Los grandes proyectos de la industria acaparan los focos de forma irremediable. Presupuestos gigantescos, plantillas enormes y unos valores de producción de la más alta categoría para brindarnos las obras que marcarán grandes tendencias en el videojuego.
Halo Infinite, Horizon Forbidden West o la secuela de Breath of the Wild son ejemplos claros y en el espacio entre todos ellos, en esa rendija por la que se pueden colar proyectos más discretos, encontramos maravillas como Eastward. La obra de Pixpil, el estudio con sede en Shanghái, ha levantado una gran expectación desde su primera aparición.
Un apartado artístico atractivo, una historia intrigante y ese toque de magia tan único como indescifrable lo sumaron a muchas listas de deseados entre la comunidad. Ahora, ya sabemos si el viaje hacia el este vale realmente la pena.
Bello hasta decir basta
Potcrock Isle. Una sociedad subterránea subsiste a duras penas, escondiéndose de un terrible mal que aguarda en la superficie. El minero John se levanta un día más, en el que no ve la luz del sol ni contempla el azulado cielo. En una exploración rutinaria entre las ruinas de un mundo antiguo, John encuentra una cápsula.
En su interior se encuentra una niña, que es llevada a la escueta caravana en la que vive John. Sin recuerdos de su pasado, pero con un optimismo desbordante, Sam y John formarán un dúo inseparable. El destino les llevará a recorrer en tren lo que hay más allá de la capa de tierra de encima de sus cabezas, mientras averiguan quién es Sam y a qué se deben sus fabulosos poderes.
Con esta premisa parte el viaje de Eastward, con varios motivos de peso en la maleta para engancharnos a su historia y es que Eastward es, ante todo, precioso. Está claro que la mayor parte del público que se acerque al juego (un servidor también) lo hará por su apartado artístico, basado en el pixel art. No hay ningún tipo de decepción y el placer visual es absolutamente constante. El trabajo del equipo en este sentido raya la excelencia y pasa a formar parte de los referentes artísticos de la industria.
El apocalipsis a causa de una sustancia tóxica ha permanecido tan presente que hoy en día los pueblos se sustentan de los restos de antaño y es algo palpable en el primer impacto con el juego. Todo se siente oxidado, pero adornado; viejo, pero acogedor. No importa cuántas horas hayas jugado a Eastward, ya que siempre encontrarás un momento para contemplar sus estampas.
Me confieso seguidor, ya no solo de la animación japonesa, sino de esos instantes en muchas películas anime en las que, aunque sea por solo unos segundos, el fotograma es fabuloso. Esas imágenes en las que existe tanto lujo de detalle que abruma, son fantásticas y Eastward logra un resultado similar.
Lo mismo podemos decir ya no solo de los escenarios, sino de los propios personajes. Son muchos, decenas los que conoceremos a lo largo del juego y cada uno de ellos está vestido de forma diferente, utilizando el poco espacio de sus modelados para dotarlos de elementos y animaciones característicos. Sus personalidades están claramente marcadas, aunque su espacio en pantalla sea escaso.
Trabajo en equipo
Pero, ¿qué hay detrás del bonito dibujo? Eastward nos propone una aventura ligera en sus mecánicas, con secciones en las que tendremos plena combinación de puzles y acción directa. Sam y John poseen habilidades y destrezas únicas y será en la unión de ambas cuando logremos avanzar con éxito.
El silencioso y greñudo hombre se vale de una sartén en mano como arma principal, aunque iremos consiguiendo más herramientas por el camino. Bombas, lanzallamas o pistolas bien sirven para quitarse de encima más de un enemigo...siempre y cuando lo hayamos aturdido con la explosión cinética de Sam. A lo largo del juego podremos mejorar todos estos utensilios en las diferentes tiendas.
A diferencia de lo que sucedía en obras como God of War o The Last of Us, aquí no indicaremos con un botón lo que debe hacer Sam. Durante muchas ocasiones tomaremos control completo de ella, pudiendo intercambiar el manejo entre ambos de forma muy rápida y ágil.
Sin las bombas de John, no se podrán sortear las cajas de dinamita y si no es por el pequeño tamaño de Sam, nadie podría colarse por estrechos túneles y activar diferentes mecanismos. Normalmente los pasos a seguir son los mismos: sortear obstáculos mientras nos acosan monstruos de toda clase y lograr abrir una puerta bloqueada.
En estos tramos podemos encontrar diferentes cofres con recompensas suculentas, aunque no se aproxima ni remotamente al concepto de exploración. Sencillamente son pasajes ligeramente ocultos y la forma de desbloquearlos es sencilla. Y es que en las 20 horas que puede durar Eastward, nunca ha habido un reto real.
