Lo de Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City es tan decepcionante como irónico. Que una saga cinematográfica -que ha funcionado de escándalo en taquilla- se reinicie después de seis películas que fueron desmadrándose sin sutilezas y ésta acabe posicionándose entre lo peor de las adaptaciones de Capcom a la gran pantalla tiene guasa. Especialmente, cuando la premisa original de Bienvenidos a Raccoon City era ser más fiel a los videojuegos.
Porque si la saga de Resident Evil de Paul W. S. Anderson (quien dirigió Mortal Kombat) era una disparatada salida por la tangente, hay que concederle el beneficio de ser entretenida. De apostar cada vez más por la acción y de gradualmente encontrar su tónica y su propio público. Dejando al margen los videojuegos, aunque tomando pinceladas concretas de éstos. Pero Bienvenidos a Raccoon City es un despropósito como película a otro nivel, y sus recreaciones de escenas icónicas de Resident Evil y Resident Evil 2 no compensan sus errores y carencias.
Que no se me malinterprete: el Resident Evil original, el juego de 1996, es un Survival Horror que sacudió con fuerza la industria de los videojuegos a base de rendir homenaje al legado y el cine de muertos vivientes popularizado por George A. Romero, entre otros. Esa clase de películas alternativas capaces de despertar fascinación en públicos muy concretos, entre los que me incluyo, con escasos recursos y personajes más o menos unidimensionales que se aferran a la vida de manera desesperada. Una experiencia palomitera nacida en videoclubs, emitida a horas golfas y propagada a través de cintas VHS.
Algo de eso hay en Bienvenidos a Raccoon City, desde luego, pero tanto la esencia de los videojuegos como del cine de Serie B (o Serie Z) se diluye a lo largo del metraje hasta convertir la película de Johannes Roberts en algo insulso y sin consistencia. Una adaptación sin fundamento, cuyos efectos especiales evocan torpemente otras épocas y en el que el tratamiento de los personajes y los acontecimientos resulta tristemente superficial. Elementos que, sumados, son solo parte de un problema mayor: Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City es tan prescindible como olvidable.
Raccoon City: una ciudad condenada... Con una comisaría de chiste
Es el año 1998. Tras una prolongada ausencia, Claire Redfield (interpretada por Kaya Scodelario) regresa haciendo autostop a lo que queda de la ciudad Raccoon. Lo que antaño fue la sede principal de la próspera farmacéutica Umbrella, una de las mayores corporaciones del mundo, hoy es poco más que una ciudad fantasma que da cobijo y cada vez menos trabajo a un puñado de vecinos.
Claire no tiene buenos recuerdos de la ciudad. Incluso antes de que Umbrella procediese con su gradual desalojo y traslado. La joven tuvo una infancia complicada en un orfanato local y, si no fuese por su hermano Chris, quien trabaja en la comisaría, no tendría una razón para volver. El motivo: un reciente incidente a una escala similar a la de Chernóbil está a punto de desatarse en Raccoon.
Chris Redfield (Robbie Amell) llevaba cinco años sin ver a Claire, y no contaba con volver a verla esa misma noche. De hecho, está desbordado, lo cual no es precisamente frecuente en una Raccoon City que está a cuatro vecinos y un caniche de convertirse en un pueblo fantasma: la aparición de un misterioso cadáver en la Mansión Spencer movilizará a la práctica totalidad de la comisaría. Literalmente.
Tras un breve reencuentro, Chris y Claire se separan, y mientras el primero acude a la Mansión junto con sus compañeros, incluyendo la intrépida Jill Valentine (Hannah John-Kamen) y el bonachón Albert Wesker (Tom Hopper), la menor de los Redfield no tardará en toparse de frente con la amenaza: una alteración genética ha comenzado a extenderse de manera desmedida entre los ciudadanos de la ciudad de Raccoon, convirtiéndolos en bestias con un apetito irracional por la carne humana. Claire no transmite ningún tipo de emoción en pantalla, pero tampoco está dispuesta a unirse al club de los muertos vivientes.
Y en mitad de este desastre a punto de explotar, Leon Kennedy (Avan Jogia), el miembro más reciente de la comisaría de Raccoon. Un recién trasladado debido a problemas en anteriores destinos, con cierta predisposición a dormirse en las vigilancias, una muy cuestionable metodología en las situaciones extremas -cuando no se queda petrificado- y una preocupante tendencia a empinar el codo después de cada jornada. ¿El alivio cómico de la película? Desafortunadamente no.
Johannes Roberts se propuso combinar las tramas y acontecimientos de Resident Evil y su secuela en una historia que transcurre íntegramente en una noche. Algo que no es estrictamente imposible sin llegar a hacer concesiones por aquí y por allá, desde luego, pero el problema de fondo es que Bienvenidos a Raccoon City no es una mala adaptación: es sencillamente una mala película. No al nivel de Street Fighter: La ültima Batalla o las películas de zombis de bajo presupuesto, sino de esas que no merecen un segundo visionado y te hacen cuestionarte los motivos del primero.
Bienvenidos a Raccoon City tiene un ritmo muy torpe y fracasa tanto como película de terror, con escasas y muy mal planteadas escenas de tensión; como en el terreno de las películas de acción. Los planos cuando los protagonistas hacen uso de las armas son anacrónicos, por no hablar de las escenas en las que se busca jugar con las ráfagas de oscuridad. Un recurso que Roberts acaba malgastando a base de abusar de él y que en lugar de transmitir emoción, terror o sobresaltos al espectador lo descoloca hasta sacarlo de la escena y la película.
