sigue a From Software. Han pasado tres años desde que Sekiro: Shadows Die Twice deslumbrase al mundo y los seguidores ansían más. El nuevo juego del estudio japonés es todo lo que podíamos vislumbrar en la prueba de red y va mucho más allá de lo que uno podría imaginar viendo los adelantos.
Hoy os voy a contar todo lo que me ha sucedido recorriendo las Tierras Intermedias, las situaciones variopintas que me han asaltado, los enemigos imposibles que me han intentando devorar y los lugares imposibles que he descubierto. Hoy os voy a contar cómo es Elden Ring.
La primera, en la frente
El menú inicial me recibe con esa atronadora música épica que retumba en los auriculares. Elden Ring, maldita sea, lo tengo delante para explorar y que me curtan la espalda sin compasión. Por ello, es clave hacerse con una buena clase o por lo menos con la que te sientas más cómodo. Son hasta diez las que aparecen disponibles, por lo que la falta de opciones no va a ser una excusa cuando mordamos el polvo contra los jefazos.
Decido ser vagabundo, una suerte de caballero errante y al que puedo modificar en su apariencia, un clásico de los Soulsborne. Lo cierto es que las opciones son amplias, con mucha capacidad de crear un rostro perfecto o una aberración sin ningún sentido de la proporción. Sea como sea, un objeto inicial puede acompañarme, por lo que en este caso escojo un potenciador para la vida. Me parece que me va a hacer falta.
La cinemática inicial comienza y lejos de las espectaculares secuencias animadas de otras entregas, aquí la narración está acompañada por fabulosas ilustraciones. Se muestra cómo la Reina Márika ha caído y el poder del Círculo de Elden intenta ser reclamado en forma de fragmentos, cada uno en posesión de los descendientes de la soberana. Estos semidioses aparecen y son nombrados uno por uno, explayándose en sus principales logros. Como Sinluz, la tarea principal será reclamar los trozos, llamados Grandes Runas, y así dictaminar el destino de las Tierras Intermedias.
¡Voilá! Aparezco en la Capilla de la Anticipación, un lugar extraño que no logro identificar y que no puedo reconocer a través del mapa. ¿Cuán lejos estoy de la zona de la beta? No importa, porque a los pocos pasos de comenzar la aventura soy fulminantemente liquidado por un jefe inesperado. No es culpa mía, no tenía frascos con los que curarme.
Ahora sí, aparezco en la cueva del inicio de la beta y ya sé a lo que atenerme. Me cepillo a todos los enemigos que se me ponen por delante y dejo a un lado una misteriosa niebla que protege un camino desconocido. Ya estoy en pleno Necrolimbo, toda la zona que ya habéis visto en gameplays, pero con la sutil y magnífica diferencia de que ahora no hay barreras artificiales que me impidan avanzar. Soy libre para explorar.
Cojo dirección norte y esquivo el Castillo de Velo Tormentoso por su entrada principal, así que rebusco por un lateral si existe otra forma. Y la hay. Un hueco en mitad de la montaña presenta una gruta que lleva hasta un trono, todo absolutamente vacío, pero me quedo sin poder continuar ante una puerta cerrada. Vuelvo sobre mis pasos y me aventuro a lo desconocido; las sorpresas están por venir.
Una caja de bombones
Tras haber dado mis vueltas por Elden Ring allá por el mes de noviembre, la obra me mostró cómo Hidetaka Miyazaki apuntaba en nuevas direcciones e incluso cómo él es capaz de beber de un referente como The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Este título parece definirse bajo el concepto de la libertad, en menor o mayor grado, y añadiendo unas píldoras muy básicas para la industria del videojuego.
El sigilo aquí no es más que agacharte, cubrirte entre un seto y atacar por la espalda, pudiendo escoger si hacerlo o no. El mundo abierto es ir cabalgando en Torrentera, encontrar un campamento y decidir si vale la pena acabar con todos por un tesoro o no. Incluso en detalles más comunes, como querer complicarte más el juego sin saltar para romper las guardias o seguir el estilo clásico de rodar hasta el infinito intentando coger la espalda del rival. Todo vale y todo está permitido.
Siendo un Sinluz con el tiempo limitado, no tengo tanta opción al entretenimiento, por lo que intento pisar todos los charcos que puedo. Esto me permite encontrarme con personajes como Thorps, el cual me enseña hechizos si le ayudo a conseguir una llave para regresar a su congregación. Con todo, Melina aparece de entre las sombras y decide trasladarme a Roundtable Hold, un lugar que esconde mucho más de lo que muestra.