El título no lo necesita, pero sí que complica las cosas lo suficiente según avanzamos. La curva de dificultad está muy bien medida a pesar de que no se dispara hacia arriba y de vez en cuando nos regala algún pequeño minijuego o planteamiento diferente. A poca costumbre que tengamos jugando, superaremos sin demasiada dificultad sus desafíos, incluso aquellos como los jefes. Y hay muchos. Medianos, grandes o pequeños, poco importa. Muchas veces nos veremos acorralados y enemigos con ataques únicos comenzarán a complicar las cosas.
Sin embargo, el peso del juego se lo lleva la historia. Eastward apuesta por una linealidad muy fuerte, en el que el libre albedrío es muy escaso y apenas contamos con un par de misiones secundarias a realizar. La trama, sin alardes o giros de guion imprevisibles, siempre nos da una miga de pan más para continuar. El humor es clave, ya que aunque nos encontramos ante un mundo que ha sufrido mucho, las risas y las situaciones cómicas están a la orden del día.
Ya sea con lo que le sucede a John y Sam o con los conflictos propios de los que les rodean; el componente narrativo nos llevará a leer diálogos de forma continuada. Será imposible no cogerle cariño a la pequeña Sam, que no se deja avasallar por nada, mientras que John actúa como alguien más cercano a un avatar, debido a su mudez durante el juego. Seguramente se echa en falta que se pronuncie en algún momento, ya que hay situaciones tan extremas que resulta difícil imaginar a alguien sin abrir la boca.
Quizás sea el idioma el mayor problema ahora mismo de Eastward. Y digo ahora mismo porque el juego está completamente en inglés, una barrera que se entiende perfectamente como insalvable para muchos. Además, hay juegos de palabras, acentos y formas de hablar de diferentes personajes que se pueden perder si no se domina la lengua lo suficiente.
Amor a raudales
En la ecuación que conforma a Eastward, el cariño invertido se nota con fuerza. Ya no solo en la mencionada maravilla visual que es, sino en aspectos que pueden ser tan pasajeros como Earth Born. Pixpil se ha tomado la increíble molestia de incluir todo un JRPG dentro de Eastward, pudiendo jugarlo en una consola.
Lo que podría haber sido un guiño pasajero a los referentes del estudio, ya que recuerda enormemente a los Dragon Quest clásicos, se convierte en todo un divertimento. Encontrarse referencias a Studio Ghibli, con el mismísimo Hayao Miyazaki incluido, es totalmente habitual a lo largo del juego. Tan normal como encontrarse una figura de Gundam o utilizar muñecos similares a Amiibos en Earth Born.
Incluso una obra cumbre como The Legend of Zelda: Breath of the Wild ha mostrado el camino culinario a seguir. John es un excelente cocinero y por ello podremos recurrir a un hornillo para crear platos de todo tipo. Al igual que con Link, aquí añadimos ingredientes y obtenemos diferentes comidas, que potenciarán nuestros atributos con mayor intensidad si conseguimos acertar en un minijuego en forma de tragaperras.
La banda sonora está completamente a la altura, con melodías pegadizas creadas por Joel Corelitz (Death Stranding). Sintonías de victoria, ritmos cada vez que encontramos un tesoro...una vez más Eastward cumple con lo que se espera de él.
La opinión de VidaExtra
Eastward es un caramelo para los amantes de lo retro y las aventuras. Si quieres un título que ponga la carne en el asador en la historia, no dudes ni un momento, sobre todo si el inglés no supone un problema para ti. Pixpil ha impreso una cantidad enorme de esfuerzo y de devoción en su obra, lo que se nota en cada píxel de ella.
Puede que en algún momento sientas el agotamiento de leer mucho y no sacudir sartén en mano o alguna que otra misión que se alarga o aparece de forma innecesaria. No son siquiera muros a superar, sino que apenas son baches que se pueden afrontar sin esfuerzo. No se postulará a lo mejor del año, pero Eastward es un título más que notable y que no defraudará a aquellos que buscan un viaje especial.
Eastward
Plataformas | PC y Nintendo Switch |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Pixpil |
Compañía | Chucklefish |
Lanzamiento | 16 de septiembre de 2021 |
Lo mejor
- Artísticamente no tiene rival
- La historia siempre tiene un hilo del que tirar
- Rebosa cariño por todas las esquinas
Lo peor
- Jugar en inglés puede suponer una barrera
- Nulo espacio al libre albedrío
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