Podemos hablar largo y tendido de cómo Roberts, quien dirige y escribió el libreto, desdibuja a la mayoría de los personajes originales mientras calca con descaro escenas y escenarios de los videojuegos con el fin de intentar ganarse al fan de los videojuegos. Desde el encuentro con el primer zombi de Resident Evil al diseño de la comisaría de Raccoon City. Incluso los uniformes y trajes y hasta el aspecto de alguna mutación.
Una complicada mezcla que acaba estallando en la cara del espectador y se desinfla definitivamente en los compases finales de la película, en mitad de una debacle de tristes efectos especiales, desafortunados desenlaces y libertades argumentales muy mal conducidas que desembocan en personajes completamente descarrilados, independientemente de que éstas se parezcan o no a sus contrapuntos originales.
Porque el universo de Resident Evil se presta de maravilla a ser adaptado como una película de Serie B de bajo presupuesto. Incluso el propio George A. Romero llegó a rodar comerciales para Capcom promocionando alguna que otra entrega. Pero si Bienvenidos a Raccoon City patina como adaptación, con sus más y con sus menos, lo cierto es que fracasa como película.
¿Por qué Bienvenidos a Raccoon City fracasa tan dolorosamente?
Puedes usar el nombre de un videojuego, vestir a todos los actores de sus personajes e incluso condensar con calzador los acontecimientos de los clásicos del Survival Horror y no transmitir absolutamente nada al fan de los videojuegos. Pero lo peor, el verdadero fracaso de RE: Bienvenidos a Raccoon City, es que lo que ocurre en pantalla genera cierta indiferencia a cualquier espectador y decepciona a quienes simplemente acuden a la cinta buscando entretenimiento y acción palomitera. Bienvenidos a Raccoon City es superficial hasta decir basta. Y eso que las películas de zombis dan un generoso margen a la creatividad.
Lo que debería ser un viaje a la esencia y los orígenes de los Resident Evil que fascinaron a toda una generación de jugadores en los 90 acaba siendo la peor versión de una historia sencilla, y lo hace a base de ignorar todos los aspectos básicos que consagraron y dieron forma al juego de Capcom. Esas referencias al cine de Romero o el terror por que sí al estilo Wes Craven y John Carpenter.
Algo que podría haberse sobrellevado con algo más de dignidad a través de un libreto que no debe limitarse a asumir los clichés de las pelis de zombies para ofrecer una historia sobre raíles y cuyo espectáculo de efectos especiales, ya sean prácticos o digitales, decepciona especialmente. Que, para colmo, lejos de ser entretenida, Bienvenidos a Racoon City es absolutamente olvidable. Provocando tanta indiferencia que no da ni para hacer chistes, y eso que los personajes protagonistas son una calamidad.
Comparar Bienvenidos a Racoon City con la saga de películas originales, las protagonizadas por Milla Jovovich, hace más evidente todo aquello en lo que falla el filme de Roberts, que no es poco: mientras que en la saga iniciada en 2002 y cada vez más desmadrada en cada nueva entrega apenas respetaban los juegos, al menos se volcaban en aprovechar la oportunidad generada por la marca Resident Evil para ofrecer un verdadero espectáculo en pantalla. A partir de la tercera película estaba claro cual era la tónica de esa saga.
La saga original de películas de Anderson no es que sea un referente. Es una sucesión de aciertos y errores. Un universo paralelo. Pero, al menos, lograban entretener. Sin embargo, lo de Bienvenidos a Raccoon City no hay por dónde cogerlo. Hay películas que de malas que son acaban pareciéndote buenas bajo cierta perspectiva, pero lo de Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City es una adaptación muy mal aprovechada y, como obra cinematográfica, una película que merecía ser mejor. De hecho, tenía casi todos los ingredientes para triunfar, aunque tropieza en el modo en el que los lleva a la gran pantalla y los esparce por las escenas.
Estamos de acuerdo en que 25 millones de dólares no es un gran presupuesto. Eso corta las alas a cualquier cineasta. Y teniendo en cuenta la modestamente positiva recaudación en taquilla (partiendo del delicado contexto en el que se estrenó en las salas de cine) está claro que la saga tiene un enorme tirón más allá de los videojuegos. Lo cual, implicaba una responsabilidad especial para con la marca que, desafortunadamente, no se da en Bienvenidos a Raccoon City.
Si el plan original era condensar los acontecimientos de los dos primeros juegos en algo menos de dos horas de metraje, con licencias muy amplias todo sea dicho, Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City cumple. Eso hay que concedérselo a Roberts y su equipo. Pero si el objetivo era adaptar la saga a la gran pantalla y llevarla a una nueva generación de espectadores y fans de los videojuegos, Bienvenidos a Raccoon City resulta decepcionante. Tan superficial que da miedo. Al punto de que no sabemos si tenerle más reparos a que se anuncie una secuela de ésta o un nuevo reboot.
¿Es imposible adaptar bien un Survival Horror a las salas de Cine? Sorpresivamente, Silent Hill lo logró. En cualquier caso, mientras Capcom siga luciéndose con los videojuegos, las nuevas entregas y restaurando sus clásicos, seguirá habiendo material y motivos para expandir la saga más allá de las consolas y PCs.
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