Se trata de una sala en la que el combate está prohibido gracias a un pacto de no agresión entre los diferentes Sinluz que allí se convocan; un símbolo a la izquierda de la pantalla recuerda esta ley. Una mesa redonda corona el lugar y tan solo se puede llegar allí a través de los Lugares de gracia. Está apartado de cualquier realidad, pero no se puede ser ajeno a los personajes que me encuentro. Diallos, un reconocido miembro de una casa señorial que se encuentra buscando a Lanya, su sirvienta, o Roderika, una joven muchacha que me encontré en una cabaña con anterioridad.
Cada uno de ellos con apariencias distintas y personalidades únicas, parecen ajenos a que hay muchas puertas cerradas y algunas palancas que no puedo activar. Este enclave seguramente sea vital con el paso de las horas, pero ahora no es su momento de exprimirlo. Me teletransporto de vuelta a las Tierras Intermedias, donde aprendo que uno no puede desconfiarse.
Si pensabas que From Software iba a evitar los sustos con ataques repentinos, te equivocas de pleno. Esto es debido a que puede uno ir tranquilamente por un desfiladero y verse asaltado por un grupo de enanos armados entre los dientes que se escondía en los setos. Tan habitual como llegar a una villa devastada por un mal inexplicable o que me vea absolutamente aniquilado por un hombre con cuernos, machetes, dos perros y que escupe fuego. Los flashes de Vietnam con el Demonio de Ares del primer Dark Souls regresan.
Un mundo sin límites
El mapa de Elden Ring es sencillamente enorme y no solo por lo que alcanza la vista. He llegado a ponerme en el mismo plano estilo Breath of the Wild con las Tierras Intermedias por delante y simplemente asusta de la cantidad de horas que se puede perder uno en cada uno de sus rincones. No estamos hablando de los castillos, fortalezas o campamentos que campa por doquier, sino que hay mucho más por debajo.
He llegado a entrar en una cueva enorme llamada el Río Siofra, tras bajar cientos de metros bajo el suelo. La magnitud del escenario es tal que cuenta con su propia bóveda celeste, repleta de estrellas y luce realmente bello. Un lugar extraño, repleto de espíritus, deformidades y enemigos eléctricos que me dificultaban encender unos pebeteros. Una vez hecho, un enorme jefe es convocado de entre los muertos y toca batirse en duelo.
Esta aventura ha surgido de forma orgánica tras mi paso por las Tierras Intermedias. No hay dirección, no hay más punto de referencia que el que tú te impongas, más allá de que los Lugares de gracia te indican el camino principal. Sin embargo, tú tienes la libertad de decidir si lo sigues o no. Uno de mis objetivos fue llegar hasta la base de uno de los enormes árboles dorados que se ven a lo lejos y sentí puro miedo.
Para alcanzar el árbol tuve que cruzar un bosque y me topé con el ciclo de día y noche haciendo de las suyas. La oscuridad invadió la pantalla, la niebla se extendió hasta donde alcanzaba la vista y no sabía hacia donde ir. Lo único que escuchaba eran aullidos de lobo, veía monstruos preparados para asaltarme en un camino y los osos gigantes deambulaban en busca de una presa.
Y el mundo, en ocasiones, se siente más orgánico de lo que pudiera desaparecer. Han sido varias las fortalezas a las que he tenido que enfrentarme y se siente como puntos recurrentes a explorar. Suelen estar defendidas por bastantes enemigos, caballeros en muchos casos, que están armados y fortificados. Si no son los arqueros los que te acribillan, terminas muriendo por acumulación de enemigos cuerpo a cuerpo o incendiado por los explosivos que lanzan con catapultas.
Puedes ver incluso los estragos de los ataques en forma de avanzadillas de otros seres que intentan llegar hasta la puerta de la fortaleza, pero son rápidamente eliminados. La sensación de que es inexpugnable se acrecienta cuando ves cadáveres de todo tipo en el camino principal. Con todo, siempre hay una alternativa. Un camino alrededor del muro, una escalera en la parte trasera o simplemente tirar de sigilo con mucho cuidado para no alertar a nadie.
Las recompensas que encuentras al final son cofres con objetos clave (o no) para desentrañar la historia o alguna misión secundaria. Efectivamente, las hay, pero no quedan registradas en ningún lado. Sencillamente vas encontrando personajes por el mundo, escuchas sus peticiones y tocará hallar en algún momento la forma de ayudarlos. El apartado de recolector también está presente en todo momento.
