Cuando todavía se podían encontrar salones recreativos en cualquier ciudad de España y las casas de apuestas eran todavía una utopía, SEGA se sacó de la chistera uno de esos arcades que nos marcaron irremediablemente porque su propuesta era una completa locura. Nos referimos, claro está, a Crazy Taxi.
Porque, ¿a quién se le podía ocurrir la idea de controlar a un taxista que tenía que llevar a toda costa a sus clientes en el menor tiempo posible... sin importar cuántos accidentes cometiese en el camino? ¡Y que fuese tan divertido!
Al helipuerto, por favor. ¡Y a toda leche!
No era la primera vez que los juegos de conducción apostaban por este tipo de diabluras sobre las cuatro ruedas. Los combat cars llevaban varias décadas en activo hasta su mayor popularidad mediática (y polémica) con Carmageddon en 1997, sin olvidar los impactos del revolucionario Chase H.Q. de Taito en 1988.
SEGA, además, era una de las grandes referentes dentro de la velocidad en recreativas, por lo que cuando sacó Crazy Taxi en 1999 todos supimos al instante de que estábamos ante otra máquina nipona inolvidable. Y así fue.
Desarrollado por el estudio Hitmaker, estábamos ante un juego de conducción frenética donde nosotros, como taxistas (a escoger entre cuatro personajes distintos que no afectaban en nada a la parte jugable), teníamos el único objetivo de llevar a su destino a cuantos más clientes fuese posible antes de que se agotase el tiempo. Y no era nada sencillo aguantar varios minutos.
Al no tener mapa era habitual perderse con la orientación de la brújula si no habíamos memorizado la peculiar recreación de la ciudad de San Francisco sobre la que transcurría la acción. Porque no todas las rutas eran igual de válidas y podíamos perder a lo tonto varios segundos por una mala elección, hasta el punto de dar al traste la partida a poco metros del destino. Al fin y al cabo era un arcade y SEGA buscaba con ahínco que lo exprimiésemos soltando más monedas.
Su conducción era, además, peculiar, ya que no había que preocuparse solamente de acelerar o frenar, sino de cambiar de marchas (R para ir hacia atrás y D para ir hacia adelante), lo que derivaba en varios movimientos ocultos que marcaban la diferencia entre lo que suponía ser un conductor novel o profesional.
Crazy Taxi era adrenalina pura. Un arcade al 100%
Era bastante habitual ver cómo se agolpaba la gente en torno a esta recreativa, también en parte por esa banda sonora tan cañera con The Offspring y Bad Religion sonando de fondo. Una pena que esas canciones sólo se conserven en Dreamcast, PS2 y GameCube, ya que las conversiones posteriores optaron por otros temas nada memorables debido a la caducidad de sus licencias.
La de Dreamcast fue la primera en llegar, por cierto. Salió en 2000 e implementó, entre otras cosas, una ampliación de la ciudad de San Francisco (se respetó la versión Arcade, eso sí) dentro del modo Original y el añadido del modo Crazy Box, a modo de diversos minijuegos donde exprimir a tope las habilidades ocultas.
Las técnicas Crazy Dash, Limiter Cut, Crazy Drift, Crazy Back Drift y Quick Turn no eran nada fáciles de ejecutar, y menos con las explicaciones que daba el propio juego (algunas erróneas), pero una vez dominábamos el cambio de marchas la evolución en los tiempos era más que notoria. Como en el salto de altura o a la hora de derribar un montón de pines, siendo el taxi un bolo gigante.
Pero la verdadera gracia de Crazy Taxi era recorrer la ciudad de San Francisco a toda pastilla intentando que cada cliente flipase con nuestras maniobras (si "rozábamos" a los demás coches, obteníamos propinas... y con cada salto, también) y hacer el mayor número de recados soñando con obtener una valoración más positiva. Eso, o probar las reglas arcade con 3, 5 o 10 minutos.
Cierto es que este clásico de 1999 pecaba de falta de contenidos más variados, porque no dejaba de ser la ciudad de San Francisco una y otra vez y con los mismos clientes en los mismos puntos (para memorizar mentalmente cada zona e intentar superarnos poco a poco), o que también esta idea fuese ligeramente parecida a la que tuvieron los españoles Gaelco con su Radikal Bikers de 1998, donde entregábamos pizzas en moto, pero sigue siendo uno de los últimos grandes exponentes de SEGA en materia de recreativas. Y eso es sagrado.
¿Ha aguantado bien el paso del tiempo?
Sí, pero a medias: más que nada porque Crazy Taxi 2 amplió su fórmula. Pero sigue gozando de un encanto especial donde poco importa que su apartado gráfico sea de hace 20 años ya que su fórmula sigue vigente hoy en día. Algo que llevan a rajatabla los videojuegos arcade. Diversión pura y sin complejos.
A favor
- Ideal para desconectar un rato
- Esa visión tan alocada de San Francisco
- En la línea de la mejor SEGA arcade
En contra
- La ausencia de mapa sigue pasando factura
- El modo Crazy Box podría explicar mejor las técnicas
- Anda parco en contenido más variado
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