Convertir el frenetismo de un Gears of War en un juego de estrategia es luchar contra su propia esencia. Cambiar las explosiones por cuadrículas, las volteretas por límites de movimiento y su icónico “come mierda y muere” por una estadística de acierto en los disparos, es lo más cercano a un tiro en el pie. Y sin embargo, frente a lo que cualquiera en su sano juicio podría prever, Gears Tactics no sólo funciona, también se siente muy Gears.
Splash Damage y The Coalition firman aquí un estilo de combate táctico que nunca se presenta como algo lento o limitado. Saben que batallar con un Lancer en las manos es otra cosa y que la clave no es convertir a Gears of War en un juego táctico, sino todo lo contrario.
Más Gears of War que juego táctico
La primera clave para conseguir acercar la estrategia táctica al ritmo y dinamismo de un Gears of War pasa por manipular cómo se mueven sus personajes. Luchando en gran medida con cuatro soldados en todas las partidas, nuestro turno sí requiere esa parte de pensar muy bien quién se mueve primero y con qué fin, pero no a la espera de lo que harás de aquí a dos o tres turnos.
Con tres movimientos para cada personaje, a veces menos o incluso bastantes más, recorrer un buen trecho del mapa para protegerte en una cobertura, lanzar una granada y dejar al personaje en posición defensiva a la espera de que un Locust se cruce en su línea de tiro, es de todo menos limitado.
Abordar a una tropa enemiga flanqueando desde todos los lados y manteniendo fuego de supresión se traduce en ese festival de balas en el que te sientes con el poder y empuje suficiente para mearte en la cara de cualquier bestia que se plante ante ti. Como en un Gears of War, no sólo vienes a matar Locust, tu trabajo también implica humillarlos.
Precisamente por eso el juego te lo pone todo de cara para que cumplas con esa máxima, incluso regalándote algunos pasos extra para que tu personaje llegue más lejos cuando su última posición es una cobertura que cuando supone estar de pie en mitad del percal.
Si en Gears of War vas saltando de parapeto en parapeto, aquí también debes poder hacerlo. Más aún cuando ese es el paso previo a reventarle la cabeza a un Boomer de un escopetazo o abrirlo en canal con la sierra de tu Lancer.
La potencia sin control tampoco sirve de nada en Gears Tactics
¿Pero cómo conseguir que un juego en el que aparentemente tienes la sartén por el mango sea a la vez divertido y desafiante? Ahí entra en juego el papel del enemigo y, como no podía ser de otra forma, el estilo de abordaje que persiguen siempre. Al grito de “¡Por la Reina!”, los Locust no luchan de uno en uno, sino en modo horda.
Que algunas veces las partidas se alarguen enormemente es precisamente debido a eso. No hay pausa, ni individualismos, y mucho menos hueco para dejarte descansar. Decenas de enemigos están a la espera de ese movimiento en falso, o ese tiro errado por una estadística ajustada, para cambiar por completo la situación y ponerte contra las cuerdas.
Las habilidades de cada clase definen tu estrategia.
He perdido la cuenta el número de veces que he pasado de creerme invencible a estar con el agua al cuello y, si la cosa no estaba lo suficientemente torcida para dar por hecho que debía reiniciar el nivel, también el conseguir darle la vuelta para hacer de esa situación un Uróboro con sonrisa de Ticker.
Así, abrazando el espíritu Gears para favorecer la movilidad, la estrategia de coberturas y la presión y agresividad del enemigo, Gears Tactics crea el caldo de cultivo perfecto para que sean los aderezos los que acaben de ensalzar la receta.
Entre las especias no sólo están la variedad de enemigos, clases o armas, desde el médico con Lancer hasta el explorador con escopeta, o desde el Theron que alienta a sus tropas hasta el Locust francotirador que evita que te muevas de tu posición, sino también cómo las habilidades de cada uno pueden definir tu estrategia.
Bien armado y mejor equipado
Casi más que el cómo moverte o a quién disparas, en Gears Tactics importa qué habilidad utilizas para aprovechar cada punto de movimiento. Con un árbol de cuatro ramas para cada clase, el cómo evoluciones a tus tropas principales o a las que vayas rescatando define mucho qué tipo de experiencia quieres disfrutar.
Quienes quieran centrarse en los bufos a unidades amigas y desestabilizar las líneas del contrario pueden centrarse en eso. Lo mismo para aquellos que busquen la espectacularidad de un empalamiento con el Lancer Retro y el cara a cara o, como ha sido mi caso, ir en busca de bonificaciones de movimiento para multiplicar el número de acciones a realizar en cada turno.
Con un francotirador, y con casos similares también en el resto de clases, el árbol de poderes pasivos y a ejecutar en combate navega entre cosas como que la última bala de un cargador eleve el porcentaje de ataque crítico o aumente la precisión desde una zona elevada.
Esas son las de relleno, menos atractivas pero necesarias. Las opciones que desbloqueas entre una habilidad esencial y otra. El resto son las que, en una lucha contra un jefe, sin duda los combates más divertidos y exigentes, te obligan a ir al menú, gastar un punto de reinicio para el árbol de habilidades y te invitan a remarcar qué tipo de estrategia vas a usar.
Acudir a todas las combinaciones posibles da para Biblia, pero entender de qué va eso de los Gears con habilidades es relativamente fácil con un buen ejemplo. Sigamos con el ejemplo del francotirador, una clase con tres turnos y tres balas en su fusil:
- Primer turno: me muevo a la cobertura más cercana.