Como sabéis, en Elden Ring se pueden conseguir recursos de todas partes. Flores, animales, cadáveres, minerales... todo sirve para craftear pociones que aumentan temporalmente la resistencia, flechas para el arco y toda clase de utensilios para ayudarte en la aventura. Y si no quieres pillar todo lo que te encuentras, siempre puedes recurrir a alguno de los mercaderes.
Las consecuencias del libre albedrío
A falta de realizar una partida completa a Elden Ring, me ha dado la sensación de que hay cierta penalización si no seguimos la pauta establecida y me explico. Evidentemente, podemos ir hacia donde nos dé la real gana, descubrir los secretos que nos apetezca y nos llevaremos más de un tortazo por ello. El problema radica en que puede que lleguemos a zonas que no necesariamente están pensadas para ser descubiertas en ese momento.
Hay enemigos más duros y encontraremos objetos o situaciones que no podremos comprender del todo ya que nos hemos saltado algunos pasos previos. Esta es una forma de aumentar la dificultad y que está al alcance de la mano del que juegue, pero para una primera partida creo que será mejor seguir la estela de los Lugares de gracia. Ojo, no estoy hablando de no perderse por las Tierras Intermedias, faltaría más. Es imposible no hacerlo, pues el premio por hacerlo es jugoso y se disfruta mucho.
Además, hay situaciones que invitan a ello, como encontrarse un candelabro fantasmal que invoca a un espíritu que te guía hasta lugares escondidos. Uno de ellos me dirigió a un cofre custodiado por un oso y otro me mostró un ascensor que me condujo a unas minas enormes. Y esto sucede cuando tú decides hacerle caso al juego, pero hay otros momentos en los que no puedes evitar el verte afectado.
El caso más extremo sucedió cuando abrí un cofre en la zona del pantano de la beta y una especie de niebla salió de él. Fui automáticamente teletransportado a varios kilómetros de distancia, al este del mapa, en un lugar con el cielo teñido de rojo y repleto de monstruos. Ante tal trampa de Miyazaki, no queda otra que enfrentarte a la realidad de estar en un cementerio de dragones gigantescos. En otra medida, puede ser que te encuentres con unas pequeñas estructuras en forma de círculo que te transportan a nuevas regiones, toda una moneda al aire. Por cierto, el bestiario del juego vuelve a estar a la altura, con criaturas de todo tipo y con diseños que sencillamente son espectaculares.
Y qué decir de un lugar como el Castillo de Velo Tormentoso. La primera gran mazmorra que puedes visitar y que demuestra que From Software no se ha olvidado de que en Elden Ring también se juega en los interiores. Gracias a la posibilidad de saltar, estas estructuras cambian completamente su planteamiento y te invitan a recorrerlas de otro modo. Los tejados son accesibles si sabes cómo, los cuerpos con objetos están al borde de los edificios y los caminos se multiplican. De frente, de medio lado o esquivando a todo el mundo, tú decides cómo avanzar por dentro. Se avecinan vídeos de usuarios haciendo toda clase de estratagemas.
Y al final, el rey Godrick, tras la típica niebla que tantas veces atravesé para poder derrotarle. Por suerte, puede echar mano de una guerrera que me encontré anteriormente y la pude invocar, pero los combates contra jefes siguen siendo igual de desafiantes. Y con más permisividad se porta Elden Ring, que ahora ya coloca un Lugar de gracia a apenas unos metros de distancia de la entrada de la niebla. No sé cuántos jefes puede haber, pero ya no solo hablamos de los principales, sino que puedes ir cabalgando por el mundo y toparte con un jefazo en mitad del campo.
Mi sorpresa al matar a Godrick es que termino en la sala del trono del principio, la que descubrí yendo por el lateral del castillo. Me llevo una segunda sorpresa al ver a lo lejos la Capilla de la Anticipación, pero se trata de una península muy pequeña y que no parece tener un acceso a simple vista. Misterio sin resolver, por ahora.
El misterio que sí pude resolver y que no os quiero desvelar es el de qué hay tras la niebla del principio. Conseguí una llave de piedra que desactiva esa barrera y me encontré con un momento Souls total y absoluto. No es necesario que vayáis directos a esta zona, pero desde luego lo que me encontré allí fue uno de esos lugares que me hacen recordar por qué la gente recuerda tanto los títulos del estudio.
Quedan apenas dos semanas para el lanzamiento de Elden Ring, pero Miyazaki le ha pegado una descarga a mi cuerpo que deseaba. Haber podido catarlo durante este tiempo ha sido como una droga de la que no quiero huir y solo quiero volver a sentir el día 25 de febrero.
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