- Segundo turno: aprovecho la elevación para conseguir un tiro de máxima precisión que deja la vida del Locust temblando.
- Tercer y último turno: aprovecho una habilidad para rellenar todos mis turnos si consigo derribar o matar a un enemigo.
- Cuarto turno: disparo aun Ticker cercano a otro enemigo para que su explosión le reduzca la vida, pero lo habo con una habilidad que marca que, si acierto ese tiro, el cargador se rellena automáticamente sin necesidad de gastar un turno para recargar.
- Quinto turno: vuelvo a cambiar mi posición para tener un mejor ángulo del Locust que se ha quedado con menos vida.
- Sexto turno: pongo al francotirador en guardia para que, cuando el Locust se mueva, le dispare automáticamente el tiro de gracia.
En la variedad está el gusto
De un ejemplo así es fácil salir con la idea de estar chetadísimo y, lo cierto es que si haces un uso acertado de las granadas, ciertamente así es. Sin embargo volvemos a lo de antes. Entre toda esa retahíla de acciones, incluye un único error. Una cobertura a la que no puedes llegar, una bala que no acierta o un daño por crítico que no se manifiesta.
De ir sobrado a quedarte vendido y sin cargador en cuestión de segundos. Más aún cuando lo que sigue a ese turno es una horda de Locust que aparece en algún punto cercano del mapa, dispuesto a poner en apuros a esa unidad y limitando tu heroísmo a cuando todas esas habilidades vuelvan a recargarse de aquí a dos o tres turnos.
Gears Tactics se disfruta más cuando se atreve a retorcer sus propias mecánicas.
Es genial. De verdad. Me lo he pasado pipa. Tanto que casi duele más el cómo todo ese esfuerzo queda empañado por una variedad que no se traslada a los objetivos que debes cumplir en las misiones. Estas, dividiéndose entre principales y secundarias, acaban agarrándose en exceso a lo segundo para alargar una campaña no demasiado extensa.
Con pequeñas variaciones para limitar movimientos, darle más precisión a los enemigos o invitándote a cumplir ciertos requisitos para ganar más y mejores premios, la historia va presentándote grupos de misiones que debes completar para continuar con la trama.
Misiones más insulsas y poco inspiradas que, a veces, incluso se permiten el lujo de repetir escenarios por los que acabas de pasar. Y así, disfrutándose más cuando Gears Tactics se atreve a retorcer sus mecánicas e incluir grandes monstruos en los combates que requieren de estrategias concretas, algunas de esas misiones empiezan a hacerse cuesta arriba.
De equipamiento, colores y numeritos
Pasar por ellas normalmente implica que, si cumples los objetivos secundarios o dedicas algo de tiempo a explorar, conseguirás llevarte a casa una nueva caja de suministros para maquear a tus Gears con mejores armas, granadas y armaduras.
Esto, que es parte de la gracia de la evolución de tus personajes junto a su suma de habilidades, se convierte en un trago difícil de pasar por culpa de los menús. Por arcaicos, lentos y poco ordenados, dedicar tiempo a decidir qué botas le pones a tu personaje favorito para la siguiente misión supone romper ese ritmo constante que milagrosamente han conseguido a los mandos.
Un pequeño incordio que se torna dolor de muelas cuando esos personajes que tienes blindados con lo mejor de lo mejor no pueden jugar una misión concreta, obligándote así a estar cambiando equipamientos de un personaje a otro para darle algo de vidilla a ese soldado pesado con Minigun que deberías utilizar en el siguiente combate.
Por tener unos personajes principales que se deben a una historia, la de cómo el padre de Kate Díaz -el más Gears de todos los Díaz- vivió sus años mozos, la posibilidad de perder personajes esenciales como ocurría en XCOM no es una opción. De rebote, tu atención a todos esos secundarios que vas reclutando va mermando conforme pasan las horas hasta que no te queda otra que ponerte a estudiar quiénes son y cómo te pueden ayudar.
La idea no ha sido, en definitiva, santo de mi devoción, pero tampoco algo que me haya impedido disfrutar del juego de principio a fin. Por suerte la libertad del juego a la hora de elegir compañeros se ha limitado en ocasiones a un principal y tres reclutas, lo que me ha permitido centrarme y encariñarme con algunos secundarios que han salvado esa agria papeleta.
La opinión de VidaExtra
Si algo nos han demostrado Marcus y Dom es que un par de tropiezos y errores nunca frenan a un Gears, y Gears Tactics se mantiene fiel a ese dogma. Desearíamos que el nivel de perfección que demuestra al trasladar la acción de los shooters al combate táctico también se materializase en otras áreas, pero que todo no raye al mismo nivel no hace de él un juego menos recomendable.
Lo que podría haber sido un spin-off aislado que se sale de la norma y que queda ahí, para el recuerdo, ha demostrado ser un cambio que merece un más y mejor en futuras entregas. Retornos que, por el compromiso y diversión demostrada para todos los que hemos vibrado con esta saga, esperamos poder seguir disfrutando en el futuro.
Gears Tactics ha sido proporcionado para su análisis por parte de Microsoft.
Gears Tactics
Plataformas | PC y Xbox One (2020) |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Splash Damage, The Coalition |
Compañía | Microsoft |
Lanzamiento | 28 de abril |
Precio | 69.99 euros |
Lo mejor
- Una fantástica adaptación del espíritu Gears
- Combates frenéticos y desafiantes
- Las peleas contra jefes son una gozada
Lo peor
- Misiones algo repetitivas
- El trabajo a nivel de menús requiere algo más de mimo
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